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José Elías Bonells. -Ex adjunto a la Jefatura al Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla

jueves, 4 de mayo de 2017

Parque de Mª Luisa II




ESTUDIOS MEDICO-TOPOGRAFICOS DE LA CIUDAD DE SEVILLA

Ante la muerte prematura de 7 de nueve hijos de los Duques, Philippe Hausser en sus Estudios médico-topográficos de la Ciudad de Sevilla las relacionaba en que las 25 ´05 hectáreas de jardines y huertas del Palacio de San Telmo eran por su situación y por las aguas utilizadas para su mantenimiento, un lugar altamente insalubre.

Las numerosas plantaciones, en su mayoría naranjos que conformaban las huertas del Palacio se regaban con aguas procedentes del Guadalquivir, que estaban cargadas de materias orgánicas.

Por otro lado, San Telmo estaba rodeado por elementos nocivos para la salud, del lado sur el rio, del noroeste la desembocadura del Arroyo Tagarete, del norte el Foso de la Fábrica de Tabacos y del poniente la huerta.

Todo ello convertía San Telmo en una de las zonas más insanas de la ciudad.

Para Hauser, haber nacido y vivido en este foco infeccioso era la única explicación posible de las repentinas muertes.

Hoy en día sabemos que a ello habría que añadirle el factor genético.

EL COSTURERO DE LA REINA

En 1890 fallecido el duque de Montpensier, su esposa, Luisa Fernanda de Borbón, cede en 1893 parte de los jardines del Palacio a la ciudad de Sevilla.

Tras esto, se aparta una pequeña extensión al Norte que continuará siendo jardín privado del palacio de San Telmo, y la mayor parte de las huertas y los jardines pasarían a convertirse en el Parque de María Luisa y una pequeña extensión de jardín circundante se cercarían.

El Palacio y parte de los terrenos adyacentes fueron cedidos a la Iglesia.

Es un hecho histórico que en 1878 la hija del Duque de Montpensier, María de las Mercedes de Orleans, contrae matrimonio con el Rey Alfonso XII, convirtiéndose en reina consorte de España.

Sin embargo, entra dentro de sus leyendas que la reina María de las Mercedes, debido a su delicada salud, pasaba largos ratos en los aposentos del castillete tomando el sol mientras cosía con sus damas y también que, en esos ratos, recibía visitas de Alfonso XII, que acudía a caballo desde el Alcázar de Sevilla tras atender sus asuntos de Estado.

Esto, sin embargo, resultaría imposible, porque el edificio fue construido en 1893 por Juan Talavera de la Vega y la reina falleció en 1878.

Fue en esta primera segregación, la de 1893, cuando se construye el cerramiento y el pabellón de los guardas.

Cedidos los terrenos se construye la avenida que une el Prado de San Sebastián con el rio Guadalquivir, hoy convertido en dársena lo que fueron los jardines de palacio se mantenían abandonados como nos los indican textos de la época.

En 1906 el ingeniero municipal remite al Alcalde esta información:


En 1910 su estado debió ser deplorable, debido a la desidia y abandono de la Corporación Municipal, hecho este que se encuentra denunciado reiteradas veces por la prensa local,

LA EXPOSICION HISPANOAMERICANA

Y con todo esto llegó la Exposición Hispanoamericana, que no se llegó a celebrar hasta que en 1929 se inaugura como Exposición Iberoamericana, la impulsora de una Sevilla moderna y la de una insoportable carga financiera para la ciudad.

La idea de la Exposición surgió como parte de la fiebre de exposiciones que se vivía internacionalmente.

El Ayuntamiento puso a disposición de la Exposición los terrenos donados por la Infanta, junto con la Huerta de Mariana, Las Delicias y el Naranjal. La expansión de la ciudad ya estaba abocada en esta dirección, pero no fue fácil tomar un acuerdo definitivo había otras ofertas, el Marqués de Nervión ofrecía el Cortijo del Maestro Escuela en su barrio….

De este descompensado y discutible esfuerzo surgió Sevilla de su letargo, fue el motor que la modernizo, conformo a toda la ciudad al resultar decisiva dentro del proceso urbano de Sevilla, el Parque de María Luisa tuvo mucho que ver en la decisión de ubicar la Exposición circundante al mismo y en el sector sur de la ciudad.

Se abrieron avenidas, Reina Mercedes, Reina Victoria, La Palmera, La Borbolla, Eduardo Dato, se crearon nuevos barrios como Heliópolis, Ciudad Jardín, Nervión; se levantaron grandes hoteles, el Cristina, el Alfonso XIII, América Palace. etc.… 


Es obligado dedicar unas líneas, por breve que sean, al hombre que plasmo muchos de los pabellones que hoy configuran el Parque de María Luisa al que se le ha anexionado la Plaza de España, el arquitecto Aníbal González y Álvarez -Osorio –un auténtico mito sevillano- con extraordinaria capacidad para aplicar sin perjuicios     una concepción escenográfica y urbana de la arquitectura más tradicional sevillana.

En Sevilla nace la idea por aquel entonces de celebrar una Exposición Hispanoamericana, aplazada en varias ocasiones en un proceso largo y lleno de vicisitudes en la que se trataba al mismo tiempo, una vez derribadas las murallas de potenciar el ensanche de la ciudad por el Sur.

En la primera opción existía el temor de que se deterioraran los jardines, que desde su donación habían pasado por épocas de abandono, sin embargo, un acuerdo con los herederos de la Infanta María Luisa y cedidos ya por la Mitra otra parte de los jardines de San Telmo que compro después el Ayuntamiento. Hizo que la balanza se decantara por su emplazamiento en el sector Sur de la ciudad, desde los jardines donados hasta Heliópolis, incorporando los terrenos del Prado de San Sebastián donde se celebraba la “Feria de Abril” y los jardines de las Delicias ya existentes.

La extensión total era de 200 Ha. los limites fueron desplazados en muchas ocasiones a lo largo del proyecto, pero siempre el Parque estuvo dentro de los terrenos que la conformaron.


 Los terrenos que configuraban entonces el Parque unas 14 Ha. tenían que ser reformados y adaptados para la exposición; hacerlos compatibles como espacio verde urbano y dar uso al certamen.

Ya había sido nombrado Aníbal González y Álvarez-Ossorio como director arquitectónico de la Exposición, pero faltaba un especialista, alguien de probada experiencia en temas de jardinería y proyectos de esta índole. 

Ánibal Gonzña

El Comité gestionó entonces la venida de Jean Claude Nicolás Forestier, ingeniero francés “des Eaux et Forets” autor de infinidad de proyectos en todo el mundo y entonces Conservador de los Paseos y Parques de Paris, llamado también para la transformación de la Montaña de Montjuic en Barcelona donde se iba a celebrar la Exposición Internacional del 1929 


.Mientras que en todo el mundo reclaman la creación de parques y jardines y lo mismo de ciudades, él jamás podrá poner en práctica en Paris su ciencia paisajística y urbanística: sus ideas y soluciones propuestas no serán puestas a la práctica o raramente retenidas por sus superiores jerárquicos, él encuentra obstáculos con el arquitecto Jean Formigé, quien no le cede ninguna oportunidad de aplicar sus concepciones, el obstáculo no desaparece ni con la jubilación de Formigé en 1915,ya que este es mantenido en actividad hasta 1920.

El Comité de la Exposición el 26 de enero de 1911 acuerda solicitarle un anteproyecto que incluyera el Parque, la Huerta Mariana y Las Delicias.
 
A muchos chocó la elección de un francés en pleno regionalismo, sin embargo J.C.N. Forestier supo en todo momento adaptarse y adaptar los trabajos al clima y características de los lugares donde se emplazaba.
Jean Claude Nicolás Forestier
El Parque era pieza fundamental y la primera obra que se puso en marcha para la exposición, hasta entonces Hispanoamericana.

A la problemática de transformar un antiguo jardín palatino en un gran parque público, se juntaba la de tratarse de un lugar impuesto para la futura Exposición.

El jardín romántico heredado de Mr. Lecolant fijo la base del futuro plan. Nociones de protección y economía obligan a J.C.N. Forestier a maximizar lo existente.

La principal innovación consistió en adaptar un jardín privado de tradición andaluza con tintes afrancesados a uno de uso público, sin desnaturalizar su esencia.

En este primer anteproyecto J.C.N.  Forestier se lamenta de la irregularidad de la disposición de los árboles existentes, pero afronta la necesidad de respetar toda la vegetación, crea una serie de avenidas para que infrinjan unidad al proyecto, indica la necesidad de dotar el Parque de un cerramiento para establecer su protección y poder condicionar su uso, un cerramiento transparente en el que desde fuera pueda contemplarse toda la belleza del Parque.

Hace ciertas observaciones sobre su conservación y mantenimiento, que en aquel entonces fija en un presupuesto anual de 80.000 a 100.000 pesetas.

 La ejecución de los trabajos la confió a los servicios municipales con la colaboración de personal de su confianza.

El anteproyecto fue estudiado por el Comité considerándolo válido, por lo que se le encargo el proyecto definitivo y presupuestos para su ejecución dentro de los límites que se habían marcado y con cuatro resoluciones clave:

1   Se refiere a la intención de crear un parque para embellecimiento de la ciudad y que fuera marco de la Exposición.

2    Había que respetar los árboles existentes.

3    El proyecto podría ser modificado un 5%.

4    Deberá constar de dos partes, una la superficie donada por la Infanta y la otra la                 
 adscripción de la Huerta Mariana para que en el futuro puedan ensamblarse.

Se le facilitan planos, perfiles para iniciar el proyecto, visita Sevilla para conocer “in situ” los terrenos y la vegetación existente. El Parque va definiéndose, busca una lectura clara e inteligible de su trazado, armonizando el carácter particular que ha de imponer a su obra.

Se inspira en los jardines de la Alhambra de Granada, el Alcázar de Sevilla, Aranjuez y el Retiro de Madrid, así como jardines privados de Sevilla.

J.C.N. Forestier era un observador nato, curioso, inquieto y antes de pasar a la acción reflexionaba y se dejaba llevar por sus experiencias contemplativas que le conducían a la creación de un estilo ecléctico.

Quedó encandilado por el suave murmullo del agua borboteando sobre cerámicas de colores refulgentes en las fuentes que conoció.

Usó las cerámicas como motivo decorativo de revestimiento arquitectónico, en fuentes, pavimentos y en los abundantes bancos que distribuyo por todo el parque, bancos cubiertos de azulejos que definen la esencia de los jardines sevillanos desde su ubicación en el Parque de María Luisa.


Por medio de los azulejos se reflejaban los distintos cromatismos salpicados de alegría y privacidad convirtiéndose en una expresión única exclusiva de los jardines sevillanos primero y después en toda Andalucía.

El cromatismo de los azulejos sustituye a las flores en lugares cálidos donde estas viven con dificultad.

Sobre una superficie de 135.829 m² J.C.N. Forestier establece un perímetro hexagonal del todo regular, en su interior respeta el estanque de los Patos y su isleta central sustentadora del Pabellón de Alfonso XII, pequeño templete neo-mudéjar, zona romántica, historicista y pintoresca que formaba parte de los  jardines de San Telmo, respeta asimismo una avenida transversal que iba desde el Prado de San Sebastián,  donde se celebraba la Feria de Abril al paseo de las Delicias en la orilla del río Guadalquivir, (la Avenida de Rodríguez Casso actual )

Aprovecha los puntos de agua existentes y crea una estructura polarizada por el estanque de los Patos como foco centralizador del Parque.


Crea un eje longitudinal Norte-Sur bordeado por dos grandes avenidas, situando en cada uno de los extremos de eje  dos conjuntos artísticos de clara inspiración islámica, el estanque de los Lotos, replica del Patio del Ciprés de la Sultana en el Generalife de Granada, rectangular, tipo acequia, rodeado de una atractiva pérgola, con bancos de ladrillo tallado, que más adelante describimos y la Fuente de los Leones reflejo de su homónima de la Alhambra, octogonal , de ritmo zigzagueante en surtidor, respaldada por una rosaleda. Ambos poseen remates absidiales, el primero arquitectónico alberga en la actualidad el monumento a la Infanta María Luisa, el segundo a cargo del montículo artificial existente del Monte Gurugú, rematado con su magnífico mirador y espectacular banco de cerámica.


En este eje longitudinal nos encontramos con la fuente de cerámica más importante del Parque, la Fuente de las Ranas y un estanque en forma de T con surtidores, bordeado de arrayanes.

El resto del Parque lo configura en glorietas, alineaciones de árboles, arbustos de floración primaveral principalmente, naranjos, grandes eucaliptos, almeces, olmos, bosques de palmeras etc.…

A cada lado de este eje establece dos avenidas la de los Plátanos. -Platanus x hibrida. - Avda. Hernán Cortes y la de las Acacias negras, ahora sóforas, -Styphnolobium japonicum. - Avda. de Pizarro que rematan en semicírculo en torno al Monte Gurugu. El Parque se ensancha hasta sus límites por la Avda. o paseo de las Delicias junto al río y la Avda. Isabel la Católica frente a la Plaza de España.

Av Platanos de sombra
Avernida de las sophoras
Tanto en el enclave de Los Lotos, como en el de los Leones utiliza las pérgolas, como ornato clásico que el valora en el Parque recubriéndolas de rosales y enredaderas aromáticas y de flor.

Para J.C.N. Forestier, el jardín es una obra de arte auxiliada por la técnica.

En la memoria descriptiva de su proyecto acompañada de los planos del Parque nos habla de la intención de crear “un conjunto preciso, claro y simple…” de la intención de plantar una rosaleda aprovechando el fondo de la masa vegetal que proporcionan los árboles existentes en la zona.

Destaca la importancia del agua en el jardín que le proporcionan los nuevos estanques y fuentes proyectadas, el estanque de los Lotos, la isleta de los patos y la fuente de los Leones, verdadero eje principal del diseño del Parque.

Estanque de los lotos

estanque de los paptos
 
Fuente de los Leones
Varias avenidas transversales cruzan el parque en sentido norte-sur limitando los parterres arbolados en los que con paseos intrincados y curvados nos llevan a las distintas glorietas establecidas con posterioridad al diseño de J.C.N.  Forestier.

Cuida los grupos de árboles existentes incorporando especies propias del país, introduce arbustos ornamentales hasta entonces desconocidos, plantas vivaces de África y Europa, variedades de enredaderas, jazmines, rosales de pitiminí entre otras.

Las avenidas estaban flanqueadas por árboles propios de nuestra región, acacias negras,.-Gleditsia triacanthus.- ailantos,-Ailanthus altissima.- moreras de papel ,.-Broussonetia papyrifera.- plátanos.-Platanus x hibrida.- olmos .-Ulmus minor.-y fresnos.-Fraxinus americana , a las que añade  acer, Acer negundo.-tuliperos de Virginia .-Liriodendron tulipifera.-etc.…con mayor o peor acierto,, la variedad resulta espectacular, busca con ello dar sombra a las avenidas y sensación de frescor paradisíaco sobre la tórrida tierra del lugar.

Una esmerada selección de plantas para cada situación para cada lugar, exigiendo variedades puras a fin de no mezclar colores, plantando arbustos en agrupaciones y dando gran importancia a los lotos y los nenúfares que ha de poblar los estanques proyectados.

Entusiasta y emprendedor J.C.N. Forestier resalta el carácter que ha de tener el Parque con la inclusión de elementos arquitectónicos de composición, introdujo la cerámica sevillana en multitud de revestimientos, en bancos y estanques como elementos decorativos, entre los que destaca la “Fuente de las Ranas” auténticamente trianera la original realizada por Manuel García Montalbán, después restaurada en 1970. 

Fuente de las Ranas
Existen dos más en el mundo una en Santa Cruz de Tenerife y la otra en el Parque Chapultepec de Méjico.

Las esculturas de la Fuente de los Leones fueron encargadas a Manuel Delgado Brackembury, sustituidas las originales deterioradas por otras del escultor Juan Abascal Fuentes colocadas en 1958.

La trepidante coloración de los azulejos se distribuía en todo el parque, ya sea como elementos escultóricos en jarrones, figuras o macetones de cerámica, así como en la composición de glorietas como en la Glorieta de la Concha, en la que un conjunto de azulejería, blanca, azul y cobriza con fuente de cerámica en el centro, donde incluye unas esculturas italianas seriadas representando las cuatro estaciones del año.


En el año 1912 en plenas obras de restauración del Parque de María Luisa el arquitecto Aníbal González y Álvarez –Ossorio el 20 de marzo  presenta una moción al Comité Ejecutivo  en la que propone convertir el parque  en una biblioteca pública, cada glorieta o monumento erigido a una figura literaria o poética estaría acompañada de ejemplares de sus obras a disposición del público visitante, ya existía en aquella fecha la glorieta dedicada a Gustavo Adolfo Bécquer erigida por iniciativa de los Hnos. Álvarez Quintero y realizada por el escultor marchenero Lorenzo Coullat Valera, la idea era convertir el Parque en una biblioteca pública al aire libre y así estuvo hasta que desaparecieron las encargadas de facilitar libros a los paseantes..

En la ejecución de las obras de restauración del parque J.C.N. Forestier se trajo como ayudante a Mr. Naulet y Mr. Chevalier quienes recibían las instrucciones del ingeniero en sus visitas esporádicas a la obra, el ritmo de las obras impacientó más de una vez al ingeniero, poco a poco el Parque iba adquiriendo una fisonomía muy digna.

Uno de sus colaboradores Mr. Chevalier dimitió de su cargo debido a las quejas y reproches de J.C.N Forestier por la lentitud en los trabajos, de Naulet no nos habla la historia.
Dimitido Chevalier J.C.N. Forestier propone entonces a Manuel Pioz, jardinero jefe del jardín botánico de Madrid como jardinero segundo para el Parque de María Luisa y para sustituir a Mr. Chevalier sugiere a Manuel Romero como encargado de los trabajos del Parque, quien, junto a la actividad de Emilio López, capataz del Parque, así como la del ingeniero municipal Francisco Doblado asistido por el señor Márquez, hicieron posible que se convirtiera en realidad el proyecto.

En principio se pensó en 1914 para la celebración del Certamen Hispano Americano pero la difícil situación del país con muchas tensiones sociales entre trabajadores y patronos, así como el asesinato del jefe de gobierno D. José Canalejas, obligó junto con otras circunstancias al aplazamiento en las fechas previstas.

No eran los momentos más adecuados para celebrar la propuesta Exposición Hispanoamericana.

Sin embargo, ya el 18 de abril de 1914 coincidiendo con la Feria de Abril, el parque abrió sus puertas al público sorprendido por los resultados de la reforma que se había llevado a cabo, recibiendo el Comité Ejecutivo   elogiosos comentarios por las obras realizadas.
J.C.M. Forestier no pudo asistir a la inauguración del parque a consecuencia del estallido de la primera guerra mundial.

El pueblo sevillano tenía a partir de este momento un jardín que podía codearse con los mejores parques europeos de la época.

El parque nacía como remanso de paz y de ensueño, invadido de poesía y sensualidad a la vez de una armonía que cautivo a los sevillanos.

Para J.C.N. Forestier la importancia de un jardín era elegir bien su trazado.

El Parque nacía con personalidad propia, por su originalidad inspirada en el arte regional del que podría sentirse orgullosa la ciudad, mezcla de tradición y modernidad, dando una nota personal que llevo a crear una nueva tipología de jardín andaluz.

Pero el Parque se inauguró y los trabajos de la Exposición seguían adelante, hubo que delimitar las zonas para defender la integridad del Parque ante la necesidad de espacio para edificar pabellones.

Las transformaciones fundamentales se produjeron durante el periodo de 1912 a 1922 en las que tuvieron mucho que ver dos personajes importantes, la del ingeniero francés Jean Claude Nicolás Forestier encargado del diseño y creación del parque y la del arquitecto D. Aníbal González y Álvarez -Ossorio creador de la más importante arquitectura que contiene lo que hoy conocemos como Parque.

Hasta que en 1923 después del golpe de Estado del Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Ribera no nombró a Cruz Conde como gobernador Civil de la Provincia de Sevilla y Comisario Regio de la Exposición convirtiendo así todos los trabajos de la Exposición en una empresa nacional, no se dio un gran avance a las obras de la ahora ya denominada Exposición Iberoamericana que iba a celebrarse en el año 1929, apoyada con el aval del Estado

Las zonas de edificación de pabellones americanos ocuparon los terrenos cedidos por la Mitra y posteriormente adquiridos por el Ayuntamiento en los conocidos como Jardines de San Telmo, donde J.C.N. Forestier nunca intervino, así como en la Huerta de Mariana hoy Plaza de América, donde se instalaron el Pabellón Real, el Museo Arqueológico y el Museo de Artes y Costumbres Populares, todos ellos obras de Aníbal González.


Las relaciones de J.C.N. Forestier y Aníbal González a causa de la conexión entre el Parque y la Exposición no eran muy cordiales, el Comité de la Exposición tuvo que limitar los campos de actuación de ambos, ya que sus concepciones urbanísticas diferían una de otra.

Según Pérez Escolano “el trazado de Jean Claude Nicolás Forestier, compromete a Aníbal González (…) su idea se acopla al núcleo del Parque de María Luisa, potenciando el papel de la gran avenida que tiene sus orígenes en los jardines de Eslava junto al río en la Puerta Jerez y se prolonga tensa, rectilíneamente, divergiendo del río, hacia el sur (…).

Al final se consiguió una visión unitaria del conjunto.

No puede entenderse el Parque de María Luisa sin la Exposición, ni la Exposición sin el Parque.

Como complementos de la actuación llevada en el Parque se inaugura por los Reyes de España el 25 de abril de 1916 la Plaza de América, plaza de estructura rectangular rodeada de altas columnas flanqueadas por victorias aladas en su parte superior, en el centro un estanque con cuatro elegantes luminarias.

Tres edificios albergan la plaza, el conocido como Pabellón Mudéjar –antiguo pabellón de Industria y Artes Decorativas-. El Pabellón Real y el Pabellón de Bellas Artes, hoy Museo Arqueológico.

âbellón Real
Museo Arqueológico
Museo de Artes y Costumbres Populres
En el amplio espacio de tránsito entre el Parque recién restaurado y el Prado de San Sebastián se alzó la Plaza de España, una impresionante edificación de carácter monumental construida con el empleo de ladrillo de tradición arquitectónica hispano musulmán e inspirado en el renacimiento y el barroco español…El ladrillo, el hierro forjado, la cerámica, la madera tallada y el mármol labrado son sus principales componentes.

La obra de Aníbal González amplia el espacio anexionándolo al parque.

La utilización de diversos matices en los estilos del arte de la jardinería nos da un resultado final de un estilo ecléctico que nos ofrece una gran variedad de temas sin que se pierda el aspecto unitario.

 Este eclectismo nace como consecuencia de la observación y de la adaptación de los múltiples recursos que J.C.N. Forestier utiliza partiendo de su conocimiento adquirido tras largos años de experiencia, de su adaptación al medio, y la utilización de los estilos adecuados, así como la funcionalidad, que le ha imprimido dándole una personalidad propia y relevante que ha hecho que sea universalmente reconocido.
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La ciudad se había transformado durante estos 10 años,  a la par que las obras de la Exposición, en el Parque de María Luisa, con la construcción de la Plaza de España, los edificios emblemáticos de la Plaza de América a los que siguieron en la ciudad el Hotel Alfonso XIII, el casino de la Exposición y el teatro Lope de Vega, junto a las reformas realizadas  con derribos para ensanchar calles y plazas, Mateos Gago, Santa Catalina, Reyes Católicos, Marqués de Paradas, Paseo de la Palmera etc.…se construyen nuevos mercados ,se realizan renovaciones de alcantarillado y mejoras en los servicios de agua, y se crean nuevos barrios en la ciudad , Heliópolis, Ciudad Jardín etc.…

La segunda segregación de los Jardines de San Telmo se produce en 1926 al efectuarse la venta y  de una porción de los jardines de San Telmo de algo más de 62.000 m2 destinados a los pabellones americanos de la Exposición Ibero-Americana.

Tras la compra en 1926 de parte de los jardines del palacio para edificar pabellones de la Exposición Iberoamericana de 1929, se procedió a la apertura de la calle La Rábida y al levantamiento del opaco muro actual de los jardines.

Nace un nuevo cerramiento de los Jardines de San Telmo en el que se utilizan unas columnas procedentes de la antigua parroquia de Santa Cruz ubicada donde hoy está emplazada la Plaza de Santa Cruz, las columnas quedaron enmarcadas en el acceso más cercano al Pabellón de Chile por la calle Rábida en los actuales Jardines de San Telmo.

Aún podemos apreciar su relación con el Palacio de San Telmo en   este tramo de verja, distinto al resto del cerramiento.

Para J.C.N. Forestier, el jardín es una obra de arte auxiliada por la técnica.

En la memoria descriptiva de su proyecto acompañada de los planos del Parque nos habla de la intención de crear “un conjunto preciso, claro y simple…” de la intención de plantar una rosaleda aprovechando el fondo de la masa vegetal que proporcionan los árboles existentes en la zona.

Destaca la importancia del agua en el jardín que le proporcionan los nuevos estanques y fuentes proyectadas, el estanque de los Lotos, la isleta de los patos y la fuente de los Leones, verdadero eje principal del diseño del Parque.

Varias avenidas transversales cruzan el parque en sentido norte-sur limitando los parterres arbolados en los que con paseos intrincados y curvados nos llevan a las distintas glorietas establecidas con posterioridad al diseño de J.C.N. Forestier.

Cuida los grupos de árboles existentes incorporando especies propias del país, introduce arbustos ornamentales hasta entonces desconocidos, plantas vivaces de África y Europa, variedades de enredaderas, jazmines, rosales de pitiminí entre otras.

Las avenidas estaban flanqueadas por árboles propios de nuestra región, acacias negras, ailantos, moreras de papel, plátanos, olmos y fresnos, a las que añade sóforas, plátanos, acer, tuliperos de Virginia etc.…, la variedad resulta espectacular, busca con ello dar sombra a las avenidas y sensación de frescor paradisíaco sobre la tórrida tierra del lugar.
Una esmerada selección de plantas para cada situación para cada lugar, exigiendo variedades puras a fin de no mezclar colores, plantando arbustos en agrupaciones y dando gran importancia a los lotos y los nenúfares que ha de poblar los estanques proyectados.

Entusiasta y emprendedor J.C.N. Forestier resalta el carácter que ha de tener el Parque con la inclusión de elementos arquitectónicos de composición, introdujo la cerámica sevillana en  multitud  de revestimientos, en bancos y estanques como elementos decorativos, entre los que destaca la “Fuente de las Ranas” auténticamente trianera la original realizada por Manuel García Montalbán , después  restaurada en 1970.

Existen dos más en el mundo una en Tenerife y la otra en el Parque Chapultepec de Méjico.

Las esculturas de la Fuente de los Leones fueron encargadas a Manuel Delgado Brackembury, sustituidas las originales deterioradas por otras del escultor Juan Abascal Fuentes

La trepidante coloración de los azulejos se distribuía en todo el parque, ya sea como elementos escultóricos en jarrones, figuras o macetones de cerámica, así como en la composición de glorietas como en la Glorieta de la Concha, en la que un conjunto de azulejería, blanca, azul y cobriza con fuente de cerámica en el centro, donde incluye unas esculturas italianas seriadas representando las cuatro estaciones del año.

En el año 1912 en plenas obras de restauración del Parque de María Luisa el arquitecto Aníbal González y Álvarez –Ossorio el 20 de marzo  presenta una moción al Comité Ejecutivo  en la que propone convertir el parque  en una biblioteca pública, cada glorieta o monumento erigido a una figura literaria o poética estaría acompañada de ejemplares de sus obras a disposición del público visitante, ya existía en aquella fecha la glorieta dedicada a Gustavo Adolfo Bécquer erigida por iniciativa de los Hnos. Álvarez Quintero y realizada por el escultor marchenero Lorenzo Coullat Valera, la idea era convertir el Parque en una biblioteca pública al aire libre y así estuvo hasta que desaparecieron las encargadas de facilitar libros a los paseantes..

En la ejecución de las obras de restauración del parque J.C.N. Forestier se trajo como ayudante a Mr. Naulet y Mr. Chevalier quienes recibían las instrucciones del ingeniero en sus visitas esporádicas a la obra, el ritmo de las obras impacientó más de una vez al ingeniero, poco a poco el Parque iba adquiriendo una fisonomía muy digna.
Uno de sus colaboradores Mr. Chevalier dimitió de su cargo debido a las quejas y reproches de J.C.N Forestier por la lentitud en los trabajos, de Naulet no nos habla la historia.

Dimitido Chevalier J.C.N. Forestier propone entonces a Manuel Pioz, jardinero jefe del jardín botánico de Madrid como jardinero segundo para el Parque de María Luisa y para sustituir a Mr. Chevalier sugiere a Manuel Romero como encargado de los trabajos del Parque, quien, junto a la actividad de Emilio López, capataz del Parque, así como la del ingeniero municipal Francisco Doblado asistido por el señor Márquez, hicieron posible que se convirtiera en realidad el proyecto.

En principio se pensó en 1914 para la celebración del Certamen Hispano Americano pero la difícil situación del país con muchas tensiones sociales entre trabajadores y patronos, así como el asesinato del jefe de gobierno D. José Canalejas, obligó junto con otras circunstancias al aplazamiento en las fechas previstas.

No eran los momentos más adecuados para celebrar la propuesta Exposición Hispanoamericana.

Sin embargo, ya el 18 de abril de 1914 coincidiendo con la Feria de Abril, el parque abrió sus puertas al público sorprendido por los resultados de la reforma que se había llevado a cabo, recibiendo el Comité Ejecutivo   elogiosos comentarios por las obras realizadas.
J.C.M. Forestier no pudo asistir a la inauguración del parque a consecuencia del estallido de la primera guerra mundial.

El pueblo sevillano tenía a partir de este momento un jardín que podía codearse con los mejores parques europeos de la época.

El parque nacía como remanso de paz y de ensueño, invadido de poesía y sensualidad a la vez de una armonía que cautivo a los sevillanos.

Para J.C.N. Forestier la importancia de un jardín era elegir bien su trazado.

El Parque nacía con personalidad propia, por su originalidad inspirada en el arte regional del que podría sentirse orgullosa la ciudad, mezcla de tradición y modernidad, dando una nota personal que llevo a crear una nueva tipología de jardín andaluz.

Pero el Parque se inauguró y los trabajos de la Exposición seguían adelante, hubo que delimitar las zonas para defender la integridad del Parque ante la necesidad de espacio para edificar pabellones.

Las transformaciones fundamentales se produjeron durante el periodo de 1912 a 1922 en las que tuvieron mucho que ver dos personajes importantes, la del ingeniero francés Jean Claude Nicolás Forestier encargado del diseño y creación del parque y la del arquitecto D. Aníbal González y Álvarez -Ossorio creador de la más importante arquitectura que contiene lo que hoy conocemos como Parque.
Hasta que en 1923 después del golpe de Estado del Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Ribera no nombró a Cruz Conde como gobernador Civil de la Provincia de Sevilla y Comisario Regio de la Exposición convirtiendo así todos los trabajos de la Exposición en una empresa nacional, no se dio un gran avance a las obras de la ahora ya denominada Exposición Iberoamericana que iba a celebrarse en el año 1929, apoyada con el aval del Estado

Las zonas de edificación de pabellones americanos ocuparon los terrenos cedidos por la Mitra y posteriormente adquiridos por el Ayuntamiento en los conocidos como Jardines de San Telmo, donde J.C.N. Forestier nunca intervino, así como en la Huerta de Mariana hoy Plaza de América, donde se instalaron el Pabellón Real, el Museo Arqueológico y el Museo de Artes y Costumbres Populares, todos ellos obras de Aníbal González.

Mapa de la plaza
Las relaciones de J.C.N. Forestier y Aníbal González a causa de la conexión entre el Parque y la Exposición no eran muy cordiales, el Comité de la Exposición tuvo que limitar los campos de actuación de ambos, ya que sus concepciones urbanísticas diferían una de otra.
Según Pérez Escolano “el trazado de Jean Claude Nicolás Forestier, compromete a Aníbal González (…) su idea se acopla al núcleo del Parque de María Luisa, potenciando el papel de la gran avenida que tiene sus orígenes en los jardines de Eslava junto al río en la Puerta Jerez y se prolonga tensa, rectilíneamente, divergiendo del río, hacia el sur (…).
Al final se consiguió una visión unitaria del conjunto.
Así el 9 de mayo de 1929 en la Plaza España, los Reyes de España, Primo de Ribera y los miembros de su gabinete, junto con embajadores, diplomáticos y políticos, medios de comunicación nacionales y extranjeros y el pueblo de Sevilla se congregaron para inaugurar la Exposición Iberoamericana.


Sevilla bajo el impulso de la Exposición, vivió días de apoteosis, días de fiesta, con una actividad cultural intensa.

El Parque y los pabellones iluminados durante el certamen se convirtieron en un mundo de ensueño y fantasía para todos los que lo visitaban.

Es obligado dedicar unas líneas, por breve que sean, al hombre que plasmo muchos de los pabellones que hoy configuran el Parque de María Luisa al que se le ha anexionado la Plaza de España, el arquitecto Aníbal González y Álvarez -Ossorio –un auténtico mito sevillano- con extraordinaria capacidad para aplicar sin perjuicios una concepción escenográfica y urbana de la arquitectura más tradicional sevillana.

En Sevilla nace la idea por aquel entonces de celebrar una Exposición Hispanoamericana, aplazada en varias ocasiones en un proceso largo y lleno de vicisitudes en la que se trataba al mismo tiempo, una vez derribadas las murallas de potenciar el ensanche de la ciudad por el Sur.