ESTUDIOS MEDICO-TOPOGRAFICOS DE LA CIUDAD DE SEVILLA
Ante la muerte prematura de 7 de nueve hijos de los Duques,
Philippe Hausser en sus Estudios médico-topográficos de la Ciudad de Sevilla
las relacionaba en que las 25 ´05 hectáreas de jardines y huertas del Palacio
de San Telmo eran por su situación y por las aguas utilizadas para su
mantenimiento, un lugar altamente insalubre.
Las numerosas plantaciones, en su mayoría naranjos que conformaban
las huertas del Palacio se regaban con aguas procedentes del Guadalquivir, que
estaban cargadas de materias orgánicas.
Por otro lado, San Telmo estaba rodeado por elementos nocivos para
la salud, del lado sur el rio, del noroeste la desembocadura del Arroyo
Tagarete, del norte el Foso de la Fábrica de Tabacos y del poniente la huerta.
Todo ello convertía San Telmo en una de las zonas más insanas de
la ciudad.
Para Hauser, haber nacido y vivido en este foco infeccioso era la
única explicación posible de las repentinas muertes.
Hoy en día sabemos que a ello habría que añadirle el factor
genético.
EL COSTURERO DE LA REINA
En 1890 fallecido el duque de Montpensier, su esposa, Luisa
Fernanda de Borbón, cede en 1893 parte de los jardines del Palacio a la ciudad
de Sevilla.
Tras esto, se aparta una pequeña extensión al Norte que continuará
siendo jardín privado del palacio de San Telmo, y la mayor parte de las huertas
y los jardines pasarían a convertirse en el Parque de María Luisa y una pequeña
extensión de jardín circundante se cercarían.
El Palacio y parte de los terrenos adyacentes fueron cedidos a la
Iglesia.
Es un hecho histórico que en 1878 la hija del Duque de
Montpensier, María de las Mercedes de Orleans, contrae matrimonio con el Rey
Alfonso XII, convirtiéndose en reina consorte de España.
Sin embargo, entra dentro de sus leyendas que la reina María de
las Mercedes, debido a su delicada salud, pasaba largos ratos en los aposentos
del castillete tomando el sol mientras cosía con sus damas y también que, en
esos ratos, recibía visitas de Alfonso XII, que acudía a caballo desde el
Alcázar de Sevilla tras atender sus asuntos de Estado.
Esto, sin embargo, resultaría imposible, porque el edificio fue
construido en 1893 por Juan Talavera de la Vega y la reina falleció en 1878.
Fue en esta primera segregación, la de 1893, cuando se construye
el cerramiento y el pabellón de los guardas.
Cedidos los terrenos se construye la avenida que une el Prado de
San Sebastián con el rio Guadalquivir, hoy convertido en dársena lo que fueron
los jardines de palacio se mantenían abandonados como nos los indican textos de
la época.
En 1906 el ingeniero municipal remite al Alcalde esta información:
En 1910 su estado debió ser deplorable, debido a la desidia y
abandono de la Corporación Municipal, hecho este que se encuentra denunciado
reiteradas veces por la prensa local,
LA EXPOSICION HISPANOAMERICANA
Y con todo esto llegó la Exposición Hispanoamericana, que no se
llegó a celebrar hasta que en 1929 se inaugura como Exposición Iberoamericana,
la impulsora de una Sevilla moderna y la de una insoportable carga financiera
para la ciudad.
La idea de la Exposición surgió como parte de la fiebre de
exposiciones que se vivía internacionalmente.
El Ayuntamiento puso a disposición de la Exposición los terrenos
donados por la Infanta, junto con la Huerta de Mariana, Las Delicias y el
Naranjal. La expansión de la ciudad ya estaba abocada en esta dirección, pero
no fue fácil tomar un acuerdo definitivo había otras ofertas, el Marqués de
Nervión ofrecía el Cortijo del Maestro Escuela en su barrio….
De este descompensado y discutible esfuerzo surgió Sevilla de su
letargo, fue el motor que la modernizo, conformo a toda la ciudad al resultar
decisiva dentro del proceso urbano de Sevilla, el Parque de María Luisa tuvo
mucho que ver en la decisión de ubicar la Exposición circundante al mismo y en
el sector sur de la ciudad.
Se abrieron avenidas, Reina Mercedes, Reina Victoria, La Palmera,
La Borbolla, Eduardo Dato, se crearon nuevos barrios como Heliópolis, Ciudad
Jardín, Nervión; se levantaron grandes hoteles, el Cristina, el Alfonso XIII, América
Palace. etc.…
Es obligado dedicar unas líneas, por breve que sean, al hombre que
plasmo muchos de los pabellones que hoy configuran el Parque de María Luisa al
que se le ha anexionado la Plaza de España, el arquitecto Aníbal González y
Álvarez -Osorio –un auténtico mito sevillano- con extraordinaria capacidad para
aplicar sin perjuicios una concepción
escenográfica y urbana de la arquitectura más tradicional sevillana.
En Sevilla nace la idea por aquel entonces de celebrar una
Exposición Hispanoamericana, aplazada en varias ocasiones en un proceso largo y
lleno de vicisitudes en la que se trataba al mismo tiempo, una vez derribadas
las murallas de potenciar el ensanche de la ciudad por el Sur.
En la primera opción existía el temor de que se deterioraran los
jardines, que desde su donación habían pasado por épocas de abandono, sin
embargo, un acuerdo con los herederos de la Infanta María Luisa y cedidos ya
por la Mitra otra parte de los jardines de San Telmo que compro después el
Ayuntamiento. Hizo que la balanza se decantara por su emplazamiento en el
sector Sur de la ciudad, desde los jardines donados hasta Heliópolis,
incorporando los terrenos del Prado de San Sebastián donde se celebraba la
“Feria de Abril” y los jardines de las Delicias ya existentes.
La extensión total era de 200 Ha. los limites fueron desplazados
en muchas ocasiones a lo largo del proyecto, pero siempre el Parque estuvo
dentro de los terrenos que la conformaron.
Los terrenos que
configuraban entonces el Parque unas 14 Ha. tenían que ser reformados y
adaptados para la exposición; hacerlos compatibles como espacio verde urbano y
dar uso al certamen.
Ya había sido nombrado Aníbal González y Álvarez-Ossorio como
director arquitectónico de la Exposición, pero faltaba un especialista, alguien
de probada experiencia en temas de jardinería y proyectos de esta índole.
Ánibal Gonzña |
El Comité gestionó entonces la venida de Jean Claude Nicolás
Forestier, ingeniero francés “des Eaux et Forets” autor de infinidad de
proyectos en todo el mundo y entonces Conservador de los Paseos y Parques de
Paris, llamado también para la transformación de la Montaña de Montjuic en
Barcelona donde se iba a celebrar la Exposición Internacional del 1929
.Mientras que en todo el mundo reclaman la creación de parques y
jardines y lo mismo de ciudades, él jamás podrá poner en práctica en Paris su
ciencia paisajística y urbanística: sus ideas y soluciones propuestas no serán
puestas a la práctica o raramente retenidas por sus superiores jerárquicos, él
encuentra obstáculos con el arquitecto Jean Formigé, quien no le cede ninguna
oportunidad de aplicar sus concepciones, el obstáculo no desaparece ni con la
jubilación de Formigé en 1915,ya que este es mantenido en actividad hasta 1920.
El Comité de la Exposición el 26 de enero de 1911 acuerda
solicitarle un anteproyecto que incluyera el Parque, la Huerta Mariana y Las
Delicias.
A muchos chocó la elección de un francés en pleno regionalismo,
sin embargo J.C.N. Forestier supo en todo momento adaptarse y adaptar los
trabajos al clima y características de los lugares donde se emplazaba.
Jean Claude Nicolás Forestier |
El Parque era pieza fundamental y la primera obra que se puso en
marcha para la exposición, hasta entonces Hispanoamericana.
A la problemática de transformar un antiguo jardín palatino en un
gran parque público, se juntaba la de tratarse de un lugar impuesto para la
futura Exposición.
El jardín romántico heredado de Mr. Lecolant fijo la base del
futuro plan. Nociones de protección y economía obligan a J.C.N. Forestier a
maximizar lo existente.
La principal innovación consistió en adaptar un jardín privado de
tradición andaluza con tintes afrancesados a uno de uso público, sin
desnaturalizar su esencia.
En este primer anteproyecto J.C.N.
Forestier se lamenta de la irregularidad de la disposición de los
árboles existentes, pero afronta la necesidad de respetar toda la vegetación,
crea una serie de avenidas para que infrinjan unidad al proyecto, indica la
necesidad de dotar el Parque de un cerramiento para establecer su protección y
poder condicionar su uso, un cerramiento transparente en el que desde fuera
pueda contemplarse toda la belleza del Parque.
Hace ciertas observaciones sobre su conservación y mantenimiento,
que en aquel entonces fija en un presupuesto anual de 80.000 a 100.000 pesetas.
La ejecución de los
trabajos la confió a los servicios municipales con la colaboración de personal
de su confianza.
El anteproyecto fue estudiado por el Comité considerándolo válido,
por lo que se le encargo el proyecto definitivo y presupuestos para su
ejecución dentro de los límites que se habían marcado y con cuatro resoluciones
clave:
1 Se refiere a la
intención de crear un parque para embellecimiento de la ciudad y que fuera
marco de la Exposición.
2 Había que respetar los
árboles existentes.
3 El proyecto podría ser
modificado un 5%.
4 Deberá constar de dos
partes, una la superficie donada por la Infanta y la otra la
adscripción de la Huerta
Mariana para que en el futuro puedan ensamblarse.
Se le facilitan planos, perfiles para iniciar el proyecto, visita
Sevilla para conocer “in situ” los terrenos y la vegetación existente. El
Parque va definiéndose, busca una lectura clara e inteligible de su trazado,
armonizando el carácter particular que ha de imponer a su obra.
Se inspira en los jardines de la Alhambra de Granada, el Alcázar
de Sevilla, Aranjuez y el Retiro de Madrid, así como jardines privados de
Sevilla.
J.C.N. Forestier era un observador nato, curioso, inquieto y antes
de pasar a la acción reflexionaba y se dejaba llevar por sus experiencias
contemplativas que le conducían a la creación de un estilo ecléctico.
Quedó encandilado por el suave murmullo del agua borboteando sobre
cerámicas de colores refulgentes en las fuentes que conoció.
Usó las cerámicas como motivo decorativo de revestimiento
arquitectónico, en fuentes, pavimentos y en los abundantes bancos que
distribuyo por todo el parque, bancos cubiertos de azulejos que definen la
esencia de los jardines sevillanos desde su ubicación en el Parque de María
Luisa.
Por medio de los azulejos se reflejaban los distintos cromatismos
salpicados de alegría y privacidad convirtiéndose en una expresión única
exclusiva de los jardines sevillanos primero y después en toda Andalucía.
El cromatismo de los azulejos sustituye a las flores en lugares
cálidos donde estas viven con dificultad.
Sobre una superficie de 135.829 m² J.C.N. Forestier establece un
perímetro hexagonal del todo regular, en su interior respeta el estanque de los
Patos y su isleta central sustentadora del Pabellón de Alfonso XII, pequeño
templete neo-mudéjar, zona romántica, historicista y pintoresca que formaba
parte de los jardines de San Telmo,
respeta asimismo una avenida transversal que iba desde el Prado de San
Sebastián, donde se celebraba la Feria
de Abril al paseo de las Delicias en la orilla del río Guadalquivir, (la
Avenida de Rodríguez Casso actual )
Aprovecha los puntos de agua existentes y crea una estructura
polarizada por el estanque de los Patos como foco centralizador del Parque.
Crea un eje longitudinal Norte-Sur bordeado por dos grandes
avenidas, situando en cada uno de los extremos de eje dos conjuntos artísticos de clara inspiración
islámica, el estanque de los Lotos, replica del Patio del Ciprés de la Sultana
en el Generalife de Granada, rectangular, tipo acequia, rodeado de una atractiva
pérgola, con bancos de ladrillo tallado, que más adelante describimos y la
Fuente de los Leones reflejo de su homónima de la Alhambra, octogonal , de
ritmo zigzagueante en surtidor, respaldada por una rosaleda. Ambos poseen
remates absidiales, el primero arquitectónico alberga en la actualidad el
monumento a la Infanta María Luisa, el segundo a cargo del montículo artificial
existente del Monte Gurugú, rematado con su magnífico mirador y espectacular
banco de cerámica.
En este eje longitudinal nos encontramos con la fuente de cerámica
más importante del Parque, la Fuente de las Ranas y un estanque en forma de T
con surtidores, bordeado de arrayanes.
El resto del Parque lo configura en glorietas, alineaciones de
árboles, arbustos de floración primaveral principalmente, naranjos, grandes
eucaliptos, almeces, olmos, bosques de palmeras etc.…
A cada lado de este eje establece dos avenidas la de los Plátanos.
-Platanus x hibrida. - Avda. Hernán
Cortes y la de las Acacias negras, ahora sóforas, -Styphnolobium japonicum. - Avda. de Pizarro que rematan en
semicírculo en torno al Monte Gurugu. El Parque se ensancha hasta sus límites
por la Avda. o paseo de las Delicias junto al río y la Avda. Isabel la Católica
frente a la Plaza de España.
Av Platanos de sombra |
Tanto en el enclave de Los Lotos, como en el de los Leones utiliza
las pérgolas, como ornato clásico que el valora en el Parque recubriéndolas de
rosales y enredaderas aromáticas y de flor.
Para J.C.N. Forestier, el jardín es una obra de arte auxiliada por
la técnica.
En la memoria descriptiva de su proyecto acompañada de los planos
del Parque nos habla de la intención de crear “un conjunto preciso, claro y
simple…” de la intención de plantar una rosaleda aprovechando el fondo de la
masa vegetal que proporcionan los árboles existentes en la zona.
Destaca la importancia del agua en el jardín que le proporcionan
los nuevos estanques y fuentes proyectadas, el estanque de los Lotos, la isleta
de los patos y la fuente de los Leones, verdadero eje principal del diseño del
Parque.
Estanque de los lotos |
estanque de los paptos |
Fuente de los Leones |
Varias avenidas transversales cruzan el parque en sentido
norte-sur limitando los parterres arbolados en los que con paseos intrincados y
curvados nos llevan a las distintas glorietas establecidas con posterioridad al
diseño de J.C.N. Forestier.
Cuida los grupos de árboles existentes incorporando especies
propias del país, introduce arbustos ornamentales hasta entonces desconocidos,
plantas vivaces de África y Europa, variedades de enredaderas, jazmines,
rosales de pitiminí entre otras.
Las avenidas estaban flanqueadas por árboles propios de nuestra
región, acacias negras,.-Gleditsia
triacanthus.- ailantos,-Ailanthus
altissima.- moreras de papel ,.-Broussonetia
papyrifera.- plátanos.-Platanus x
hibrida.- olmos .-Ulmus minor.-y
fresnos.-Fraxinus americana , a las
que añade acer, Acer negundo.-tuliperos de Virginia .-Liriodendron tulipifera.-etc.…con mayor o peor acierto,, la
variedad resulta espectacular, busca con ello dar sombra a las avenidas y
sensación de frescor paradisíaco sobre la tórrida tierra del lugar.
Una esmerada selección de plantas para cada situación para cada
lugar, exigiendo variedades puras a fin de no mezclar colores, plantando
arbustos en agrupaciones y dando gran importancia a los lotos y los nenúfares
que ha de poblar los estanques proyectados.
Entusiasta y emprendedor J.C.N. Forestier resalta el carácter que
ha de tener el Parque con la inclusión de elementos arquitectónicos de
composición, introdujo la cerámica sevillana en multitud de revestimientos, en
bancos y estanques como elementos decorativos, entre los que destaca la “Fuente
de las Ranas” auténticamente trianera la original realizada por Manuel García
Montalbán, después restaurada en 1970.
Fuente de las Ranas |
Existen dos más en el mundo una en Santa Cruz de Tenerife y la
otra en el Parque Chapultepec de Méjico.
Las esculturas de la Fuente de los Leones fueron encargadas a
Manuel Delgado Brackembury, sustituidas las originales deterioradas por otras
del escultor Juan Abascal Fuentes colocadas en 1958.
La trepidante coloración de los azulejos se distribuía en todo el
parque, ya sea como elementos escultóricos en jarrones, figuras o macetones de
cerámica, así como en la composición de glorietas como en la Glorieta de la
Concha, en la que un conjunto de azulejería, blanca, azul y cobriza con fuente
de cerámica en el centro, donde incluye unas esculturas italianas seriadas
representando las cuatro estaciones del año.
En el año 1912 en plenas obras de restauración del Parque de María
Luisa el arquitecto Aníbal González y Álvarez –Ossorio el 20 de marzo presenta una moción al Comité Ejecutivo en la que propone convertir el parque en una biblioteca pública, cada glorieta o
monumento erigido a una figura literaria o poética estaría acompañada de
ejemplares de sus obras a disposición del público visitante, ya existía en
aquella fecha la glorieta dedicada a Gustavo Adolfo Bécquer erigida por
iniciativa de los Hnos. Álvarez Quintero y realizada por el escultor marchenero
Lorenzo Coullat Valera, la idea era convertir el Parque en una biblioteca
pública al aire libre y así estuvo hasta que desaparecieron las encargadas de
facilitar libros a los paseantes..
En la ejecución de las obras de restauración del parque J.C.N.
Forestier se trajo como ayudante a Mr. Naulet y Mr. Chevalier quienes recibían
las instrucciones del ingeniero en sus visitas esporádicas a la obra, el ritmo
de las obras impacientó más de una vez al ingeniero, poco a poco el Parque iba
adquiriendo una fisonomía muy digna.
Uno de sus colaboradores Mr. Chevalier dimitió de su cargo debido
a las quejas y reproches de J.C.N Forestier por la lentitud en los trabajos, de
Naulet no nos habla la historia.
Dimitido Chevalier J.C.N. Forestier propone entonces a Manuel
Pioz, jardinero jefe del jardín botánico de Madrid como jardinero segundo para
el Parque de María Luisa y para sustituir a Mr. Chevalier sugiere a Manuel
Romero como encargado de los trabajos del Parque, quien, junto a la actividad
de Emilio López, capataz del Parque, así como la del ingeniero municipal
Francisco Doblado asistido por el señor Márquez, hicieron posible que se
convirtiera en realidad el proyecto.
En principio se pensó en 1914 para la celebración del Certamen
Hispano Americano pero la difícil situación del país con muchas tensiones
sociales entre trabajadores y patronos, así como el asesinato del jefe de gobierno
D. José Canalejas, obligó junto con otras circunstancias al aplazamiento en las
fechas previstas.
No eran los momentos más adecuados para celebrar la propuesta
Exposición Hispanoamericana.
Sin embargo, ya el 18 de abril de 1914 coincidiendo con la Feria
de Abril, el parque abrió sus puertas al público sorprendido por los resultados
de la reforma que se había llevado a cabo, recibiendo el Comité Ejecutivo elogiosos comentarios por las obras
realizadas.
J.C.M. Forestier no pudo asistir a la inauguración del parque a
consecuencia del estallido de la primera guerra mundial.
El pueblo sevillano tenía a partir de este momento un jardín que
podía codearse con los mejores parques europeos de la época.
El parque nacía como remanso de paz y de ensueño, invadido de
poesía y sensualidad a la vez de una armonía que cautivo a los sevillanos.
Para J.C.N. Forestier la importancia de un jardín era elegir bien
su trazado.
El Parque nacía con personalidad propia, por su originalidad
inspirada en el arte regional del que podría sentirse orgullosa la ciudad,
mezcla de tradición y modernidad, dando una nota personal que llevo a crear una
nueva tipología de jardín andaluz.
Pero el Parque se inauguró y los trabajos de la Exposición seguían
adelante, hubo que delimitar las zonas para defender la integridad del Parque
ante la necesidad de espacio para edificar pabellones.
Las transformaciones fundamentales se produjeron durante el
periodo de 1912 a 1922 en las que tuvieron mucho que ver dos personajes
importantes, la del ingeniero francés Jean Claude Nicolás Forestier encargado
del diseño y creación del parque y la del arquitecto D. Aníbal González y
Álvarez -Ossorio creador de la más importante arquitectura que contiene lo que
hoy conocemos como Parque.
Hasta que en 1923 después del golpe de Estado del Capitán General
de Cataluña, Miguel Primo de Ribera no nombró a Cruz Conde como gobernador
Civil de la Provincia de Sevilla y Comisario Regio de la Exposición
convirtiendo así todos los trabajos de la Exposición en una empresa nacional,
no se dio un gran avance a las obras de la ahora ya denominada Exposición
Iberoamericana que iba a celebrarse en el año 1929, apoyada con el aval del
Estado
Las zonas de edificación de pabellones americanos ocuparon los
terrenos cedidos por la Mitra y posteriormente adquiridos por el Ayuntamiento
en los conocidos como Jardines de San Telmo, donde J.C.N. Forestier nunca
intervino, así como en la Huerta de Mariana hoy Plaza de América, donde se
instalaron el Pabellón Real, el Museo Arqueológico y el Museo de Artes y
Costumbres Populares, todos ellos obras de Aníbal González.
Las relaciones de J.C.N. Forestier y Aníbal González a causa de la conexión entre el Parque y la Exposición no eran muy cordiales, el Comité de la Exposición tuvo que limitar los campos de actuación de ambos, ya que sus concepciones urbanísticas diferían una de otra.
Las relaciones de J.C.N. Forestier y Aníbal González a causa de la conexión entre el Parque y la Exposición no eran muy cordiales, el Comité de la Exposición tuvo que limitar los campos de actuación de ambos, ya que sus concepciones urbanísticas diferían una de otra.
Según Pérez Escolano “el trazado de Jean Claude Nicolás Forestier,
compromete a Aníbal González (…) su idea se acopla al núcleo del Parque de
María Luisa, potenciando el papel de la gran avenida que tiene sus orígenes en
los jardines de Eslava junto al río en la Puerta Jerez y se prolonga tensa,
rectilíneamente, divergiendo del río, hacia el sur (…).
Al final se consiguió una visión unitaria del conjunto.
No puede entenderse el Parque de María Luisa sin la Exposición, ni
la Exposición sin el Parque.
Como complementos de la actuación llevada en el Parque se inaugura
por los Reyes de España el 25 de abril de 1916 la Plaza de América, plaza de
estructura rectangular rodeada de altas columnas flanqueadas por victorias
aladas en su parte superior, en el centro un estanque con cuatro elegantes
luminarias.
Tres edificios albergan la plaza, el conocido como Pabellón
Mudéjar –antiguo pabellón de Industria y Artes Decorativas-. El Pabellón Real y
el Pabellón de Bellas Artes, hoy Museo Arqueológico.
âbellón Real |
Museo Arqueológico |
Museo de Artes y Costumbres Populres |
La obra de Aníbal González amplia el espacio anexionándolo al
parque.
La utilización de diversos matices en los estilos del arte de la
jardinería nos da un resultado final de un estilo ecléctico que nos ofrece una
gran variedad de temas sin que se pierda el aspecto unitario.
Este eclectismo nace como
consecuencia de la observación y de la adaptación de los múltiples recursos que
J.C.N. Forestier utiliza partiendo de su conocimiento adquirido tras largos
años de experiencia, de su adaptación al medio, y la utilización de los estilos
adecuados, así como la funcionalidad, que le ha imprimido dándole una
personalidad propia y relevante que ha hecho que sea universalmente reconocido.
.
La ciudad se había transformado durante estos 10 años, a la par que las obras de la Exposición, en
el Parque de María Luisa, con la construcción de la Plaza de España, los
edificios emblemáticos de la Plaza de América a los que siguieron en la ciudad
el Hotel Alfonso XIII, el casino de la Exposición y el teatro Lope de Vega,
junto a las reformas realizadas con
derribos para ensanchar calles y plazas, Mateos Gago, Santa Catalina, Reyes
Católicos, Marqués de Paradas, Paseo de la Palmera etc.…se construyen nuevos
mercados ,se realizan renovaciones de alcantarillado y mejoras en los servicios
de agua, y se crean nuevos barrios en la ciudad , Heliópolis, Ciudad Jardín
etc.…
La segunda segregación de los Jardines de San Telmo se produce en
1926 al efectuarse la venta y de una
porción de los jardines de San Telmo de algo más de 62.000 m2 destinados a los
pabellones americanos de la Exposición Ibero-Americana.
Tras la compra en 1926 de parte de los jardines del palacio para
edificar pabellones de la Exposición Iberoamericana de 1929, se procedió a la
apertura de la calle La Rábida y al levantamiento del opaco muro actual de los
jardines.
Nace un nuevo cerramiento de los Jardines de San Telmo en el que
se utilizan unas columnas procedentes de la antigua parroquia de Santa Cruz
ubicada donde hoy está emplazada la Plaza de Santa Cruz, las columnas quedaron
enmarcadas en el acceso más cercano al Pabellón de Chile por la calle Rábida en
los actuales Jardines de San Telmo.
Aún podemos apreciar su relación con el Palacio de San Telmo
en este tramo de verja, distinto al
resto del cerramiento.
Para J.C.N. Forestier, el jardín es una obra de arte auxiliada por
la técnica.
En la memoria descriptiva de su proyecto acompañada de los planos
del Parque nos habla de la intención de crear “un conjunto preciso, claro y
simple…” de la intención de plantar una rosaleda aprovechando el fondo de la
masa vegetal que proporcionan los árboles existentes en la zona.
Destaca la importancia del agua en el jardín que le proporcionan
los nuevos estanques y fuentes proyectadas, el estanque de los Lotos, la isleta
de los patos y la fuente de los Leones, verdadero eje principal del diseño del
Parque.
Varias avenidas transversales cruzan el parque en sentido
norte-sur limitando los parterres arbolados en los que con paseos intrincados y
curvados nos llevan a las distintas glorietas establecidas con posterioridad al
diseño de J.C.N. Forestier.
Cuida los grupos de árboles existentes incorporando especies
propias del país, introduce arbustos ornamentales hasta entonces desconocidos,
plantas vivaces de África y Europa, variedades de enredaderas, jazmines,
rosales de pitiminí entre otras.
Las avenidas estaban flanqueadas por árboles propios de nuestra
región, acacias negras, ailantos, moreras de papel, plátanos, olmos y fresnos,
a las que añade sóforas, plátanos, acer, tuliperos de Virginia etc.…, la
variedad resulta espectacular, busca con ello dar sombra a las avenidas y
sensación de frescor paradisíaco sobre la tórrida tierra del lugar.
Una esmerada selección de plantas para cada situación para cada
lugar, exigiendo variedades puras a fin de no mezclar colores, plantando
arbustos en agrupaciones y dando gran importancia a los lotos y los nenúfares
que ha de poblar los estanques proyectados.
Entusiasta y emprendedor J.C.N. Forestier resalta el carácter que
ha de tener el Parque con la inclusión de elementos arquitectónicos de
composición, introdujo la cerámica sevillana en
multitud de revestimientos, en
bancos y estanques como elementos decorativos, entre los que destaca la “Fuente
de las Ranas” auténticamente trianera la original realizada por Manuel García
Montalbán , después restaurada en 1970.
Existen dos más en el mundo una en Tenerife y la otra en el Parque
Chapultepec de Méjico.
Las esculturas de la Fuente de los Leones fueron encargadas a
Manuel Delgado Brackembury, sustituidas las originales deterioradas por otras
del escultor Juan Abascal Fuentes
La trepidante coloración de los azulejos se distribuía en todo el
parque, ya sea como elementos escultóricos en jarrones, figuras o macetones de
cerámica, así como en la composición de glorietas como en la Glorieta de la
Concha, en la que un conjunto de azulejería, blanca, azul y cobriza con fuente
de cerámica en el centro, donde incluye unas esculturas italianas seriadas
representando las cuatro estaciones del año.
En el año 1912 en plenas obras de restauración del Parque de María
Luisa el arquitecto Aníbal González y Álvarez –Ossorio el 20 de marzo presenta una moción al Comité Ejecutivo en la que propone convertir el parque en una biblioteca pública, cada glorieta o
monumento erigido a una figura literaria o poética estaría acompañada de
ejemplares de sus obras a disposición del público visitante, ya existía en
aquella fecha la glorieta dedicada a Gustavo Adolfo Bécquer erigida por
iniciativa de los Hnos. Álvarez Quintero y realizada por el escultor marchenero
Lorenzo Coullat Valera, la idea era convertir el Parque en una biblioteca
pública al aire libre y así estuvo hasta que desaparecieron las encargadas de
facilitar libros a los paseantes..
En la ejecución de las obras de restauración del parque J.C.N.
Forestier se trajo como ayudante a Mr. Naulet y Mr. Chevalier quienes recibían
las instrucciones del ingeniero en sus visitas esporádicas a la obra, el ritmo
de las obras impacientó más de una vez al ingeniero, poco a poco el Parque iba
adquiriendo una fisonomía muy digna.
Uno de sus colaboradores Mr. Chevalier dimitió de su cargo debido
a las quejas y reproches de J.C.N Forestier por la lentitud en los trabajos, de
Naulet no nos habla la historia.
Dimitido Chevalier J.C.N. Forestier propone entonces a Manuel
Pioz, jardinero jefe del jardín botánico de Madrid como jardinero segundo para
el Parque de María Luisa y para sustituir a Mr. Chevalier sugiere a Manuel Romero
como encargado de los trabajos del Parque, quien, junto a la actividad de
Emilio López, capataz del Parque, así como la del ingeniero municipal Francisco
Doblado asistido por el señor Márquez, hicieron posible que se convirtiera en
realidad el proyecto.
En principio se pensó en 1914 para la celebración del Certamen
Hispano Americano pero la difícil situación del país con muchas tensiones
sociales entre trabajadores y patronos, así como el asesinato del jefe de
gobierno D. José Canalejas, obligó junto con otras circunstancias al
aplazamiento en las fechas previstas.
No eran los momentos más adecuados para celebrar la propuesta
Exposición Hispanoamericana.
Sin embargo, ya el 18 de abril de 1914 coincidiendo con la Feria
de Abril, el parque abrió sus puertas al público sorprendido por los resultados
de la reforma que se había llevado a cabo, recibiendo el Comité Ejecutivo elogiosos comentarios por las obras
realizadas.
J.C.M. Forestier no pudo asistir a la inauguración del parque a
consecuencia del estallido de la primera guerra mundial.
El pueblo sevillano tenía a partir de este momento un jardín que
podía codearse con los mejores parques europeos de la época.
El parque nacía como remanso de paz y de ensueño, invadido de
poesía y sensualidad a la vez de una armonía que cautivo a los sevillanos.
Para J.C.N. Forestier la importancia de un jardín era elegir bien
su trazado.
El Parque nacía con personalidad propia, por su originalidad
inspirada en el arte regional del que podría sentirse orgullosa la ciudad,
mezcla de tradición y modernidad, dando una nota personal que llevo a crear una
nueva tipología de jardín andaluz.
Pero el Parque se inauguró y los trabajos de la Exposición seguían
adelante, hubo que delimitar las zonas para defender la integridad del Parque
ante la necesidad de espacio para edificar pabellones.
Las transformaciones fundamentales se produjeron durante el
periodo de 1912 a 1922 en las que tuvieron mucho que ver dos personajes
importantes, la del ingeniero francés Jean Claude Nicolás Forestier encargado
del diseño y creación del parque y la del arquitecto D. Aníbal González y
Álvarez -Ossorio creador de la más importante arquitectura que contiene lo que
hoy conocemos como Parque.
Hasta que en 1923 después del golpe de Estado del Capitán General
de Cataluña, Miguel Primo de Ribera no nombró a Cruz Conde como gobernador
Civil de la Provincia de Sevilla y Comisario Regio de la Exposición
convirtiendo así todos los trabajos de la Exposición en una empresa nacional,
no se dio un gran avance a las obras de la ahora ya denominada Exposición
Iberoamericana que iba a celebrarse en el año 1929, apoyada con el aval del
Estado
Las zonas de edificación de pabellones americanos ocuparon los
terrenos cedidos por la Mitra y posteriormente adquiridos por el Ayuntamiento
en los conocidos como Jardines de San Telmo, donde J.C.N. Forestier nunca
intervino, así como en la Huerta de Mariana hoy Plaza de América, donde se
instalaron el Pabellón Real, el Museo Arqueológico y el Museo de Artes y
Costumbres Populares, todos ellos obras de Aníbal González.
Mapa de la plaza |
Según Pérez Escolano “el trazado de Jean Claude Nicolás Forestier,
compromete a Aníbal González (…) su idea se acopla al núcleo del Parque de María
Luisa, potenciando el papel de la gran avenida que tiene sus orígenes en los
jardines de Eslava junto al río en la Puerta Jerez y se prolonga tensa,
rectilíneamente, divergiendo del río, hacia el sur (…).
Al final se consiguió una visión unitaria del conjunto.
Así el 9 de mayo de 1929 en la Plaza España, los Reyes de España,
Primo de Ribera y los miembros de su gabinete, junto con embajadores,
diplomáticos y políticos, medios de comunicación nacionales y extranjeros y el
pueblo de Sevilla se congregaron para inaugurar la Exposición Iberoamericana.
Sevilla bajo el impulso de la Exposición, vivió días de apoteosis,
días de fiesta, con una actividad cultural intensa.
El Parque y los pabellones iluminados durante el certamen se
convirtieron en un mundo de ensueño y fantasía para todos los que lo visitaban.
Es obligado dedicar unas líneas, por breve que sean, al hombre que
plasmo muchos de los pabellones que hoy configuran el Parque de María Luisa al
que se le ha anexionado la Plaza de España, el arquitecto Aníbal González y
Álvarez -Ossorio –un auténtico mito sevillano- con extraordinaria capacidad
para aplicar sin perjuicios una concepción escenográfica y urbana de la
arquitectura más tradicional sevillana.