Quizás
nos interese conocer muchas de las vicisitudes que ha soportado el páter de los
jardines sevillanos desde su creación hasta nuestros días.
Su
historia nos llega a través de plumas insignes, de investigaciones detalladas
que nos dan un enfoque multidisciplinar de cómo ha sido considerado el Parque
en los distintos eventos históricos de la ciudad y otras de viva voz de
aquellos que vivieron aquella época.
EL PALACIO DE SAN TELMO
El
Parque de María Luisa nace en sus primeros andares de lo que fueron los
jardines del Palacio de los Duques de Montpensier, legados a la ciudad por la
Infanta María Luisa de Orleáns Vda. de Montpensier en el año 1893.
Renace
como seña de identidad de Sevilla en la Exposición Iberoamericana de 1929,
después de muchos años y avatares a partir su cesión a la ciudad, nació como
pulmón verde en unos momentos en que las ciudades importantes transformaban
jardines privados en parques públicos a efectos de dotar a los ciudadanos de
espacios libres que antes habían sido privilegio de la burguesía
convirtiéndolos en parques urbanos para ocupar su ocio cada vez mayor en el
mundo laboral, donde se escuchaba música
en conciertos de bandas, donde se paseaba en barca en sus
lagos, se practicaban deportes y se relajaba la gente en sus paseos tan en boga
en aquella época.
El
parque como ente vivo ha sufrido y está sufriendo muchos desmanes e injusticias
al ser considerado como Jardín Histórico Artístico por una parte y parque
urbano de todos los días y todas las horas por otra.
Quizás
nos interese conocer muchas de las vicisitudes que ha soportado el pater de los
jardines sevillanos desde su cesión a la ciudad hasta nuestros días.
Para
iniciar un hilo conductor de su historia, hemos de retrotraernos a la Sevilla
de mediados del siglo XVIII, una Sevilla impulsada por los próceres de la época
, principalmente por el Asistente Arjona
que inicia una etapa de implantación de jardines, con anterioridad la Alameda
de Hércules, el Campo de Marte, el Patín de las Damas etc.… eran más bien paseos
arbolados en que los ciudadanos sobre
todo en los días festivos llevaban a cabo sus encuentros sociales en forma de
paseos y tertulias.
La
creación por el Asistente del Paseo del Duque y el Salón de Cristina y sobre
todo la creación de los jardines de las Delicias fueron punto de reunión y
encuentro de la alta sociedad sevillana.
En
estos jardines se organizaban actos sociales, eran jardines demandados por la
clase social más elitista para disfrutar de sus paseos y a modo de escaparate
para lucir sus bellos trajes o sus engalanadas caballerías en sus paseos en
coche.
Sevilla
contaba entonces unos 148.000 habitantes, la precaria situación de los
trabajadores del campo y la baja producción agrícola hizo que muchos de ellos
basaran su refugio en la ciudad al amparo de expectativas industrializadoras.
En
aquellos años la tasa de mortandad era la más alta de España, la insalubridad
de la ciudad determinante junto con el deficiente abastecimiento de agua, la
mala pavimentación, el precario alcantarillado y la pésima calidad de muchas de
las viviendas edificadas.
La
ciudad seguía siendo atractiva, a pesar del derribo de las murallas, la
población continuaba viviendo en el casco tradicional, no se habían producido
grandes ensanches, calles viejas estrechas y tortuosas; palacios y casas antiguas…una
ciudad muy hermosa, pero mortífera.
LA LLEGADA DE LOS MONTPENSIER
Un
hito importante en la historia del Parque de María Luisa fue la llegada a
Sevilla de los Duques de Montpensier, el Antonio de Orleáns y ella María Luisa
Fernanda de Borbón y Borbón, hermana de la Reina Isabel II, esto sucedía el 7
de mayo de 1848. Toda la segunda mitad del siglo XIX ostenta el sello de su
poderosa personalidad. expulsado de Francia por la Revolución de 1848 tuvo que
instalarse en Sevilla por las suspicacias que levantaba en el Gobierno Español
su presencia en Madrid. Provisionalmente se instalaron en el Palacio
Arzobispal, esperando que finalizaran las obras que se estaban llevando a cabo
en el Alcázar. Allí nació su hija Isabel. El duque sin embargo tenía intención
de comprar un palacio, lo intentó en Granada sin éxito. Cuando decide quedarse
en Sevilla compra el Palacio de San Telmo, en aquel entonces propiedad del
Estado, habiendo sido anteriormente Universidad de Mareantes y en aquel momento
Instituto de Segunda Enseñanza, después Seminario Metropolitano, hoy sede de la
Presidencia de la Junta de Andalucía.
Se
realizaron muchas obras de restauración en el edificio y adquirieron fincas
próximas al palacio, entre los terrenos adquiridos fueron los del convento de
San Diego y una finca conocida como “La Isabela”, El Naranjal y el frustrado
Jardín de Aclimatación iniciado por Claudio Boutelou que nunca se utilizó como
tal, con la incorporación de ellos se inició la creación de los jardines de
palacio.
Los
restos del antiguo convento, Convento de San Diego, se utilizaron como
dependencias de la servidumbre y para las caballerizas. Una tropa de guardeses,
jardineros, herradores, más el personal de servicio ocuparon las dependencias.
En
los planos históricos de Sevilla puede observarse la magnitud del jardín y las
huertas que lo componían que posteriormente fueron cedidas a la ciudad.
Era
Montpensier un gran aficionado a la botánica y junto con Lecolant realizaron la
construcción de los jardines del Palacio de San Telmo, diseñando así mismo los
del Palacio de verano que tenían los duques en Sanlúcar de Barrameda.
André
Lecolant, era lo que hoy llamaríamos un ingeniero técnico agrícola ya que al
igual que de jardinero se encargaba del control de los cultivos agrícolas de
Palacio. Cualquier posible adquisición de fincas era informada previamente por
el Sr. Lecolant, y, una vez adquirida, organizaba su explotación. Los capataces
encargados de cada finca le informaban a él periódicamente.
La
elección de una persona con su perfil es la prueba clara del cambio de
mentalidad que traen los Duques, ya que es la apuesta por una agricultura
comercial con nuevas tecnologías, sin olvidar el gusto refinado y señorial de
poder disfrutar de unos jardines maravillosos.
Los
sevillanos nunca entendieron de D. Antonio que vendiera las naranjas de los
jardines y huertos o preguntara él de los productos que el mismo compraba en
las tiendas de la ciudad. -el naranjero o “Monsieur combien” fueron algunos de
los apelativos con lo que los sevillanos lo bautizaron.
Los
jardines del Palacio de San Telmo se proyectaron según el gusto de le época,
cuando el jardín paisajista o jardín ingles estaba de moda, impregnado de
escenas romanticistas. “abundaba lo apaisado, lo pintoresco, el aspecto natural”;
según nos cuenta la historia, se instalaron restos arqueológicos. El arbolado
agrupado en bosquetes o en hileras, huertas de naranjos, entre caminos y
sendas, calles terrizas con bancos rústicos, figuras geométricas, praderas,
montañas, saltos de agua, puentes, muchas cestas de flores, cofres o cajoneras
acristaladas, invernaderos, albercas, fuentes, kioscos, cabañas, pajareras,
jardines zoológicos, juegos y deportes, columnas y bustos, vasos, jarras y
ruinas imitadas “así nos lo describe don Joaquín Guichot y Sierra.
Entre
su estatuario destacaba una estatua en bronce de Fernando VII que procedía de
un palacio que la Reina viuda María Cristina tenía en Paris, hoy depositada en
el Museo Municipal de la Torre de Don Fadrique.
En
algunos testimonios gráficos nos hablan de la existencia de elementos
gimnásticos y deportivos al aire libre destinados al ejercicio físico.
Un
cronista del “Porvenir” periódico de la época nos describe que “se encontraba a
la vista una linda pajarera conteniendo variedad de aves de distintos colores,
riscos por donde serpenteaba el agua, adornada con gusto y elegancia formando
estalactitas de imitación……añadiendo su invernadero de flores exóticas, pistas
de tenis, estanques, etc.…
Los
jardines disponían de una alberca alimentada por una máquina de vapor que
extraía el agua del Guadalquivir para el riego de los jardines.
Los
jardines fueron abiertos al público en determinadas ocasiones, causando gran
impacto entre los sevillanos.
Los
jardines y las huertas ocupaban desde el actual Palacio de San Telmo, hasta el
Monte Gurugú, desde el Paseo de las Delicias hasta la Avda. Isabel la católica
en referencias actuales.
Murió
el Duque en 1890, la infanta fallecería solo siete años más tarde legando antes
de su muerte parte de sus jardines.
En
los planos históricos de Sevilla puede observarse la magnitud del jardín y las
huertas que lo componían observándose claramente la obstrucción que hacían para
el crecimiento de la ciudad hacia el Sur.
No
solo tuvo importancia la presencia de los Duques en Sevilla para el Parque de
María Luisa, sino que fueron mecenas en muchos otros campos ayudando al
desarrollo de la ciudad.
DONACION DEL PARQUE A LA CIUDAD
En
mayo de 1893 en un acto más de su mecenazgo la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón
y Borbón donaba a Sevilla parte de los jardines de su Palacio de San Telmo.
La
ciudad estaba colapsada en su crecimiento hacia el sur, el Ayuntamiento ya
había solicitado abrir una vía de comunicación hacia el rio, la actual Avda. de
María Luisa, la Infanta accedió encantada en donar los terrenos para “uso y
disfrute de los sevillanos”.
La
donación abarcaba por el oeste con Glorieta de San Diego a lo que es hoy la
Avda. de María Luisa hasta el Paseo de Bellaflor; Paseo de las Delicias
limitando al sur, con la Huerta de Mariana, hoy plaza de América y al este con
el Prado de San Sebastián.
La
parte de los jardines y huertas de los jardines de San Telmo donados a la
ciudad estaban compuestos por elementos que todavía existen de aquella época anteriores
a su reforma como Parque para la
Exposición Iberoamericana, el monte “Gurugú”, con su mirador metálico, la
isleta de los patos, con su templete romántico, el costurero de la reina,
lamentando la desaparición de la gran estufa o invernadero trasladado desde los
jardines de San Telmo al Jardín de las Delicias, y también existía la Choza de los Carneros construcción rustica
que fue centro de trabajo de los jardineros desaparecida en una de las
reformas, la casa de las Yeguas y un
corral con ciervos y jabalíes dentro de lo que eran las huertas de Palacio. .
Los
árboles centenarios en su mayoría conservados, después de las vicisitudes
vividas durante los años de historia del Parque permanecen como hitos
históricos del jardín.
El
13 de mayo de 1893 el Ayuntamiento de Sevilla solicito a la S.A. Infanta María
Luisa Fernanda de Borbón, segregar una parte de los Jardines de San Telmo para
la expansión de la ciudad hacia el Sur.
En
el mes de mayo del mismo año el Sr. Rodríguez de la Borbolla solicitaba autorización
al Sr. Alcalde para negociar con la testamentaria del Duque de Montpensier la
cesión de terrenos de las Huertas y jardines de San Telmo.
A
la muerte del Duque D. Antonio de Orleans en 1890 y tras múltiples solicitudes
por parte del Ayuntamiento la Infanta accede a la cesión de una parte de los
jardines en 1893, mediante escritura pública del 19 de junio.
El
terreno cedido contaba con 207.365,58 m2 incluidas las vías públicas.
En
una valoración realizada por el arquitecto D. Juan Talavera de la Vega se
cifraba en un millón de pesetas el valor de la donación.
El
Ayuntamiento se comprometía a cercar los jardines que quedaran agregados al
Palacio de San Telmo y a retirar del terreno todas las plantas, estatuas y
otros efectos de valor que fueran de su gusto y voluntad.
La
Infanta escribía al Sr. Alcalde:
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