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José Elías Bonells. -Ex adjunto a la Jefatura al Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla

jueves, 16 de marzo de 2017

EL PARQUE DE MARÍA LUISA - I



Quizás nos interese conocer muchas de las vicisitudes que ha soportado el páter de los jardines sevillanos desde su creación hasta nuestros días.

Su historia nos llega a través de plumas insignes, de investigaciones detalladas que nos dan un enfoque multidisciplinar de cómo ha sido considerado el Parque en los distintos eventos históricos de la ciudad y otras de viva voz de aquellos que vivieron aquella época.

EL PALACIO DE SAN TELMO


El Parque de María Luisa nace en sus primeros andares de lo que fueron los jardines del Palacio de los Duques de Montpensier, legados a la ciudad por la Infanta María Luisa de Orleáns Vda. de Montpensier en el año 1893.

Renace como seña de identidad de Sevilla en la Exposición Iberoamericana de 1929, después de muchos años y avatares a partir su cesión a la ciudad, nació como pulmón verde en unos momentos en que las ciudades importantes transformaban jardines privados en parques públicos a efectos de dotar a los ciudadanos de espacios libres que antes habían sido privilegio de la burguesía convirtiéndolos en parques urbanos para ocupar su ocio cada vez mayor en el mundo laboral,  donde se escuchaba música en  conciertos de  bandas, donde se paseaba en barca en sus lagos, se practicaban deportes y se relajaba la gente en sus paseos tan en boga en aquella época.




El parque como ente vivo ha sufrido y está sufriendo muchos desmanes e injusticias al ser considerado como Jardín Histórico Artístico por una parte y parque urbano de todos los días y todas las horas por otra.

Quizás nos interese conocer muchas de las vicisitudes que ha soportado el pater de los jardines sevillanos desde su cesión a la ciudad hasta nuestros días.

Para iniciar un hilo conductor de su historia, hemos de retrotraernos a la Sevilla de mediados del siglo XVIII, una Sevilla impulsada por los próceres de la época ,  principalmente por el Asistente Arjona que inicia una etapa de implantación de jardines, con anterioridad la Alameda de Hércules, el Campo de Marte, el Patín de las Damas etc.… eran más bien paseos arbolados en que  los ciudadanos sobre todo en los días festivos llevaban a cabo sus encuentros sociales en forma de paseos y tertulias.

La creación por el Asistente del Paseo del Duque y el Salón de Cristina y sobre todo la creación de los jardines de las Delicias fueron punto de reunión y encuentro de la alta sociedad sevillana. 


En estos jardines se organizaban actos sociales, eran jardines demandados por la clase social más elitista para disfrutar de sus paseos y a modo de escaparate para lucir sus bellos trajes o sus engalanadas caballerías en sus paseos en coche.

Sevilla contaba entonces unos 148.000 habitantes, la precaria situación de los trabajadores del campo y la baja producción agrícola hizo que muchos de ellos basaran su refugio en la ciudad al amparo de expectativas industrializadoras.

En aquellos años la tasa de mortandad era la más alta de España, la insalubridad de la ciudad determinante junto con el deficiente abastecimiento de agua, la mala pavimentación, el precario alcantarillado y la pésima calidad de muchas de las viviendas edificadas.

La ciudad seguía siendo atractiva, a pesar del derribo de las murallas, la población continuaba viviendo en el casco tradicional, no se habían producido grandes ensanches, calles viejas estrechas y tortuosas; palacios y casas antiguas…una ciudad muy hermosa, pero mortífera.

LA LLEGADA DE LOS MONTPENSIER

Un hito importante en la historia del Parque de María Luisa fue la llegada a Sevilla de los Duques de Montpensier, el Antonio de Orleáns y ella María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, hermana de la Reina Isabel II, esto sucedía el 7 de mayo de 1848. Toda la segunda mitad del siglo XIX ostenta el sello de su poderosa personalidad. expulsado de Francia por la Revolución de 1848 tuvo que instalarse en Sevilla por las suspicacias que levantaba en el Gobierno Español su presencia en Madrid. Provisionalmente se instalaron en el Palacio Arzobispal, esperando que finalizaran las obras que se estaban llevando a cabo en el Alcázar. Allí nació su hija Isabel. El duque sin embargo tenía intención de comprar un palacio, lo intentó en Granada sin éxito. Cuando decide quedarse en Sevilla compra el Palacio de San Telmo, en aquel entonces propiedad del Estado, habiendo sido anteriormente Universidad de Mareantes y en aquel momento Instituto de Segunda Enseñanza, después Seminario Metropolitano, hoy sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. 

Se realizaron muchas obras de restauración en el edificio y adquirieron fincas próximas al palacio, entre los terrenos adquiridos fueron los del convento de San Diego y una finca conocida como “La Isabela”, El Naranjal y el frustrado Jardín de Aclimatación iniciado por Claudio Boutelou que nunca se utilizó como tal, con la incorporación de ellos se inició la creación de los jardines de palacio. 

Los restos del antiguo convento, Convento de San Diego, se utilizaron como dependencias de la servidumbre y para las caballerizas. Una tropa de guardeses, jardineros, herradores, más el personal de servicio ocuparon las dependencias.

En los planos históricos de Sevilla puede observarse la magnitud del jardín y las huertas que lo componían que posteriormente fueron cedidas a la ciudad.


Era Montpensier un gran aficionado a la botánica y junto con Lecolant realizaron la construcción de los jardines del Palacio de San Telmo, diseñando así mismo los del Palacio de verano que tenían los duques en Sanlúcar de Barrameda. 

André Lecolant, era lo que hoy llamaríamos un ingeniero técnico agrícola ya que al igual que de jardinero se encargaba del control de los cultivos agrícolas de Palacio. Cualquier posible adquisición de fincas era informada previamente por el Sr. Lecolant, y, una vez adquirida, organizaba su explotación. Los capataces encargados de cada finca le informaban a él periódicamente.

La elección de una persona con su perfil es la prueba clara del cambio de mentalidad que traen los Duques, ya que es la apuesta por una agricultura comercial con nuevas tecnologías, sin olvidar el gusto refinado y señorial de poder disfrutar de unos jardines maravillosos.

Los sevillanos nunca entendieron de D. Antonio que vendiera las naranjas de los jardines y huertos o preguntara él de los productos que el mismo compraba en las tiendas de la ciudad. -el naranjero o “Monsieur combien” fueron algunos de los apelativos con lo que los sevillanos lo bautizaron.

Los jardines del Palacio de San Telmo se proyectaron según el gusto de le época, cuando el jardín paisajista o jardín ingles estaba de moda, impregnado de escenas romanticistas. “abundaba lo apaisado, lo pintoresco, el aspecto natural”; según nos cuenta la historia, se instalaron restos arqueológicos. El arbolado agrupado en bosquetes o en hileras, huertas de naranjos, entre caminos y sendas, calles terrizas con bancos rústicos, figuras geométricas, praderas, montañas, saltos de agua, puentes, muchas cestas de flores, cofres o cajoneras acristaladas, invernaderos, albercas, fuentes, kioscos, cabañas, pajareras, jardines zoológicos, juegos y deportes, columnas y bustos, vasos, jarras y ruinas imitadas “así nos lo describe don Joaquín Guichot y Sierra.


Entre su estatuario destacaba una estatua en bronce de Fernando VII que procedía de un palacio que la Reina viuda María Cristina tenía en Paris, hoy depositada en el Museo Municipal de la Torre de Don Fadrique.

En algunos testimonios gráficos nos hablan de la existencia de elementos gimnásticos y deportivos al aire libre destinados al ejercicio físico.

Un cronista del “Porvenir” periódico de la época nos describe que “se encontraba a la vista una linda pajarera conteniendo variedad de aves de distintos colores, riscos por donde serpenteaba el agua, adornada con gusto y elegancia formando estalactitas de imitación……añadiendo su invernadero de flores exóticas, pistas de tenis, estanques, etc.…

Los jardines disponían de una alberca alimentada por una máquina de vapor que extraía el agua del Guadalquivir para el riego de los jardines.

Los jardines fueron abiertos al público en determinadas ocasiones, causando gran impacto entre los sevillanos.

Los jardines y las huertas ocupaban desde el actual Palacio de San Telmo, hasta el Monte Gurugú, desde el Paseo de las Delicias hasta la Avda. Isabel la católica en referencias actuales. 

Murió el Duque en 1890, la infanta fallecería solo siete años más tarde legando antes de su muerte parte de sus jardines.

En los planos históricos de Sevilla puede observarse la magnitud del jardín y las huertas que lo componían observándose claramente la obstrucción que hacían para el crecimiento de la ciudad hacia el Sur.

No solo tuvo importancia la presencia de los Duques en Sevilla para el Parque de María Luisa, sino que fueron mecenas en muchos otros campos ayudando al desarrollo de la ciudad.

DONACION DEL PARQUE A LA CIUDAD

En mayo de 1893 en un acto más de su mecenazgo la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón donaba a Sevilla parte de los jardines de su Palacio de San Telmo.

La ciudad estaba colapsada en su crecimiento hacia el sur, el Ayuntamiento ya había solicitado abrir una vía de comunicación hacia el rio, la actual Avda. de María Luisa, la Infanta accedió encantada en donar los terrenos para “uso y disfrute de los sevillanos”.

La donación abarcaba por el oeste con Glorieta de San Diego a lo que es hoy la Avda. de María Luisa hasta el Paseo de Bellaflor; Paseo de las Delicias limitando al sur, con la Huerta de Mariana, hoy plaza de América y al este con el Prado de San Sebastián.

La parte de los jardines y huertas de los jardines de San Telmo donados a la ciudad estaban compuestos por elementos que todavía existen de aquella época anteriores a su reforma como Parque  para la Exposición Iberoamericana, el monte “Gurugú”, con su mirador metálico, la isleta de los patos, con su templete romántico, el costurero de la reina, lamentando la desaparición de la gran estufa o invernadero trasladado desde los jardines de San Telmo al Jardín de las Delicias, y también existía  la Choza de los Carneros construcción rustica que fue centro de trabajo de los jardineros desaparecida en una de las reformas, la casa de las Yeguas  y un corral con ciervos y jabalíes dentro de lo que eran las huertas de Palacio. .


Los árboles centenarios en su mayoría conservados, después de las vicisitudes vividas durante los años de historia del Parque permanecen como hitos históricos del jardín.

El 13 de mayo de 1893 el Ayuntamiento de Sevilla solicito a la S.A. Infanta María Luisa Fernanda de Borbón, segregar una parte de los Jardines de San Telmo para la expansión de la ciudad hacia el Sur.

En el mes de mayo del mismo año el Sr. Rodríguez de la Borbolla solicitaba autorización al Sr. Alcalde para negociar con la testamentaria del Duque de Montpensier la cesión de terrenos de las Huertas y jardines de San Telmo.

A la muerte del Duque D. Antonio de Orleans en 1890 y tras múltiples solicitudes por parte del Ayuntamiento la Infanta accede a la cesión de una parte de los jardines en 1893, mediante escritura pública del 19 de junio.

El terreno cedido contaba con 207.365,58 m2 incluidas las vías públicas.

En una valoración realizada por el arquitecto D. Juan Talavera de la Vega se cifraba en un millón de pesetas el valor de la donación.

El Ayuntamiento se comprometía a cercar los jardines que quedaran agregados al Palacio de San Telmo y a retirar del terreno todas las plantas, estatuas y otros efectos de valor que fueran de su gusto y voluntad.

La Infanta escribía al Sr. Alcalde:




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