IV CONGRESO
INTERNACIONAL EUROPEO IFPRA International
Federation Park Recreation Administration Traducción libre por José Elías
Bonells
par J. Hekman y J. Meeus
Ya
que hablamos de árboles, queremos indicar el árbol en todas sus
manifestaciones. En particular, el árbol es indispensable para la supervivencia
de la humanidad y condiciona el modo de supervivencia del ser humano. Existe,
en efecto, una relación entre el hombre y el árbol, ya sea directamente (clima,
temperatura, oxígeno, alimentación) o indirectamente (por ejemplo: cuando
utilizamos los vegetales o los animales vivientes en los bosques). La
degradación de nuestro planeta se hace más evidente en los lugares donde el
árbol ha desaparecido en el curso de los tiempos.
Nos
interesamos por el valor del árbol en nuestro entorno humano o utilizamos el
árbol como un mueble, como un objeto decorativo. Después de algunas decenas de
años, uno se ha esforzado en responder a una demanda creciente de árboles de
porte modesto, generalmente en las ciudades que han dado lugar a operaciones de
renovación, donde el arquitecto paisajista dispone de una elección limitada, ya
que ha de tomar en cuenta cuidadosamente el porte futuro de los árboles.
Son
elementos importantes para la elección de los árboles el suelo y el paisaje. El
suelo, los recursos de agua, la historia del lugar y los árboles determinan el
aspecto del paisaje. Holanda tiene los tipos de paisaje totalmente diferentes:
los “polder” y los “kampen”. Los primeros son muy planos y no poseen árboles,
sólo en largas líneas azules –canales, diques, “singles” y zanjas- y casas
concentradas en los pueblos y las ciudades. Los segundos se caracterizan por un
micro-relieve: muchos árboles, algunos bosques y un hábitat dispersado. Estos
paisajes definen el contexto de la política holandesa en materia de árboles.
En
zona urbana, las condiciones climáticas, pedológicas e hidrológicas son
generalmente bastante menos originales, lo que quiere decir que los árboles y
otros vegetales son menos dependientes del suelo. El medio urbano es tan
artificial que los vegetales y los animales necesitan constantes cuidados para
sobrevivir. Si los árboles pudieran expresarse, serían raros lo que quisieran
vivir en el centro de las ciudades. Además, las condiciones del medio ambiente
se degradan progresivamente en las ciudades, lo que reduce la duración de vida
de los árboles. Por ello los ayuntamientos preparan los planes verdes y de
plantación, en los cuales la elección de los árboles y la gestión a largo plazo
de los espacios verdes tiene en cuenta el agua, el suelo y el tipo de paisaje.
El resultado es comparable a un cuadro que respetara un equilibrio perfecto entre
el marco y la pintura.
Si
un ayuntamiento no establece un “marco permanente”, las generaciones futuras se
encontrarán desprovistas, pero si se sigue el marco muy de cerca y uno pierde
de vista la pintura, los usuarios se sentirán desposeídos de “sus” espacios
públicos. Los detalles no son indispensables para el marco; ellos lo son para
la calidad de la vida, ya que ellos expresan el espíritu de una época.
Examinemos
la puesta en obra de un plan de estructura verde en la comunidad de Rheden,
comunidad de siete pueblos de 50.000 habitantes situado al Este de Holanda.
Dispone de bosques, de cursos de agua y ríos, de arenas y arcillas, de
castillos y propiedades y de viejos nudos de comunicación. Hablaremos de la
posibilidad de restaurar un marco antiguo y de introducir unas estructuras
nuevas.
Al
igual que a Rheden, donde los dos tercios de la superficie son ocupados por
bosques, la disposición del espacio y de los árboles son tan importantes como
los bosques que proliferan en el horizonte. No se pueden comparar simplemente
sus funciones. Es fácil continuar reponiendo la naturaleza y el medio verde a
medida que los pueblos y las ciudades se desarrollan, pero esto quiere decir
que se pierden las relaciones que existen entre las zonas habitadas y su
entorno inmediato.
Después
de algunos años, decenas de ayuntamientos holandeses como Rheden han elaborado
un plan de estructura verde. La concepción de los espacios verdes en las
ciudades no se debe reducir a plantar verde en un espacio libre, sino adoptar
una visión más amplia del espacio apoyándose sobre un profundo conocimiento de
la cultura y de la naturaleza.
Existen
grandes diferencias según los tipos de paisaje. El papel de los árboles, del
suelo y del agua no es el mismo en los “polders” y los “kampen”, pero no es
cuestión de establecer una jerarquía entre las calidades respectivas de unos y
de los otros. Lo que cuenta es la coherencia del marco, del cuadro y de los
detalles, la relación entre el corto término y el largo término, y el lazo o
vínculo entre el dominio de una gestión a largo plazo y el cuidado aportado por
los detalles efímeros.
Los
planes de estructura verde y de gestión de los árboles deben tener en cuenta
los impactos ecológicos contribuyendo a reforzar la identidad del
establecimiento humano.
J. Heckman y J. Meeus
IV Congreso europeo IFPRA
El
árbol es el elemento más importante en el paisajismo. Si interpretamos el valor
“decorativo” de los árboles en términos de arquitectura, llegaremos a la
conclusión que este término es usado con demasiada abstracción y subjetividad.
Usamos la diversidad de valores “decorativos”. El arquitecto paisajista lo
utiliza en la elección de los árboles. El valor “decorativo” es naturalmente
apreciado por la específica apariencia del árbol.
1.- Cuáles son los objetivos de un
árbol-control
2.- Qué está planeando la ciudad con
respecto al arbolado
3.- Con qué policía se cuenta
EL ARBOL CORRECTO EN SU MEJOR SITIO
En
Holanda para cada 1.000 personas hay un jardinero.
RENOVACIÓN DE LOS GRANDES PARQUES. EL EJEMPLO
DE BUTTES-CHAUMONT
Louis Marie Paquet
IV Congreso europeo
IFPRA
EL ARBOL Y EL PAISAJE
URBANO
INTRODUCCIÓN: LA NECESIDAD DE UNA RENOVACIÓN
Los
grandes parques históricos de Paris, la mayor parte han sido realizados o
modificados por Alphand y sus colaboradores, en la segunda mitad de siglo XIX.
Algunos árboles de estos jardines han llegado a ser remarcables por su porte.
Otros, más numerosos, muestran los signos claros de debilitamiento aumentado
por envejecimiento. Los gestores deben pues mirar por la renovación de estas
plantaciones originales. Después de cuatro años, la Dirección de Parques,
Jardines y Espacios Verdes ha empezado la renovación de la avenida Foch, el
parque Montsouris y el de Buttes Chaumont.
A través
de esta última operación, expondremos las gestiones que nos han conducido a la
concreción de un plan de renovación a largo plazo. En primer lugar, nos hemos
vinculado a conocer a sus diseñadores y las técnicas utilizadas para realizar
los efectos paisajistas expresados. Después, hemos ensayado aprender la
evolución del parque, desde su origen a nuestros días. Enseguida hemos deducido
nuestro objetivo: restaurar el carácter pintoresco del parque tomando en cuenta
los impactos actuales.
La
elaboración del proyecto se iniciaba. Al fin habíamos empezado la realización
sobre el terreno de este plan de renovación.
CONOCER
LA DECISIÓN DE LOS DISEÑADORES
El estudio
de renovación de un parque no se puede hacer sin haber analizado los objetivos
que han precedido a su creación: elección del lugar, objetivos de la creación
inicial, técnicas de la época...
Buttes-Chaumont
estaba, como su nombre indica “chauve-mont”, una colina desguarnecida de
vegetación dotada de un pasado tenebroso. Fue el emplazamiento del tristemente
célebre patíbulo de Montfaucon, después, el vertedero de las inmundicias de
Paris. Además de la cantera de extracción de yeso antiguamente, fue ampliado en
el siglo XIX, lo que precisó rápidamente el cierre de las canteras subterráneas
por razones de seguridad.
La
originalidad de Buttes-Chaumont es el carácter mismo del lugar, grande (25
Has.), no edificables, respondía a los deseos de Napoleón III de dotar a París
de un parque en el Norte de la ciudad. Terminado en 1862, fue confiado al
ingeniero Alphand para su conservación, junto con el horticultor paisajista
Barillet-Deschamps y del arquitecto Davioud. Ellos tuvieron la idea genial de
transformar los impactos topográficos principales de la explotación de yeso,
creando un parque pintoresco de aspecto montañoso.
El parque
está organizado alrededor de algunos elementos fuertes: cuatro puntos altos
conectados visualmente unos con otros y plan central de agua, su isla y sus
acantilados de yeso simulando un “mini etretat”, la cascada y los puentes.
Sigue el ritmo con una sucesión de perspectivas y de barreras vegetales
destinadas a sorprender al paseante. Este trabajo lo ha convertido en el más
pintoresco de los parques parisinos.
Para
comprender en el detalle los efectos paisajísticos y la manera como fueron
realizados, hemos estudiado un plan de composición, las obras técnicas de la
época y las fotografías y grabados originales. Se ha podido constatar que
Alphand y sus colaboradores estaban muy preocupados de obtener efectos rápidos,
por contra estaban muy discretos sobre las reglas de mantenimiento y
conservación a tener en cuenta.
Árboles
piramidales han sido plantados aislados o en grupo sobre las praderas y los
arbustos plantados densamente han constituido las masas vegetales. Los
acantilados y el “mini etretat”, que simula la isla central, han estado
tallados con dinamita a partir de las antiguas canteras. La tierra vegetal ha
sido aportada de tierras de las huertas colindantes, de La Villette por
ejemplo, que en aquella época no era nada más que una aldea rural.
ANALIZAR
LA EVOLUCION DEL PARQUE DESDE SUS ORIGENES A NUESTROS DIAS
La segunda
etapa de nuestras investigaciones ha sido la de la evolución del parque, desde
su creación a nuestros días, evolución no solamente del patrimonio vegetal,
sino también de su entorno urbano y de la frecuentación.
Evolución
de la vegetación
Nuestros
datos consistían en un primer inventario realizado en 1.950 y un segundo que
nosotros habíamos efectuado en 1.987.
El examen
y la comparación de estas informaciones mostraban varios fenómenos.
Mientras
habíamos constatado un envejecimiento del patrimonio arborícola. La
circunferencia media de los árboles ha progresado 10 cm. en 40 años. El número
de árboles ha bajado por la desaparición de sujetos en periodo decadente o
debilitados. En fin, el ritmo de renovación practicado durante este periodo
correspondería a una duración media de vida de los árboles de este parque –en
el que un tercio está muriéndose- 100 a 120 años.
Enseguida,
habíamos notado un notable aumento de la cobertura del suelo, debida no
solamente al crecimiento de los árboles existentes, sino de las plantaciones
posteriores a la creación. Así que numerosas perspectivas originales habían
desaparecido.
Nuestra
tercera constatación fue el empobrecimiento de la paleta de especies debido al
peso de las modas hortícolas de estos últimos años. Algunas especies han
progresado notablemente, los cedros, los ginkgos, los abedules, los prunus, los
chamaecyparis, a costa de especies más raras.
En fin, la
calidad de las plantaciones recientes es realmente decepcionante. Demasiados
árboles jóvenes han sido plantados bajo la cubierta vegetal, condenados y
dominados desde el principio.
Hemos
constatado así mismo el fracaso sobre la gestión cotidiana a largo término,
golpe por golpe del patrimonio arbóreo de un gran parque. Un plan de renovación
se revelaba más que nunca necesario.
La
evolución del entorno inmediato
Cuando la
creación del parque, su entorno era muy diferente. La orilla este de
Buttes-Chaumont bordeada de tierras de huerta. Los diseñadores habían
aprovechado este entorno para incorporar perspectivas hacia el campo o el
horizonte. La urbanización de París ha transformado este parque en jardín
urbano. Perspectivas otra vez interesantes han perdido su interés, ya que ahora
se vislumbran edificios de calidad arquitectural más o menos discutible.
Conviene, en este caso, acelerar la “colmatación” de estas perspectivas
ayudándolas a su evolución natural o provocándolas por plantaciones nuevas.
Se ve, a
través de este ejemplo preciso, cómo un plan de renovación no puede y no debe
ser un plan de restauración a lo idéntico, sino más bien la adaptación de un
plan y de conceptos de la época de creación teniendo en cuenta los impactos y
las situaciones nuevas.
La
evolución de la frecuentación del parque
El papel
casi exclusivo de paseo del parque, según la concepción de Alphand, ha
evolucionado mucho. Hoy el parque debe asegurar otras funciones. Juega un
importante papel como reserva de la naturaleza, dando una imagen de paz y de duración
apreciada por los adultos y las personas de edad. Igualmente se ha convertido
en un espacio de expansión y de ocio para los deportes (jogging,) y los niños.
Dos áreas de juego han aparecido después de la creación del parque y tienen que
ser repensadas de acuerdo con el lugar que ocupan.
CORREGIR
LAS EVOLUCIONES NATURALES ESCOGIENDO UN OBJETIVO COHERENTE
El parque
de Buttes-Chaumont se revela pues como una obra acabada de un equipo de
diseñadores, pero transformada por la evolución de las plantaciones originales
y la gestión cotidiana de los jardineros y los podadores que han actuado
durante más de un siglo.
Con el fin
de ponderar en qué medida estas evoluciones eran reversibles, se modelizó el
crecimiento de los árboles sobre el plan masa original. Este trabajo ha
permitido simular el aspecto que tendría el parque si se hubiera respetado el
proyecto original en relación al jardín de la forma que se presenta
actualmente, hemos constatado la importancia tomada por las plantaciones
posteriores a la creación. Este fenómeno se observa en particular en el
contorno del parque donde se ha formado una pantalla verde. Allí esta evolución
se justifica por la urbanización del entorno.
Enseguida,
para estimar la continuación de la gestión día a día, hemos simulado el
crecimiento de árboles jóvenes sobre el plan masa, apoyados en una fotografía
aérea. Esta simulación muestra el peligro de una reducción aún más importante
de perspectivas originales: los macizos arbóreos, como ha mostrado el estudio
de la vegetación, se debilitaban en provecho de especies más banales. Los
acantilados se cubrían de vegetación espontánea y el pico del “mini- Etretat”
desaparece bajo los ailantos. La imagen del parque se banaliza, su carácter
pintoresco desaparece. Buttes-Chaumont pierde su alma.
El
objetivo del plan de renovación se impuso pues por si mismo: restaurar el
pintoresquismo del parque, sus contrastes, sus riquezas, todo, teniendo en
cuenta las modificaciones relacionadas con la urbanización del entorno
inmediato a la frecuentación y a la existencia de un patrimonio arbóreo.
La
elección del objetivo está decidida, pudimos elaborar el proyecto de renovación
propiamente dicho. Se articuló sobre tres grandes ejes: los árboles, los
acantilados y, en una menor medida, los arbustos y las praderas.
Los
árboles
Los
árboles tienen una importancia primordial. Ocultan y delimitan perspectivas,
aportan un aspecto natural. Los árboles centenarios aportan al parque un caché
especial. Los árboles son el armazón del parque, necesitan una atención
particular.
Citemos
por memoria las podas, habituales en cualquier viejo parque urbano. Detallemos
ante todo las intervenciones más duras de la tala. El plan de renovación prevé
algunos casos de tala sin replantación. Son las talas de clareo para favorecer
el crecimiento de los árboles del futuro y las restauraciones de perspectivas.
Este último tipo de talas está organizado de forma de respetar la evolución
sanitaria de los árboles para evitar exponerlo inútilmente al público. El plan
de renovación comprende igualmente talas con replantación, ya sea con grandes
árboles de gran densidad, en el caso de macizos de árboles homogéneos, ya sea
de grandes árboles aislados en las praderas. Al final, la renovación de masas
de arbustos y de árboles está prevista según una técnica derivada de
“taillis-sous-futaie” (monte bajo) para conservar la permanencia de las capas
vegetales.
Los
arbustos y las praderas
Los
macizos de arbustos serán renovados según el calendario escogido para los
árboles con el fin de aprovechar el aclareo propiciado por las talas. Las
praderas sometidas a una fuerte presión del público continuarán siendo
resembradas regularmente. La instalación de una red de riego automático las
hará más resistentes.
ASEGURAR
LA REALIZACIÓN DEL PROYECTO
Desde la
elaboración del proyecto, los gestores y periódicos han estado estrechamente
asociados con el fin de integrar sus proyectos en un corto plazo y determinar
las aspiraciones del público. Además, será necesario que este proyecto sea el
suyo, ya que ellos deberán asegurar su realización.
La
financiación del proyecto, que es un plan de renovación decenal, ha sido prevista
en los presupuestos de la Dirección de Parques y Jardines y Espacios Verdes
bajo la forma de un costo anual regular.
La información
a los políticos, a los ciudadanos y a los usuarios debe ser organizada al
detalle: exposición del proyecto en el Ayuntamiento, discusiones con los
usuarios agrupados o no en asociaciones, información a la prensa. Hace falta
evitar que falsas informaciones sean difundidas antes del inicio del proyecto:
en efecto, nada es más perjudicial que dejar desarrollar dentro del espíritu de
los ciudadanos falsas ideas sobre lo que será la renovación de un parque: el
sólo nombre de “renovación” hace imaginar cientos de árboles talados, un
cataclismo sobre el parque... Esta información previa debe ser completa,
precisa y realizada en un buen momento. Además, en cada fase del trabajo, la
información debe estar asegurada por paneles informativos colocados en el lugar
de las obras, haciendo eventual mención a la exposición general del proyecto
expuesto en principio en el Ayuntamiento.
Hace falta
indagar que estos planes de renovación han estado sometidos a la Comisión del
Patrimonio: esta institución autonómica o nacional, según la importancia del
proyecto, es exigida sistemáticamente por el Ayuntamiento de París para dar,
según el caso, advertencias reglamentarias o consultivas sobre los grandes
proyectos de espacios verdes y en comprometer el futuro de forma significativa:
es uno de los elementos de consenso que parece importante de obtener para
garantizar el pleno resultado de los proyectos de esta naturaleza.
Los
trabajos estarán asegurados no sólo por la empresa, gracias al presupuesto previsto
cada año, sino también por la administración, según las competencias
requeridas. Así que la limpieza del pico y los acantilados, en el primer tramo
del último invierno, ha estado ejecutado por máquinas del Departamento de
Parques y Jardines y Espacios Verdes: trabajo delicado y peligroso si se tiene
en cuenta la fragilidad del yeso.
Los
acantilados
Para
restaurar la imagen del “mini Etretat” de la isla (mini acantilados) y el
contraste minero-vegetal, los acantilados serán desbrozados. Además, las cortas
serán realizadas en particular cerca del arco, actualmente tapado por un fresno
y un Acer negundo. Este trabajo paisajista se revela más necesario para
salvaguardar los acantilados carcomidos por las raíces, en particular los
ailantos. Una restauración más en profundidad de estos acantilados constituidos
esencialmente de yeso frágil, deberá ser considerada después de un estudio de
un consulting especializado. En efecto, el yeso se descompone bajo la acción
del agua y es necesario encontrar una protección apropiada.
CONCLUSION:
UNA GESTIÓN PARA CONDUCIR BIEN LA RENOVACIÓN DE JARDINES HISTÓRICOS
La
experiencia parisina muestra en primer lugar el límite de la gestión día a día
de un patrimonio vegetal, que puede suponer un alejamiento considerable de los
principios que han guiado la estructuración del jardín. Se hace notar
igualmente la imposibilidad de restaurar un parque histórico a la letra,
teniendo en cuenta la evolución del entorno y sus usos, así como el patrimonio
vegetal que se ha formado a través del tiempo.
En cuatro
años, el D.P.J.E.V. ha evolucionado hacia estas gestiones: comprender el
espíritu del parque, encontrar lo que lo caracterizaba, identificar los
inconvenientes actuales con referencia al envejecimiento general del patrimonio
arborícola, para elaborar y realizar un proyecto en estrecha colaboración con
los gestores del terreno, asegurando una completa información al público y a
los políticos.
Buttes-Chaumont
es un caso de escuela. Este parque, muy homogéneo al contrario que otros
jardines parisinos varias veces retocados (Tuilleries, Trocadero,
Luxembourg...), presenta un carácter muy claro, muy afirmado. Esta rodeado de
un cinturón de inconvenientes. Es un lugar de prestancia, un espacio forestal
de prestancia: es muy frecuentado, celebrado y necesita de importantes y
urgentes intervenciones a causa de su envejecimiento.
Este
ejemplo debe ser usado con precaución. La gestión debe ser aplicada en su
espíritu, pero será peligroso aplicarlo en su estricto consenso.
IV CONGRESO INTERNACIONAL IFPRA.-Febrero
1996
MARSELLA Y SUS
PARQUES Y JARDINES.
UN DIÁLOGO PERMANENTE
CON EL PÚBLICO
Manya J.P.
Director
de Ecología y
Espacios
Verdes. Marsella
Marsella,
con sus condiciones climáticas específicas, cuenta con 489 espacios verdes
públicos insertados en su tejido urbano. Estos lugares, particularmente
frecuentados, implican la necesidad de asociar el público a su concepción y
gestión.
Además,
esto conduce a seguir la evolución de las prácticas de los usuarios.
Es
por ello que en varias ocasiones, el municipio ha lanzado cuestionarios
destinados a la población, particularmente interesada en la realización de
parques y jardines.
Estas
gestiones se han considerado pertinentes y positivas. Han sido renovadas
regularmente.
Por
otra parte, las reflexiones de los técnicos se esfuerzan por las sugestiones
aportadas a través de esta toma de contacto.
Sus
proyectos se elaboran con los elementos que permiten adoptar soluciones
armoniosas, correspondientes a las aspiraciones de los diferentes usuarios.
Además,
sus comportamientos motivan en consecuencia las mejoras o modificaciones, así
como el reajuste de necesidades imprevisibles que hace falta ensayar.
Esta
fórmula es a la vez social y económica.
Este
tipo de acercamientos llama a la evolución de las personas dispuestas a regir
los parques y jardines.
Sin
embargo, no hace falta perder de vista su vocación esencial y el papel
ecológico primordial que es el suyo, con vistas a frenar la trepidante vida en
una gran ciudad.
Marsella,
sobre una superficie de 24.000 has., cuenta cerca de 10.000 has. de espacios no
construidos. Sobre esta extensión, están repartidos los 489 espacios verdes
públicos de los cuales más de 100 son parques de 1 ha. insertos en el tejido
urbano.
Estos
son los que serán objeto de nuestro estudio.
En
esta ciudad de 900.000 habitantes, las condiciones ecológicas que permiten la
creación de parques y jardines urbanos no son particularmente favorables. Esta
es la razón de un clima mediterráneo que somete a las plantas al rigor de la
sequía estival y el frío invernal. Es decir, que la creatividad de los
diseñadores y gestores está continuamente puesta a prueba, en el marco de
estudios de proyectos de concepción o mejora de los espacios verdes.
Además,
estos lugares son particularmente frecuentados en razón de la dulzura del clima
durante todo el año. Esta es una razón suplementaria para asociar estrechamente
al público a su concepción, elaboración, gestión y animación.
En
1970 había menos de 100 espacios verdes públicos urbanos en Marsella.
En
1989 hay cerca de 500. Es interesante de sobrevalorar este desarrollo y sus
diferentes aspectos, en particular en la óptica de respuestas a los temas
evocados durante este coloquio.
Al
inicio de 1971, el municipio se fija un programa ambicioso: el de realizar
1.000 puntos verdes y dar a cada habitante 10 m2 de parques y
jardines urbanos. Estos objetivos estaban fijados a un término de 20 años.
¿CÓMO
DESCUBRIR LA EVOLUCION DE LOS ANHELOS Y LAS PRACTICAS DE LOS USUARIOS? ¿QUÉ
RESPUESTAS APORTAR?
Para ello
el municipio ha lanzado un cuestionario a 120 Comités de los Barrios de la
ciudad (AA.VV).
Se
les solicitaba, en un periodo de tres meses, trasladar todas sus sugerencias en
cuanto a superficies, a necesidades y sobre todo se les proponía la
localización de espacios verdes.
Esta
cuestión ha tenido un gran éxito, el Ayuntamiento ha podido así tratar más de
cien cartas, ricas en ideas y constructivas.
La
población estaba particularmente interesada en la realización de parques y jardines
de un tipo nuevo.
En
efecto, hasta entonces, el Ayuntamiento había utilizado los parques del siglo
XIX, la mayoría, propiedades privadas expropiadas y convertidas en jardines
públicos, y en ellos, no había habido realmente de creaciones nuevas del siglo
XX.
¿CÓMO
PRESERVAR LOS ESPACIOS NECESARIOS?
Los
urbanistas por el lado del PLAN DE OCUPACIÓN DE SUELO. - POS (PGOU) han
situado, en relación con los servicios técnicos competentes, un dispositivo de
reserva de terrenos.
Sus
reflexiones han sido largamente apoyadas por las sugerencias del público,
enunciadas en la correspondencia recibida o en las reuniones con las
asociaciones.
Esta
planificación, en el marco de los documentos urbanísticos, ha sido completada
por un plan de acciones financieras.
Así,
se han podido adquirir los terrenos gracias a los diferentes procedimientos
posibles permitidos por la ley.
Simultáneamente,
un proceso que permitía asociar de forma metódica el conjunto de los técnicos
concernientes, los políticos, el público, han estado puestos en común.
La
gestión de realización es la siguiente:
- Elaboración de un programa de parque con los elementos recogidos a través de los diálogos con las asociaciones representantes de los ciudadanos.
- Para la ayuda de este trabajo efectuado por la Dirección de Espacios Verdes y, muy frecuentemente por la Agencia de Urbanismo, se ha formalizado un anteproyecto siguiendo una o varias variantes.
- Este anteproyecto ha sido nuevamente discutido con los mismos ciudadanos. Esta fase puede ser prolífica en reuniones y exigen algún tiempo según el caso.
Es
en este momento cuando debe encontrarse una solución armónica y común a las
aspiraciones frecuentemente divergentes de los diferentes usuarios.
- En la realización de un proyecto de ejecución. Sólo los técnicos trabajan en ello.
Después
de la entrega del proyecto, el público puede ser asociado o no a la evolución
del lugar y a la gestión.
Para
ilustrar esta gestión, que ha estado aplicada en decenas de casos en Marsella,
hemos tomado dos ejemplos de espacios verdes urbanos característicos.
- El Parque de la Esperanza, en el distrito de Canet XIVer
- El Parque Balneario El Prado en el distrito Sur VIIIer
LA
REALIZACIÓN DEL PARQUE DE LA ESPERANZA EN EL DISTRITO NORTE DE MARSELLA
En
los años 70, la ciudad había adquirido un terreno de 6 has. a lo largo de la
autopista urbana y seis en medio de grandes construcciones. Inicialmente,
estaba prevista la construcción de viviendas sociales. Pero la población se ha
opuesto por gestión enérgica a la realización de esta operación. Ellos
suspiraban la creación de una zona verde.
El
Ayuntamiento ha propuesto entonces un compromiso de partir el terreno en dos
zonas. Una parte sería dedicada a parque y la otra a viviendas.
Los
ciudadanos han rehusado esta solución de nuevo. El Ayuntamiento ha aceptado
pues condicionar el espacio de un Parque. Los habitantes del barrio se han
reagrupado en un Comité de Usuarios del Parque. Este organismo representaba una
decena de asociaciones socio-educativas entre las que estaba la Asociación de
Animación de Grandes Urbanizaciones.
Las
proposiciones del programa fueron hechas. Se trataba de imaginar un nuevo
espacio verde. El terreno tenía pocos árboles, la imaginación podía ejercerse
libremente. Fueron introducidos en el programa nuevos elementos: jardines
pedagógicos, un terreno de deportes, no previsto para competiciones, una casa
de los usuarios, etc...
La
Dirección de Ecología y de los Espacios Verdes, que es el promotor de los
Espacios Verdes de Marsella, ha tomado la responsabilidad de la concepción de
las propuestas formuladas. Así fueron concebidos una decena de programas como
anteproyectos y las discusiones han durado varios años. Ha hecho falta la
paciencia y la perseverancia para redactar un proyecto definitivo. Fue sometido
a la aprobación de los políticos de la “Marie d’arrondisements et la Marie
Centrale”.
Los
primeros esbozos de gestión de este lugar han sido propuestos en marzo de 1978
y ha sido en marzo de 1989 que se ha decidido su puesta en servicio. La gestión
de este parque es de tipo clásico, el mantenimiento realizado por jardineros y
la seguridad asegurada por vigilantes.
La
gestión de los jardineros pedagógicos ha estado confiada a una asociación
especializada. En cuanto a la Casa de los Usuarios, esta en curso de
gestionarse. A la hora actual, se cuestiona una gestión por una asociación
especializada para el conjunto del parque.
Los
usuarios están satisfechos de esta realización. En función de un
comportamiento, se realizarán mejoras en tal o cual dominio.
También
los monopatines han tenido cabida en el parque, aunque en principio no se
habían previsto, estos son los reajustes de necesidades imprevisibles que ha
habido que incorporar. Esto muestra que es importante no definir demasiado los
espacios, si no que hay que reservar algunos para el futuro.
EL PARQUE BALNEARIO DEL PRADO
En
los años 60, la ciudad de Marsella había formulado en su plan de urbanismo la
idea del acondicionamiento de nuevas playas sobre la banda costera. En efecto,
esta gran aglomeración estaba totalmente desprovista de un balneario
conveniente.
En
1970 el proyecto de las playas del Prado fue normalizado. Se trataba de ganar
40 has. al mar, a fin de favorecer la construcción de playas y también de
varias construcciones.
La
población fue consultada. Se refutó la idea de la implantación de viviendas,
para no construir nada más que parques y algunas construcciones
socio-educativas.
La
ley apoyó esta posición, incitando al Ayuntamiento a no realizar más que
espacios con idea de parques.
Muchos
proyectos fueron sometidos a discusión, en el marco del Comité “Marco de vida
Sur”, reuniendo políticos y asociados.
Fue
así como fueron progresivamente realizados, de 1975 a nuestros días, una buena
parte de estos equipamientos. Los trabajos aún no han terminado. Pero se puede
ya apreciar un conjunto de parques particularmente originales e importantes.
Mientras, ha hecho falta encontrar soluciones para establecer un diálogo
permanente con el público.
Una
pregunta surgía sin cesar ¿cómo conocer la evolución de las necesidades de uso?
Este
lugar recibe muchos millones de personas por año. Hace falta, al objeto de su
aplicación, un reglamento estricto para su protección.
En
1986 una primera encuesta fue remitida, que ha permitido agrupar una serie de
demandas. En 1988 una segunda encuesta, más elaborada, ha sido difundida al
público. El acento ha sido particularmente puesto sobre las necesidades
deportivas de los marselleses y los numerosos turistas que frecuentan el lugar.
De
nuevo, las voces de cada uno han podido ser escuchadas y tratadas. Estas
peticiones son realmente pertinentes y positivas. Serán renovadas regularmente.
Además,
se cuenta con atenderlas en otros parques y jardines de la ciudad. Bien
entendido que hace falta hacer una selección de todas las sugestiones y evaluar
su factibilidad en función de los medios y necesidades de la ciudad. Por el
contrario, otros espacios urbanos hacen llamada a la concertación estrecha con
el público.
Cinco
casos interesantes hay que mencionar.
En
efecto existen tres terrenos de aventura gestionados por las asociaciones y dos
parques urbanos con contratos con las asociaciones de vecinos.
Desde
luego, esta fórmula no es aplicable al conjunto de los parques y jardines. Esta
implica sobre todo espacios de carácter rústico. Uno ha constatado que es una
fórmula a la vez social y económica.
Este
acercamiento llama hacia una evolución del personal que son inducidos a cuidar
los parques y jardines.
Desde
los ingenieros hasta los obreros, pasando por los policías municipales afectos
a la vigilancia, cada uno debe adaptarse a hacer prueba de una gran apertura de
espíritu, al mismo tiempo de ser desarrollado por los contactos y los cursillos
programados al efecto.
La
ciudad de Marsella ha hecho un esfuerzo particular en este sentido.
Todas
estas evoluciones no deben hacer perder de vista la vocación esencial de los
parques y jardines urbanos. Su papel ecológico es primordial. Con mirar la gran
trepidación de la vida de una gran ciudad es suficiente. Estos están destinados
a aportar al público la serenidad y tranquilidad que ellos tienen derecho.
Esto
significa que los espacios verdes del futuro deberán indefectiblemente
dedicarse a privilegiar estos aires de quietud. Paralelamente a ello, los
urbanistas deberán prever, ya sea en estos lugares, sea en los márgenes, zonas
para acoger las actividades de animación. Estas, en razón de atender la
población, deben poder encontrar su sitio en la ciudad o en sus alrededores
inmediatos (parques de ocio o parques recreativos).
Los
dispositivos para tener en cuenta estas aspiraciones del público deben ser
objeto de investigaciones y perfeccionamientos constantes.
IV CONGRESO INTERNACIONAL IFPRA.-Febrero 1996
VANDALISMO,
SEGURIDAD, VIGILANCIA, INFORMACIÓN EN LOS PARQUES Y JARDINES PUBLICOS
Loubet D., Thuaur
Ayuntamiento de París. Francia
Esta
comunicación analiza, en Francia y en Europa, la magnitud del vandalismo y de
sus degradaciones en los espacios verdes, así como las acciones llevadas a cabo
para presentarle cara. Una reflexión más general, incluye no solamente los problemas
relacionados con el vandalismo y la seguridad, si no todo lo que gravita
alrededor de estas nociones: recepción, información...
Esta
comunicación es una síntesis de un trabajo de fin de estudios realizado en el
marco de un master de la E.N.P.C.
Hoy
en día, el espacio verde ha derivado a un equipamiento urbano funcional, lugar
de expansión, de descubrimiento, de contacto con el espacio vegetal, teatro de
reencuentro y de actividades variadas, tiene un impacto nada despreciable en el
equilibrio psicológico de los ciudadanos. Todo daño a este espacio será
resentido por el mismo.
Como
espacio abierto al público, los conjuntos de problemas encontrados en el
espacio urbano se reencuentran en aquel. El vandalismo, la inseguridad, males
de nuestra Sociedad ampliamente mediatizados, están presentes. ¿Cómo respondemos?
Los
daños, las motivaciones, los principales actores que intervienen alrededor de
los parques y jardines cara a estos problemas, han sido investigados. Enseguida
ha sido estudiado cómo los parques y jardines podrían ser expuestos al
vandalismo y a los deterioros, cuáles eran las políticas de las ciudades para
remediarlo, en Francia, pero igualmente en las grandes ciudades europeas. Al
final han sido examinadas las competencias en las cuales podrían ser
investigadas las respuestas.
PERJUICIOS
Y MOTIVACIÓN DE LOS ACTORES
El
primero de los intervinientes concierne al usuario. Es el que exige seguridad,
pero asocia así mismo confusamente serenidad, tranquilidad, limpieza, animación
del espacio.
Los
perjuicios son diferentes en los parques y jardines y en las plazas
ajardinadas, equipamientos próximos a los ciudadanos.
Una
encuesta de frecuentación realizada en Paris en julio y septiembre de 1988 hizo
aparecer que los usuarios se encontraban seguros en las plazas ajardinadas, por
el hecho de la presencia de personas familiares que se encuentran
cotidianamente. En contra, si ponen problemas de respeto a los bienes y a los
reglamentos, se les achaca a una gran frecuentación.
En
los parques y jardines, a la inversa, parece que los usuarios demanden una
vigilancia real y una presencia tranquilizadora, ya que ellos buscan la calma y
la tranquilidad.
Los
perjuicios del público varían igualmente en función de su naturaleza,
adolescentes, padres con niños, personas de edad... La conciliación de las
diferentes utilizaciones de los espacios verdes, juego y animación, calma y
descanso, conocimiento y acercamiento de la naturaleza, será entonces delicado.
Después de esta encuesta, sea cual fuere la naturaleza del público consultado,
este demandaba de contactos institucionalizados con el personal de
mantenimiento y conservación, en el marco de actividades dirigidas o de
acciones de animación. Este público deseaba igualmente que las restricciones de
uso fueran limitadas, eran notamente peticionario de una utilización de los
estanques y las praderas.
Otros
intervinientes, los gestores políticos o técnicos, han decidido la creación de
un equipo y los medios necesarios para su cuidado. Las decisiones deben ser
tomadas en función del entorno sociológico, un equipamiento será menos
degradado si está adecuado al conjunto de los ciudadanos y usuarios,
generalmente a los más “agitados” (adolescentes). Existen aún numerosas
reticencias para crear espacios específicos para estas poblaciones con riesgo
del temor de su reagrupamiento, por otra parte, las políticas para los motivos
relacionados a la imagen de marca podrán preferir ya sea un equipamiento de
prestigio más mediatizado para satisfacer a una minoría más influyente.
El
responsable técnico toma la noción de seguridad en un sentido global y
comprendido en el término de costos. Se interesa por la seguridad de las
personas con vistas a la criminalidad y la delincuencia, pero igualmente de
cara a los riesgos derivados de su utilización (riesgo de accidente). Es
sensible a la seguridad de los bienes de cara al vandalismo y a las
degradaciones.
Los
responsables de los servicios técnicos tienen opiniones diferentes sobre la
necesidad:
- De cercar el espacio y de cerrarlo de noche
- De vigilancia durante las horas de apertura
- De prohibir pisar el césped
El
acceso a las praderas es considerado como un deterioro del equipamiento más que
como una utilización normal de las mismas, traduciéndose en un desgaste.
La
orientación actual va más hacia una utilización selectiva: en los espacios
verdes en ciertos lugares está autorizado y en otros no.
Si
no existe una sobre-frecuentación, la elección se realiza sobre la calidad del
equipamiento deseado y los medios puestos a disposición del mantenimiento. Una
pradera accesible tiene, en general, peor aspecto, pero bien preparada con
céspedes apropiados y dotada de riego automatizado se mantiene aceptable con
los cuidados técnicos normales, aireado, recebado, abonado, etc... Numerosos
ejemplos lo prueban tales como el Parque de la Villette en París, Marsella,
Ginebra, Munich, donde son accesibles.
La
prohibición reglamentaria de acceso a las praderas se acompaña algunas veces
por una prohibición física en forma de pequeños cerramientos metálicos, no
siempre eficaces, generalmente antiestéticos y fuente importante de inversiones
en los gastos de mantenimiento. Es el caso de algunas plazas parisinas.
Para
los diseñadores, el tener en cuenta estos problemas se limita con demasiada
frecuencia a velar por la posibilidad de intervención rápida de socorro
(policía, bomberos, ambulancias) al respecto de las normas de seguridad y, a
veces, al analizar el riesgo de accidente susceptible del equipamiento. Los
otros aspectos de la seguridad y de la protección son frecuentemente olvidados
por los diseñadores en provecho de la preocupación del costo de la operación y
de la creatividad. Esto último conduce demasiado sistemáticamente aún a
realizar creaciones “sofisticadas” y caras sobre superficies reducidas y en
entornos sociológicos con riesgo. El mantenimiento de estas instalaciones,
objeto de vandalismo, puede entonces suponer un costo muy superior a la media,
que se cifra en un 10% del costo de la instalación (Fuentes de I.A.U.R.I.F.)
Vigilancia
y vandalismo conducen al diseñador, pero igualmente al gestor, a interrogarse
sobre la necesidad de cercar el espacio. Para algunos “el cercar contribuye a
hacer de los espacios verdes unos cuerpos extraños a la ciudad, enclaves que
bloquean la continuidad urbana”.
Un
costo importante de la ejecución, que puede representar hasta un 15 o un 20%
del costo total, además de ser un costo añadido de conservación y mantenimiento
donde parte del mismo puede derivarlo el vandalismo. Así en Berlín Este, donde
pocos parques están cerrados, un 12% de los costos de degradaciones y
vandalismo son generados por los cerramientos.
El
cierre de un espacio verde es ciertamente ejecutado para proteger los equipamientos
de las degradaciones y a prohibir el acceso al público cuando hay peligro para
su seguridad. Sin embargo, muchos espacios no cerrados en las ciudades
francesas de Montpellier, Marsella, Lyon, o extranjeras como Berlín o Londres,
no son a decir de sus gestores, más sujetas a incidentes que las cerradas.
Los
servicios de seguridad, que dependen de la policía nacional, municipal o de los
gestores de los parques y jardines, intervienen de muchas maneras. La
vigilancia puede ser asegurada permanentemente (Jardín de Luxemburgo en Paris),
durante las horas de apertura (caso de numerosos parques de la ciudad de
París), con patrullas (Ginebra, Madrid) o únicamente en caso de incidentes
(Torino). Los equipos pueden ser especializados, existe en París un cuerpo de
inspectores de seguridad dependiente del Servicio de Parques y Jardines, y a
Marsella o Niza, una brigada específica en el seno de la Policía Municipal (
Policia Verde ). Estos equipos pueden estar dotados de medios particulares:
caballos, motos...
Los
espacios verdes pueden ser objeto de una vigilancia específica, existen cuerpos
especiales en París y Marsella... Aunque en Francia estos cuerpos de guardas o
vigilantes sufren una falta de competencias y de formación, pero igualmente de
motivación: Su presencia es preventiva cara a cara con los contraventores,
segurizantes para los usuarios, pero costosa para la colectividad (cerca de 84
millones de F.F., o sea el 13% del presupuesto de funcionamiento del Servicio
de Parques y Jardines y Espacios Verdes... y representa hasta 10 veces el costo
de las degradaciones voluntarias.
Hace
falta entonces preguntarse sobre la necesidad de una vigilancia permanente
durante las horas de apertura, en efecto en numerosas ciudades tales como
Nantes, Montpellier, Lyon, Marsella... no se constatan diferencias sensibles en
la importancia de las degradaciones producidas por el vandalismo entre los
espacios vigilados guardados y los no vigilados.
Además
de las degradaciones voluntarias, son efectuadas sobre todo fuera de la
presencia de usuarios o de los servicios de mantenimiento, generalmente de
noche, la vigilancia pues tiene una incidencia muy reducida. A la inversa, las
degradaciones resultantes de una mala utilización o de una falta de información
de los usuarios y que pueden ser las más importantes, son generalmente
observadas en los espacios no vigilados.
Por
el contrario, es útil de reseñar las variaciones importantes de medios
consagrados a la vigilancia y a la guardería de los espacios verdes. Bien que
el término espacio verde reagrupa dominios diferentes según las ciudades, que
la noción de vigilancia puede ser variable según quien interviene, la variación
del tiempo consagrado y anunciado por los responsables de los Servicios de
Parques y Jardines parece significativa:
A
Ginebra
|
8.500
horas/ o sea el equivalente a 5/6 agentes por 380 has.
|
A
Munich
|
45
agentes para 1.530 has.
|
A
Marsella
|
150
agentes para 1.615 has.
|
A
París
|
1.036
agentes para 2.855 has.
|
EN
LOS HECHOS
Para
los espacios verdes no existe una estructura tipo, ni fórmula mágica para
arreglar el problema de la recepción y la información. Las respuestas son muy
variadas y dependen de numerosos elementos: voluntad de los políticos,
disponibilidad de la población, posibilidades financieras, estructuras ya
existentes.
Las
estructuras actuales, las más desarrolladas, conciernen principalmente a los
dominios de la iniciación al entorno, de conocimiento de los vegetales, de
acciones educativas de despertar hacia la naturaleza dirigidas a los niños. Se
realizan estas acciones en las principales ciudades francesas, generalmente en
París, Lyon, Marsella, Montpellier, Nantes, etc... Son los jardines botánicos,
hortícolas, las granjas para niños, las casas de la naturaleza.
En
lo que concierne a la información y recepción del público, las estructuras
existentes están aún poco desarrolladas.
Es
significativo remarcar que las dos más grandes ciudades francesas, París y
Marsella, no tienen actualmente una política global de indicadores concerniendo
a los espacios verdes.
Ahora
bien, en el futuro en ello reside su apertura y el público demanda más
información y más contacto con personal especializado. Hace falta pues estar
preparado para responder a esta demanda y a sensibilizar al público.
Las
degradaciones no se limitan al vandalismo, sino que abarcan un dominio mucho
más vasto. Es necesario, si queremos superar esta simple noción, hacer una
distinción entre el acto consciente y el acto inconsciente.
A
las degradaciones conscientes corresponden las mejoras calificaciones del
vandalismo. Aparecen como poco significativas en cuanto a costos inducidos,
siempre son inferiores al 2% de los presupuestos de funcionamiento global, lo
mismo si son sobreelevadas por los responsables políticos o los usuarios. Pero
la aparición de nuevas formas de vandalismo, como el deterioro de los sistemas
de riego automático en las ciudades del sur de Francia (Marsella, Niza,
Montpellier) o los grafitis de París, hacen peligrar en el futuro la
modificación de este reparto.
Las
degradaciones inconscientes son más difícilmente discernibles, pero son estas
las que tienen repercusiones financieras más importantes. Se pueden citar las
degradaciones debidas a una sobre frecuentación, a la no adaptación/
instalación a sus necesidades, a una mala concepción, a una utilización
intensiva de las praderas, o deyecciones caninas, o a las diversas
manifestaciones que se celebran (botellonas).
Para
todas estas degradaciones, el componente moral interviene de manera importante.
Al igual, las dificultades de comunicación de los reglamentos, generalmente
demasiado complejos, son en parte el origen de la ignorancia de los usuarios.
Una educación, una sensibilización es indispensable y es más aún que los
deterioros son tal vez difícilmente reparables y que el tiempo de retorno a su
estado original puede suponer muchos años. Es primordial mostrar a los usuarios
que un espacio vegetal es un espacio frágil, degradable y que para conservar un
espacio de calidad hace falta respetarlo y protegerlo.
Por
fin, los daños a la seguridad de las personas no son en estos espacios más
importantes que en otros espacios públicos. Los problemas de hábitos o
costumbres, frecuentemente evocados, son por contra generalmente más
encontrados, toda vez que no dañan más que a la moralidad y no al orden
público.
LAS
ACCIONES POSIBLES
Es
muy difícil encontrar remedios sistemáticos al conjunto de estos problemas, sin
embargo pueden tomarse medidas en tres grandes direcciones
Acciones sobre el público
Informar
al público y promover la concertación, son acciones que pueden responsabilizar
al usuario y contribuir a un mejor respeto a los espacios verdes. En primer
lugar, hace falta desarrollar la información cerca de los usuarios en el seno
mismo de los parques y jardines. La puesta en marcha de puntos de recepción e
información podrá ser un medio eficaz de dirigirse directamente al público.
Además, la presencia de personal puede ser un principio de respuesta a los
problemas de vigilancia. La colocación de paneles informativos y la reposición
de los reglamentos son también medios necesarios a esta información pública.
Más adelante, la concertación con los ciudadanos y los futuros usuarios es
también indispensable. Es frecuentemente difícil de ejecutar y aparecen
reticencias de todos los que intervienen. Sin embargo, las experiencias, cuando
ellas acaban son concluyentes, ya sea el diálogo con una banda de jóvenes
vandalizantes de una plaza de París o la construcción de juegos con los niños
de las escuelas maternales de Marsella.
De
una manera general, aprender a respetar la naturaleza desde muy temprana edad
es una acción necesaria a fin de obtener de cada usuario un sentido de
propiedad, cada uno teniendo más atención a lo que considera que le pertenece.
Además el espacio verde es un lugar concebido para el público, este viene a
buscar alguna cosa. Animar este lugar, hacerlo más atractivo, van en este
sentido de respeto.
Acciones
sobre el espacio
Se
pueden evocar las que conciernen a la creación del espacio, la concepción y las
que conciernen al mantenimiento.
Para
su creación, el espacio verde debe satisfacer al conjunto de los usuarios y
permitir su cohabitación. Desde este punto de vista parece que el tomar en
cuenta las indicaciones de los adolescentes es esencial si se quieren evitar
problemas evocados anteriormente concernientes a las degradaciones. Al igual
que los problemas relacionados con el cerramiento, merecen una atención
particular y cada lugar debe ser considerado separadamente. La puesta en marcha
de una política global sistemática puede ser una buena respuesta, sobre todo
para las plazas que están estrechamente unidas al tejido urbano del entorno.
Para
el mantenimiento, la puesta a punto de los deterioros es indispensable. Debe
ser sistemática y rápida. En ciertas zonas sensibles podrá ser necesario
efectuar durante los primeros años un sobre-mantenimiento con el fin de anular
los actos eventuales de vandalismo. Hemos podido remarcar que un espacio bien
conservado es más seguro, mejor respetado. El vandalismo generalmente disminuye
con el tiempo.
Acciones
sobre la vigilancia
Es
necesario asegurar una vigilancia mínima de los espacios verdes que son lugares
públicos. Parece anormal que no sean vigilados como el espacio urbano de
alrededor.
¿Pero
qué nivel de vigilancia a ejercer?
Las
respuestas son múltiples, pero parece que no hay correlación directa entre el
número de guardas y el volumen de las degradaciones, cuando una mínima
vigilancia es ejercida. Son frecuentemente los factores del entorno sociológico
y de educación que devienen determinantes.
Una
de las fórmulas posibles será la de vigilar permanentemente los espacios más
importantes en superficie y frecuentación. Organizar misiones puntuales de
vigilancia y recepción sobre los espacios menos importantes.
Sobre
otro plano es necesario no sólo buscar en el guardia o vigilante el papel
represivo. El público de hoy atiende más a las personas que encuentra cada día.
Funciones de animación e información podrían serle confiadas.
En
todo caso parece indispensable dar a estos agentes una formación a fin de
asegurar una buena adecuación entre sus competencias y sus funciones.
IV CONGRESO INTERNACIONAL
IFPRA .-Febrero 1996
LA
EDUCACIÓN MEDIOAMBIENTAL Y LA ANIMACIÓN EN LOS PARQUES Y JARDINES
Berava
G.
Servicio
París- Naturaleza
Dirección
de Parques, Jardines
y Espacios Verdes
París.-
Francia
Más de 350
jardines conservados por la Dirección de Parques, Jardines y Espacios Verdes
pueden ser frecuentados por los dos millones de habitantes parisinos, pero
también por todos aquellos que trabajan en la ciudad o visitan la capital.
Este
patrimonio verde se revela de una gran riqueza, pero es frágil. Heredado de una
larga historia sin cesar desarrollada, debe ser bien conocida de los ciudadanos
con el fin de conservarla y de cuidarla mejor.
¿Cómo
hacer conocer y preservar un capital verde tan precioso?
Para
responder a esta pregunta han sido decididas varias cosas precisas por la
Dirección de Parques, Jardines y Espacios Verdes de la ciudad de París a partir
de una simple reflexión y de sentido común.
Un
jardín se descubre y la animación en el jardín es uno de los medios más ricos
para conocerlo; un jardín se preserva y la educación al medio ambiente en el
jardín es uno de los medios más eficaces para protegerlo.
Trataremos
sucesivamente de:
I.- Una preservación dinámica de los
espacios verdes
1º) Definir
los objetivos
2º) Poner
en valor la riqueza y la diversidad del patrimonio natural
3º) Integrar
las etapas sucesivas
Informar para conocer
Conocer para amar
Amar para proteger
4º) Descubrir
y actuar sobre el terreno
II.- Un descubrimiento concreto del espacio
verde: “Un jardín, se vive”
1º) Un
lugar de animación
2º) Un
lugar de aprendizaje
III.- Un público existente y una animación a
adoptar
1º) ¿A
qué público dirigirse?
2º) Las
condiciones de una animación eficaz
IV.- La estrategia puesta en marcha por París-
Nature
A)
Los
soportes de animación cercanos
1º Los senderos de la
naturaleza
2º El autobús de la
naturaleza
3º Talleres de
jardinería y del Arte de los Jardines
4º El jardín salvaje
5º El arboreto
6º El jardín de las
mariposas
7º Nidos de París
B)
Polos
atractivos y sus orientaciones
1º La casa París- Espacio- Naturaleza
2º La casa y el jardín de los cinco sentidos
3º La granja Georges Ville
I.- Una preservación dinámica de los espacios verdes
Recurrir a
una educación medioambiental es una necesidad pero hace falta que sea ofrecida
con una pedagogía específica fundada sobre la acción directa de los que se han
formado en ella.
1.-
Definir los objetivos
Conocer
y comprender su medio ambiente natural para adquirir un “bagaje de
comportamiento” con su comportamiento al respecto de la naturaleza y suscitar
una actitud responsable, esto es, en resumen la finalidad buscada. Para atender
este fin, se encadena una malla dentro de un proceso educativo lineal y
preciso.
2.- Poner en valor la riqueza y la
diversidad del patrimonio natural
La
naturaleza, la que se encuentra en nuestros jardines, forma parte de nuestro
medio ambiente habitual. Hemos tomado la habitud de verla sin mirarla. Para
conocerla, es útil establecer inventarios sobre la flora, la fauna, como
también es importante explicar la importancia de los elementos como el agua, el
aire, las rocas y el subsuelo parisino. La naturaleza es un todo donde los
elementos están estrechamente unidos: destacar un elemento no tiene sentido si
no es para describirlo.
3.- Integrar las etapas sucesivas:
Informarse,
conocer, amar, proteger.
Informar para conocer
Ninguna
educación sobre el medioambiente puede concebirse sin el aporte de
conocimientos. Es indispensable de privilegiar la información y ofrecer una
documentación lo más completa posible:
- Dando todas las indicaciones que permitan aprender mejor su medio ambiente (ej: paneles, carteles, anuncios, etc.)
- Concibiendo documentos informativos (prospectos, folletos, medios informáticos y documentos pedagógicos utilizados en el medio escolar.
Conocer
para amar
Hace
falta poner en valor lo común y lo cotidiano, mostrar lo bello, lo raro, lo
frágil. Más aún que al adulto, el alma del niño tiene necesidad de belleza. El
niño sufre la fealdad y vive impresionado y encantado por un espectáculo
armonioso y bello. En este caso, particularmente en los jóvenes, tiene efectos
mucho más eficaces para luchar contra el vandalismo que las imágenes chocadas
de un medio ambiente degradado.
Amar
para proteger
Se
ama bien lo que se conoce y se respeta lo que se ama. La actitud de protección
puede forjarse mejor si, a través de actividades de descubrimiento del medio se
busca en desarrollar, sobretodo hacia los más jóvenes, relaciones afectivas
entre el niño y la naturaleza, de manera de suscitar una complicidad entre ella
y él. El niño que ha visto crecer una planta conoce sus exigencias y puede
darse cuenta de las consecuencias de sus gestos, tales como romper un árbol con
un golpe de cuchillo por ejemplo o pisotear una joven plantación.
4.- Descubrir y actuar sobre el terreno
El
método activo de la educación hacia el medio ambiente es una pedagogía de
terreno. Una toma de contacto directo con el medio es irreemplazable. Da una
pertinencia y una eficacia a la educación que nos da una pedagogía
exclusivamente informativa y transmitida en forma de discurso. No es en los
libros donde uno descubre el jardín y aprende los perjuicios que puede sufrir,
es mejor ver la vida y la evolución para descubrirlo.
II.- UN DESCUBRIMIENTO
CONCRETO DEL ESPACIO VERDE: “UN JARDÍN SE VIVE”
Hace falta
que los ciudadanos vivan la naturaleza en los jardines con el fin de comprender
mejor el medio en el que viven y para que se reconozcan en parte y
progresivamente responsables.
1.- Un lugar de animación
Es
ofreciendo una pluralidad de animaciones que puede crearse una dinámica
favorable a la sensibilización. En efecto, diversificar las actividades permite
presentar los múltiples aspectos que puede revestir la naturaleza de un jardín
sus varias caras: lo que conduce a definir los centros de interés diferentes
según los lugares para mejor responder a la sensibilidad de cada uno y tomar en
cuenta sus motivaciones.
2.- Un lugar de aprendizaje
El
jardín puede ser utilizado como instrumento de formación si es el lugar de
aprendizaje individual.
Hace
tiempo, de una manera general, los parques y jardines han sido concebidos en
función de criterios esencialmente estéticos. En la actualidad, la concepción
del jardín integra una función de recepción del público por las actividades de
ocio y al aire libre arrastrando la aparición de nuevas instalaciones (áreas de
juego). Conviene, mientras, ir más lejos
previendo verdaderas áreas pedagógicas, terrenos de observación y
experimentación (ej.: Jardín de los sentidos, Jardín salvaje, huertas,
vergeles...)
Así
el jardín puede ofrecer, porque ha estado concebido con esta preocupación,
numerosas posibilidades pedagógicas, siendo el punto de partida de actividades
variadas. Ejercido en los lugares apropiados, estas actividades pueden apoyarse
sobre equipamientos específicos destinados a públicos diversos.
III.- UN PUBLICO EXISTENTE Y UNA ANIMACIÓN ADAPTADA
1.- ¿A qué público dirigirse?
La
educación medioambiental ejercida a través de las animaciones diversas debe
estar abierta a todos. Pero si concierne al conjunto de la sociedad, no puede
ser eficaz ni productiva si la animación propuesta no va dirigida a los
diferentes grupos de edad.
Hace
falta en efecto adaptarse a su lenguaje, su mensaje, su marcha, sus
herramientas.
La
acción principal a emprender gira hacia los jóvenes en un marco escolar o
extraescolar. No empieza jamás demasiado pronto cuando se trata de forjar
hábitos. El vínculo con el medio educador proponiendo actividades concretas,
soporte de su propia enseñanza, es un medio reconocido.
2.- Las condiciones de una animación eficaz
Una
animación no se improvisa. Su eficacia depende de un cierto número de
condicionantes que le asegurarán el éxito:
- La animación no es operacional si ella no es sostenida por objetivos claramente establecidos
- Es la competencia del animador, su capacidad de convicción lo que suscita el interés y las motivaciones de los participantes.
- Si la animación se apoya sobre un equipamiento, este debe haber sido concebido específicamente en función de un proyecto pedagógico preciso.
- La durabilidad del equipamiento depende de la flexibilidad de las instalaciones que hagan posible de adaptar las actividades a las necesidades y de ajustarlas al funcionamiento
- La animación debe tener un funcionamiento evolutivo según los resultados. No es suficiente emprender acciones, hace falta también evaluarlas. La medida de las consecuencias a cerca del público o de los docentes es una operación indispensable.
IV.- LA ESTRATEGIA PUESTA EN MARCHA POR “PARIS-ESPACE-NATURE”
La
estrategia escogida es la de desarrollar actividades, no dentro de un cuadro
centralizado, sino en forma de estructuras de impacto en variados lugares
apropiados al objetivo educativo perseguido. Algunos son a base de
equipamientos ligeros y de cercanías, otros más importantes específicos son
polos más atractivos.
A.- Soportes de animación de cercanías, próximos
Los senderos de la
Naturaleza
Esta
acción de sensibilización destinada a todos los parisinos cubre el conjunto de
la capital ya que los senderos de la naturaleza son realizados en todos los
distritos y los bosques de París. Se trata de itinerarios de paseo para un
encuentro con la naturaleza con ojos distintos. Ilustrados por prospectos, los
recorridos propuestos son jalonados por informaciones presentados sobre forma
de textos y de dibujos sobre la fauna, la flora, el agua y la geología de
París. Los itinerarios hacen objeto de un ligero balizamiento sobre el terreno
facilitando la identificación de los vegetales más remarcables. En los dos
bosques, este balizamiento es más completo, permitiendo a todos los paseantes
un acceso elemental a la botánica.
Los autobuses de la
Naturaleza
Estos
autobuses de iniciación a la naturaleza son puestos a disposición de los niños
de los cursos medios de las escuelas primarias y de los centros de ocio.
Especialmente instalado, esta estructura móvil funciona por pareja de autobuses
(dos parejas a la hora actual). Uno el “vídeo-bus”, asegurando la función de
transporte, está instalado en una sala de curso equipado de material
audiovisual; el otro un “labo-bus”, es un pequeño laboratorio dotado de un
completo material de experimentación. Se desplazan por los distritos en turnos
y permiten a los niños de las escuelas descubrir la naturaleza en los jardines
de su barrio. Es la “escuela de novillos” de otro modo dicho, la obertura de la
clase sobre el medio de vida más próximo. Todo puesto en marcha con una visita
del terreno bajo la tutela de animadores especializados. Los niños observan,
interrogan, descubren, hacen provisión de impresiones, de hechos. Esta toma de
contacto con el medio se prolonga enseguida dentro del bus con exploración
acerca de un cierto número de temas que se exploran con el “vídeo-bus” o en la
formulación de hipótesis que se verifican en el “labo-bus”.
Los
sujetos estudiados varían según las estaciónes y los lugares. El programa
concierne únicamente a la naturaleza en los jardines o los bosques parisinos,
está especialmente adaptado a la edad de los niños que se distribuyen en fichas
relativas a la fauna y a la flora observada. Documentos más exhaustivos se
remiten con anterioridad a los docentes que poseen así todas las informaciones
para integrar estas nociones en sus enseñanzas. Reuniones de balance permiten
evaluar los resultados pedagógicos.
Esta
experiencia ofrece un acercamiento concreto y atrayente del jardín y permiten
prender de manera global el medio natural local.
Para
los otros equipamientos puestos a disposición de los docentes y que son
evocados enseguida, hace falta significar que la gestión de la animación resta
rigurosamente la misma, si no son más que las actividades propuestas más
específicas.
Taller de Jardinería
y Arte de los Jardines
La
actividad se desarrolla en el jardín y en los invernaderos d’Auteuil ya que
constituyen un lugar privilegiado para descubrir nuevas plantas y el Arte de
los jardines.
La
actividad es conducida en colaboración con la dirección de ocupaciones
culturales. Durante la semana que precede al taller de jardinería, los niños
visitan museos donde ellos admiran obras que representan jardines. Este
descubrimiento del aspecto estético es completado por una iniciación de las
técnicas de cultivo de vegetales (siembras, esquejes...) y finaliza con la
realización de un jardín en miniatura.
La
actividad de jardinería constituye uno de los medios eficaces de educación perserverante.
El niño se da cuenta enseguida del trabajo exigido en la plantación y de las
consecuencias de cualquier negligencia.
El jardín salvaje
El
jardín de Saint Vicent, situado en el 18º distrito sobre la Butte Montmartre,
es un lugar privilegiado que no ha sido objeto de ninguna plantación. El lugar
donde el vegetal salvaje es rehabilitado, permite observar las plantas que
colonizan espontáneamente el medio parisino.
Asociaciones
de vegetales se desarrollan, atraen a toda una pequeña fauna de insectos y
pájaros, se transforman y evolucionan.
Los
animadores en este jardín tienen por tarea la de iniciar concretamente a los
niños, como al gran público, a la ecología y a hacerles conocer el medio
natural característico de su ciudad.
El Arboreto
Sobre
una superficie de 12 Has. el arboreto de la Escuela de Horticultura de Breuil
reúne una remarcable colección de árboles pertenecientes a 2.000 especies
diferentes, indígenas y exóticas. Reagrupa en un paisaje único las especies
comunes de la región parisina y las que ornamentan las calles y los espacios
verdes de la capital. Los niños descubren el árbol y su biología en el curso de
las estaciones por ejercicios de observación, experiencias de jardinería,
juegos de identificación.
Aprenden
que cada árbol, como todo ser viviente, vive en relación estrecha con su medio
ambiente, que su lugar, particularmente en el medio urbano, se determina por
sus cualidades y su temperamento. Los adultos están sensibilizados con la
“política del árbol de París” a causa de malos tratamientos, malas técnicas
arborícolas, así como a los costos de mantenimiento y de las plantaciones.
Los jardines de
mariposas
El
espacio instalado en un pabellón del Parque Floral de París representa una
cincuentena de especies de mariposas, todas originarias de París o de la región
que se desarrollan de mayo a octubre. Las mariposas evolucionan sobre su medio
natural con las condiciones ecologicas necesarias, pero también gracias al
cultivo de plantas específicas indispensables. El nombre de “Jardín de
Mariposas” evoca bien la idea de los estrechos lazos que existen entre estos
insectos y las plantas que les sirven de alimentación o de soporte en las
posturas.
Los
visitantes pueden observar todos los estadios de desarrollo del insecto y
estudiar sus diversos comportamientos.
Para
las clases, este jardín es un pretexto a la iniciación al mundo de los insectos
que juegan un papel muy preponderante en nuestro medio ambiente, y cualquiera
que sea la forma de aprender, los objetivos a esperar serán los mismos. En efecto,
cultivar una planta y seguir los ritmos de vida u observar el desarrollo de un
insecto permiten la adquisición de nociones simples y fundamentales de vida, de
muerte, de crecimiento, de tiempo, de responsabilidad, de respeto teniendo en
cuenta los seres vivientes.
Nidos de París
Para
favorecer la implantación de pájaros insectívoros, 400 nidos han sido
instalados y repartidos en los jardines y algunos patios de las escuelas. Esta
operación, asociando a podadores y jardineros, ha sido puesta en marcha para
intentar una lucha biológica para contener la proliferación de las orugas
advertidas en los jardines. En un segundo tiempo, permite por una acción de
protección a los pájaros, de sensibilizar a los niños a la ornitología en el
medio urbano.
La casa París- Espacio- Naturaleza
Esta
casa madre está instalada en tres pabellones del Parque Floral. Estos
pabellones se comunican entre ellos y tienen respectivamente una función de
información, de documentación y de exposición. Es la plaza giratoria y el
primer pabellón los que juegan un papel clave en la difusión de la información
y en la distribución de documentos. Alberga la estructura de animación y
centraliza los planings de reparto de actividades. Informa al público de todas
las posibilidades de descubrimiento de la naturaleza y la orienta sobre los
diversos lugares donde se la puede disponer.
Este
pabellón ha sido construido con vistas a ofrecer una visión de conjunto de
nuestro medio ambiente urbano y a mostrar que la naturaleza existe aunque esté
oculta por las construcciones. Los diferentes aspectos de la naturaleza en
París (fauna, flora, agua, rocas...) son evocados en diferentes espacios
dispuestos alrededor de un pequeño foco de un tema preciso muy parisino.
La
visita a este pabellón es también utilizada por los escolares como punto de
sensibilización y encuentra prolongaciones en el Parque Floral donde varios
circuitos de búsqueda o descubrimiento son colocados por los animadores.
El
segundo pabellón permite en complemento dar la posibilidad de acceder a libros
especializados, juegos de sociedad y juegos informáticos. El conjunto de
“biblio-ludoteca”, únicamente reservado a los niños, contribuye a ofrecer las
herramientas necesarias para el conocimiento del patrimonio natural parisino.
La casa y el jardín de los cinco sentidos
Para
tomar contacto con nuestro medio ambiente, son nuestros cinco sentidos los que
debemos poner en funcionamiento. El oído, la vista, el gusto, el olfato y el
tacto son por lo tanto soportes complejos y mágicos, de descubrimiento y de
emociones.
En
la parte del jardín con vocación pedagógica han sido seleccionados árboles
frutales, legumbres y plantas aromáticas para poder observar los diferentes
modos de percepción...
En
los 5 talleres de la casa acondicionados para cada sentido, las actividades son
destinadas a niños de 4 a 8 años. El conjunto es organizado de manera que los
niños tomen conciencia de numerosas sensaciones aún latentes en los que
descubren por realizaciones prácticas en cada uno de los talleres: tintura,
tejido, fabricación de objetos sonoros, de perfumes...
La granja de Georges Ville
La
agricultura, explotación por el hombre de su medio ambiente, la obliga a
integrarse siguiendo los ciclos de la naturaleza. Es dentro de este espíritu
que la realización de la granja de Georges Ville tiene su vocación pedagógica,
encuentra su sitio en medio de las diferentes operaciones París-Espace-Nature.
Situada
en el Bois de Vicennes, sobre los terrenos de un antiguo vivero, la granja se
extiende sobre una superficie de poco más de 5 Has.
Esta
realización permite familiarizarse con los animales y los cultivos, no es una
granja modelo, ni un zoo, pero constituye un acercamiento a la vida agrícola
donde se utilizan métodos parecidos a los que utilizan los agricultores en el
campo.
Muchos
niños parisinos no tienen la posibilidad de salir de la capital para ir a
pasearse al campo, muchos no han visto ni una gallina, ni una vaca y numerosos
son los que ignoran la procedencia de los productos alimentarios consumidos
todos los días.
En
esta explotación agrícola, mantenida por una pareja de granjeros, la mayor
parte de los sectores de actividad de la agricultura son representados bajo
forma de muestras significativas. Todos los cultivos de la Ile de France son
practicados a pequeña escala en las parcelas de la granja: cereales, plantas
forrajeras, cultivos industriales, lino, algodón... y de diversificación, así
como los diversos trabajos tradicionales de la región: vacas, cabras, asnos,
aves, pollería, ovejas, cerdos. Un huerto completa el paisaje agrícola.
Un
“día en la granja”, ofrecida a los niños de las escuelas, es consagrado a la
visita de las instalaciones y a la participación a ciertos trabajos. En el
interior de los edificios los niños disponen de una sala audiovisual y de un
laboratorio donde se desarrollan las demostraciones complementarias.
La
organización de los niños está asegurada en visitas semanales por los
animadores. El sábado y el domingo, el público puede visitar la granja
siguiendo el itinerario balizado.
CONCLUSIONES
Al
final, estas realizaciones concernirán al conjunto del patrimonio de la
capital. Los medios aportados permiten a gran cantidad de público apreciar y
descubrir, participando, una verdadera pedagogía del medio ambiente. Otros
proyectos están en estudio. Viviendo la naturaleza de los jardines, los
ciudadanos de hoy serán mañana los ciudadanos responsables de su marco natural.
“No
se espera al futuro, como el que espera el tren. El futuro se hace”
G.Bernanos
IV CONGRESO INTERNACIONAL IFPRA.-Febrero 1996
LOS PARQUES Y
JARDINES EN LA CIUDAD DEL FUTURO: ¿LA “CIUDAD VERDE” ESTA TODAVÍA DE
ACTUALIDAD?. DEL PUNTO DE VISTA DEL USUARIO A LA DEL POLITICO MUNICIPAL
Bazin J.F. y Pascal M.C.
La noción
de “ciudad verde” aparece en Francia a principios de los años 70. Entonces se
desarrollaba un movimiento de reacción contra el urbanismo de dos decenios
precedentes. Ecología y medio ambiente estaban considerados como ideas
modernas.
¿Dónde
estamos hoy en día?
¿Se
va a volver a un urbanismo menos sensible a las amabilidades, más preocupado de
edificar, de equipar, de instalar? o al contrario,
¿Se
integrará siempre la dimensión cualitativa en el urbanismo del futuro?
Esta
comunicación se esfuerza en hacer hincapié sobre la evolución actual de los
espíritus y de sus comportamientos a partir, por supuesto, del ejemplo de
Dijon. Esta muestra cómo diferentes puntos de vista se complementan y, a veces,
se oponen: el usuario bajo sus diferentes caras, el político municipal, el
urbanista, el técnico, el ingeniero, el responsable de parques y jardines, los
representantes de las asociaciones.
¿La
“ciudad verde” está todavía de actualidad? Si, sin duda, pero todavía hace
falta comprender sobre lo que ella debe y puede ser, sobre los objetivos a
definir y sobre los medios a poner en marcha para conseguirla. Espacios libres
y naturaleza, destinados al ocio y a la expansión, pero también un elemento
educativo para guardar el vínculo que une el hombre y la naturaleza a través de
los niños. La “ciudad verde” de mañana será la que conserva el conocimiento
humano de los medios naturales, de la vida animal y vegetal, de la ecología
práctica y cotidiana. Hace falta pues, sin embargo, reinventar en parte los
espacios verdes y alargar considerablemente su vocación.
La
noción de “ciudad verde” es ya antigua y muchos ejemplos ilustran Europa,
generalmente en Alemania de los años 1930. Se trata, no solamente de abrir
generosamente la ciudad sobre la naturaleza, con parques, plazas y aún de
jardines familiares, sino de someter la urbanización a las exigencias del
espacio, de ablandar permitiendo a las avenidas, las calles y a los paseos de
devenir plantadas y encespadas, a las residencias de beneficiarse de los
jardines privados.
La
Francia de esta época no manifiesta un gran entusiasmo por esta concepción del
urbanismo, restando frecuentemente mezquina y poco preocupada de la naturaleza
de la ciudad. Las películas de esta época evocan frecuentemente la atmósfera
urbana pintoresca, pero encerrada entre la estación, el canal, el hotel del
Norte, los viejos edificios sin aire y sin luz. Si se quiere mostrar la
naturaleza ha de ser fuera de la ciudad, para remar, hacer picnic. La ciudad
son las calles estrechas entre inmuebles muy juntos unos de otros. Es su
encanto, su poesía. Es gris o azul según el corazón de las gentes, raramente
verde.
Esta
situación dura hasta el final de los años 1960. Entonces se desarrolla un
movimiento de reacción contra el urbanismo y la construcción urbana de los
decenios precedentes, fuertemente marcada por el hormigón.
Este
se inspira a la vez del fenómeno ecológico (nociones de medio ambiente, de
calidad de vida) y del combate político dirigido contra aquellos que “masacran
nuestras ciudades” (las autopistas urbanas, etc...). La idea del espacio verde
hace su camino y la mayor parte descubre que la acción municipal tradicional,
consagrada a los parques y jardines, debe evolucionar hacia una nueva
concepción de la naturaleza en plena ciudad. No se trata de una decoración, de
un medio de satisfacer la conciencia de un “buen alcalde”, sino de una visión
muy diferente del urbanismo.
Es
por ello que, por ejemplo, Robert Pousade, alcalde de Dijon, después de 1971
primer ministro de medio ambiente y de la protección de la naturaleza
(1971-1974) toma el hábito de confiar al mismo adjunto la doble delegación de
urbanismo y la de parques y jardines, marcando así su intención de hacer una
sola y misma política urbana, concretamente los resultados son pronto positivos,
desde que el urbanismo, sector habitualmente potente en el seno de un
ayuntamiento, favorece una política activa de espacios verdes por una gestión
efectiva del suelo.
Como en
todo, existen corrientes y modas.
Veinte
años después de este creciente movimiento a favor de la “ciudad verde”, ¿la
voluntad es todavía tan firme? ¿Nos dirigimos a un urbanismo menos sensible a
la afabilidad, más preocupado de construir, de equipar, de instalar, que de
promover ampliamente la calidad de vida? O al contrario, ¿se integrará siempre
de antemano la dimensión cualitativa en el urbanismo del futuro?
Este
debate no es fortuito. En efecto, se siente bien que, aunque la ecología
política reporta actualmente éxito en los periodos electorales, una tendencia
se afirma para establecer una primacía de lo cuantitativo. Después de haber
jugado la imagen de lo cualitativo, las grandes ciudades se preocupan sobretodo
hoy del desarrollo económico, del empleo y de los grandes equipamientos. Los
equipos municipales elegidos en 1977 sobre temas ecológicos y participativos
han sido batidos en 1983, lo que ha conducido a modificar sensiblemente su
discurso y sus actos. Todas las ciudades con ambición de ser activas,
influyentes, presentes en la competición europea, tecnológicas y unidas a los
principales ejes de comunicación. ¿Qué es de la idea de la “ciudad verde”?
¿está pasada de moda o está viva todavía? ¿El punto de vista del usuario y del
político municipal convergen o están en contradicción? ¿La “ciudad verde”
brevemente, tiene aún futuro?
Los neo-urbanos: restablecer los vínculos con la naturaleza
Lo
mismo que uno habla de fenómenos “neo-rurales” en relación del movimiento de
reflujo de las ciudades hacia el mundo rural, suscitando un nuevo
comportamiento cara a cara del espacio rural a partir de una concepción y una
gestión urbana, parece posible evocar en lo sucesivo los “neo-urbanos”.
El
éxodo rural, particularmente sensible de 1950 a 1960 es producido, salvo en el
último periodo que ve nacer “grandes urbanizaciones” en las grandes ciudades
aún muy abiertas al campo más próximo. Muchos de los nuevos ciudadanos poseían
un trozo de campo, de huerto, de jardín, generalmente en la periferia inmediata
a la ciudad y estos conservan un contacto dominical con la naturaleza. Esta
situación ha evolucionado. La urbanización ha conquistado poco a poco estos
espacios que permanecían libres y el vínculo entre la célula familiar y la
naturaleza se ha roto.
Por
contra, nosotros somos la segunda, frecuentemente tercera o cuarta generación
después del éxodo rural y la aparición de la sociedad urbana.
El
conocimiento innato de la naturaleza se atenúa de generación en generación para
dejar sitio a una ignorancia total de los fenómenos naturales y los más
elementales.
El
niño que crece hoy en una ciudad no sabe cómo crecen las plantas, las
legumbres, las flores. Ignora el nombre de los árboles; cuando él mira el cielo
no puede indicar ninguna estrella. No ha visto jamás ordeñar una vaca o poner
un huevo. No conoce el gusto del yogourt doméstico. Nadie a su alrededor le
enseña esto, ni la familia, ni la escuela. Los abuelos pasan sus vacaciones en
la Costa Brava, los campings, los club-mediterráneos, los viajes, otras formas
de ocio y otros horizontes.
Desde
entonces, y por primera vez después de milenios, el vínculo entre el niño y la
naturaleza se ha roto. Esencialmente para la generación de los años 1960, 1970
y 1980. Aunque se hable poco, se trata de un fenómeno mucho más importante y
grave que el del éxodo rural. Se produce normalmente con efecto retardado, dos
o tres generaciones después de la ruptura inicial de la relación entre el
hombre y la tierra. Al filo de los años, los recuerdos se esfuman, las
prácticas se borran para dar nacimiento a un ser que, por primera vez desde el
principio de la humanidad, es incapaz de distinguir un haya de un carpe, no lee
ninguna estrella en el cielo, ve los productos de la agricultura bajo una
mirada agro-alimentaria, no conoce ni el repicado, ni el injerto. Este ser vive
de repente en las dificultades de una economía de guerra, de subsistencia que
le privan de las reacciones de supervivencia más simples.
Creo
profundamente que la “ciudad verde” debe en la actualidad favorecer la
inteligencia de la naturaleza, en primer lugar, para los niños y las nuevas
generaciones que uno debe “injertar” sobre la vida.
Esta
visión “ecológica” de los espacios verdes me parece más importante y útil hoy
que todo acercamiento a los parques y jardines.
Concretamente,
se trata de desarrollar, como nos esforzamos de hacerlo en Dijon, una pedagogía
de la naturaleza fundada en los espacios verdes.
Donde
los jardines educativos sobre el principio: una escuela (primaria), jardines, a
lo largo del año, los niños de una clase disponen de un jardín donde hacer
crecer legumbres, recogiendo los frutos. Esta iniciativa parece como la más
positiva. Todavía hace falta que la Educación Nacional se interese (profesores
y profesoras capaces de acompañar y guiar a sus alumnos, este no es siempre el
caso) y poner un servicio educativo vinculado al servicio de los espacios
verdes. Aún hace falta madurar esta experiencia en el tiempo: uno se apasiona
el primer año, esta menos motivado el segundo y al tercero, todo resulta
yermo... Esta pedagogía necesita muchos esfuerzos: es un catecismo de perseverancia,
la “ciudad verde” debe establecer, cuando todavía se está a tiempo, el vínculo
con la naturaleza.
El acceso de todos a la naturaleza: un derecho social
El
acceso de todos a la naturaleza no hace parte de un derecho reconocido. Es por
lo menos, uno de los derechos que parecen elementales y “naturales”. Si el
automóvil equipa hoy la mayor parte de los hogares, un número elevado de
personas no tiene los medios necesarios para abandonar la ciudad. Personas
ancianas, familias de inmigrantes, niños que se encuentran cautivos del medio
urbano. El espacio verde juega entonces el papel de un equipamiento social,
favoreciendo el acceso de todos a la naturaleza y respondiendo a lo que parece
como un derecho.
Que
se trate de jardines próximos, de parques urbanos o periurbanos, atendidos por
los transportes en común, estos equipamientos son necesarios con el fin de
permitir el paseo, la expansión y el juego en un marco agradable y calmado.
La
“ciudad verde” del futuro, debe aún más que ahora, abrir esta ventana a la
naturaleza. La evasión del “weekend” o del domingo está relacionada, en efecto,
a las condiciones económicas de la utilización del vehículo. Antes del
automóvil, a principios de siglo, los parques y jardines estaban llenos de
gente los domingos al mediodía. Hace falta imaginarse una crisis de carburantes
o de un costo muy elevado para ver afluir de nuevo el público en los espacios
verdes. Hace falta pues preparar la ciudad para afrontar esta situación y
equipar en el presente para las necesidades del futuro que la historia hace
previsibles.
Se
añade otro aspecto social, difícil de comprender, pero que se desarrolla
inmediatamente después y a medida que aparece esta forma de marginalidad que
uno denomina “nueva pobreza”. El espacio verde es ocupado a lo largo del día
por personas sin trabajo ni ocupación en el que buscan refugio. A la “poesía”
del vagabundo durmiendo sobre un banco, su litro de vino en la mano, se sucede
la cohabitación compleja de estos marginados y de los usuarios más
tradicionales del espacio verde (madres de familia, jóvenes, personas de edad,
etc. El espacio verde será en la “ciudad verde” del futuro, y cada vez más, el
refugio de los excluidos. No existen respuestas prácticas a esta situación
frecuentemente conflictiva.
Más allá del
reglamento: una escuela de libertad
La
diversificación de los espacios verdes (paseos, corredores verdes, parques
periurbanos, etc...) la presencia de animales, las instalaciones de juegos, el
agua, precisan un nuevo acercamiento a la reglamentación y a la jardinería. Al
igual que si los progresos se cumplen, los jardines son frecuentemente
concebidos según un espíritu viejo, poco adaptado a la evolución de los
comportamientos y las mentalidades actuales. Así, la prohibición de pisar los
céspedes o de tenderse en ellos está mal vista por los jóvenes –salvo en casos
muy excepcionales- no responde a ningún fundamento serio. Se trata simplemente
de una idea recibida: no se debe andar sobre la hierba. El jardín está hecho
para el ojo y no para el cuerpo. Su belleza se pondera más que su uso. Estoy
seguro que se podría transformar la prohibición en un libre acceso sin degradar
el conjunto de los céspedes de Dijon.
Al
igual la reglamentación hecha esencialmente de prohibiciones puede evolucionar
hacia una formulación más positiva, marcando los derechos y las obligaciones
del usuario, su responsabilidad hacia la naturaleza y a los otros usuarios.
Es
el conflicto habitual de los perros, por ejemplo, implicando la educación de
sus dueños.
En
cuanto a la jardinería, deberá evolucionar también. La idea de vigilancia
pasiva o sanción represiva no responde a las exigencias de un lugar que reúna
funciones múltiples, uniendo a poblaciones y edades muy diferentes.
Permanecemos con esquemas antiguos, cuando el espacio verde ha cambiado. Este
debe estar bajo la confianza y responsabilidad de los usuarios, lo esencial es
promover este sentimiento de responsabilidad. En los parques y jardines más
amplios, más que tener recursos de una vigilancia tradicional con rondas de guardas,
una abertura sobre el conocimiento de la naturaleza, las especies, los pájaros,
etc. asegurando el respeto del lugar y de los usuarios tendrá probablemente una
eficacia más grande.
Por
contra, en los parques periurbanos personal a caballo tipo “ranger” americano
creará sin duda un sentimiento más vivo de seguridad y asistencia en caso de
necesidad. En Estados Unidos el “ranger” no es sólo un guardia, sino un
especialista de la protección de la naturaleza, capaz de guiar e informar,
respetado en función de su uniforme y en razón de su competencia.
En
nuestra sociedad, donde el civismo debe frecuentemente ser reinventado, la
“ciudad verde” del futuro puede dar nacimiento a una escuela de libertad. Aún
debe considerarse el espacio verde como un lugar de vida y no sólo como un
lugar a vigilar.
La
problemática animal: El espacio vital
Independiente
de los problemas causados por los animales domésticos en los espacios verdes,
ver el caballo (equitación), el deseo de animar los parques ha conducido en
estos últimos años a multiplicar los cercados de animales. Esta evolución rompe con la vieja habitud
que, en despecho de los esfuerzos de rejuvenecimiento, no respondiendo a
ninguna de las concepciones ecológicas de hoy, aparecen sobre todo como las
supervivencias sujetas a un pasado caducado. La casa de las fieras no tiene
sitio en la ciudad. En revancha, el recurso animal familiar, viviendo sin
dificultad ni penuria sobre un espacio suficiente es cada vez con más
frecuencia solicitado.
Una
encuesta elaborada por la ciudad de Dijon en 1981 mostró entonces que, sobre 43
ciudades interrogadas, 25 poseían animales, 5 se interesaban sobretodo por las
aves y 13 no tenían, ni unas ni otras. Estos animales eran la mayor parte
habituales, si excluimos las llamas, los monos, las cebras, los canguros, los
osos, los cocodrilos, por aquí y por allí, sin citar una pitón real en Lille.
Se
trata de un buen terreno de entendimiento para la cooperación intercomunitaria,
principalmente en lo que concierne al equilibrio del ganado y los intercambios
de los animales. Se observa también que el aspecto pedagógico de estas
iniciativas es generalmente explotado de forma insuficiente. Muchas ciudades
han creado “granjas” reconstituyendo el marco animal familiar de la antigua
campiña francesa. Aunque de forma artificial, este acercamiento a la vida
natural y rural parece devenir una necesidad, en la medida donde una pedagogía
adaptada acompaña estos esfuerzos. En todo caso es posible de crear a partir de
una fauna muy simple un universo muy atractivo en los espacios verdes: cabras,
poneys, gamos, ciervos, corderos, ovejas, gallos, gallinas, conejos, muflones,
pavos reales, etc...
La
“ciudad verde” del futuro deberá igualmente introducir las ardillas, diezmadas
a principios de los años 1940, ya que numerosos espacios verdes públicos y
privados de numerosos países europeos y americanos lo hacen el animal más
familiar del mundo...
Ciudades para el hombre: un nuevo urbanismo
Muy
frecuentemente, el espacio verde no es más que una decoración. Responsable de
la construcción urbana o de la reconquista de la ciudad, el urbanismo debe
redescubrir la “ciudad jardín”, cuestionada en los tratados y las antologías,
raramente en la práctica.
Implica
una concepción muy diferente del urbanismo. Ella en general, parte de barrios
de casas, de equipamientos “pesados” y de vías de circulación, después afecta a
los espacios verdes y abandonados.
A
la inversa, si el paisaje y la calidad de vida acompañan la reflexión del
urbanismo, cuñas verdes pueden agradablemente crear lazos peatonales o vías
ciclistas entre los barrios, los senderos cotidianos, los parques lineales.
Otras ideas son capaces de cambiar a la vez la ciudad y la vida.
Dijon
tiene la suerte de poseer un lago artificial, después del año 1964. No fue
nacido de un estudio urbanístico, ni de un análisis sociológico, ni de un
sondaje de la opinión. Fue el fruto de la voluntad de un terco canónigo
devenido diputado del ayuntamiento de Dijon.
Si
el supo imponer su voluntad sin tener necesidad de apoyarse sobre 10 kilos de
estudios e informes, pero solamente con el sentido común, se mostró
imaginativo. Cuando quise relanzar la política de los jardines familiares, hace
una docena de años, se me ha contestado: no hay terrenos. Yo he pedido la lista
de reservas de terrenos de la ciudad de Dijon. Lo formaban innumerables
terrenos de eriales, adquiridos para operaciones urbanísticas no programadas en
el tiempo, quizás sin objeto alguno.
Hagamos de estos terrenos jardines familiares, no lo piense, no podremos
desalojarlos. Tuvimos una convención con una asociación seria y si uno tiene
necesidad de un terreno, entonces retiraremos los jardineros, pero las cabañas
serán barrios de chabolas. Hicimos un concurso y mejoramos las cabañas de los
jardines. Habíamos llegado, habíamos creado cerca de 300 nuevos jardines
familiares en diez años. Ninguna dificultad, ni financiera, ni estética se ha
presentado. Estos terrenos no constituyen más una carga de mantenimiento para
la ciudad, son útiles y son reservas patrimoniales. Hizo falta simplemente
empujar un poco el conformismo de los hábitos administrativos y poner el
problema en función de otras prioridades.
No tomar los mitos por realidades
No
debemos tomar los mitos por las realidades. El urbanismo está en primera línea
de estas buenas intenciones intelectuales que son en realidad un infierno.
Con
peligro de chocar, yo creo que Corbusier, espíritu eminente y arquitecto
remarcable, ha anunciado un gran número de necedades cuando ha pretendido
establecer las leyes de la ciudad ideal. Estas tonterías han legitimado el
urbanismo demencial de los años 1950 y 1960 y encerrado en un cinturón de
cemento centenas de millares de familias. No olvidemos en efecto que Le Corbusier
(hacia una arquitectura notable, 1923) justificar la liberalización del suelo
para la construcción a gran altura, sin imaginar que estas torres y estas
barras se unirían cientos de apartamentos que serán para ellos mismos un
infierno contradictorio.
En
materia de espacios verdes he oído formular muchas ideas falsas.
Los
jardines familiares, por ejemplo. El Ministerio de París envía una joven
perentoria, revestida de diplomas, sabiéndolo todo. En evidencia, ella no ha
tocado jamás una bestia en su vida y será incapaz de hacer crecer un rábano.
Pero ella decide cómo, sociológicamente debían vivir los jardineros familiares.
Alto al individualismo. Tendréis una subvención del estado si suprimís todas
las cabañas, para crear una casa colectiva. Cada jardinero tendrá derecho a una
taquilla... Le he dicho a esta joven que yo prefería pasar de sus subvenciones,
para ofrecer a cada jardinero lo que le convenía. Cuando alguien ha pasado la
semana en la fábrica, no está dispuesto a reencontrarla el domingo. Que haya
algunas instalaciones comunes está bien. Que el jardín sea un campo de
experimentación de sociólogos, no.
He
conocido un conjunto de jardines familiares reformados por esta joven del
ministerio. Diez años más tarde, han vuelto a ser lo que jamás debieron dejar
de haber sido.
Otro
ejemplo, sacado de los centros de ciudad. Hace unos veinte años, la gran idea
intelectual de los urbanistas estaba en derribar los muros de los paseos y
jardines del fondo de las parcelas en el medio urbano para crear “espacios de
vida” y “lugares de encuentro”, paseos y jardines colectivos. Ha sido olvidar
que el hombre ansía vivir solo y en paz en su casa y que este sentimiento
corresponde a una aspiración profunda.
Del Plan Verde a las amenidades urbanas
El
VII Plan había puesto en marcha el procedimiento de los Planes Verdes de
aglomeración, de contratos verdes. Parece que después del entusiasmo del
Estado, aunque un poco caído, existen ganas de desecharlo. Cierto, una política
de espacios verdes es de esencia municipal, pero el esfuerzo conjunto del
Estado y las colectividades locales, el estímulo aportado a las acciones
coherentes de aglomeración ¿no serán más necesarias?
Los
japoneses tienen una fórmula para evocar el futuro de las ciudades: las
amenidades urbanas. Es decir, todo aquello que contribuye a hacer la ciudad más
armoniosa, más risueña, más confortable, más amena. Habiendo participado en
varios coloquios franco-japoneses sobre las amenidades urbanas, me di cuenta
que las ciudades francesas, a pesar de sus imperfecciones, eran susceptibles de
ofrecer un modelo eficaz a numerosos países extranjeros en la búsqueda de una
dimensión humana. Sin duda, no se trata sólo de los espacios verdes, sino
también de las calles peatonales, de la reconquista de los micro-espacios
urbanos, muros pintados, arte en la calle, etc...
Pero
el tratamiento de los espacios verdes constituye uno de los puntos de apoyo de
esta nueva visión que llena el porvenir de la ciudad del futuro.
Contrariamente
a una idea recibida, yo no pienso que el usuario pueda tener un punto de vista
determinante en materia de construcciones urbanas, de espacios verdes. El tiene
raramente el espíritu de síntesis, tiene poca imaginación prospectiva. Por el
contrario, su papel esencial desde que él ha decidido vivir en un espacio, y si
este trámite no es más que pedagógico, es útil de asociar a la concepción de
los espacios nuevos en el espíritu del barrio.
El
político municipal está investido de grandes responsabilidades, es él el que
tiene que querer y aún más imaginar.
Entre
uno y otro, los cuadros y el personal trabajan para las colectividades locales
compartiendo esta responsabilidad y sugiriendo y preparando decisiones,
realizando proyectos, asegurando el mantenimiento y la vida de estos espacios,
entreteniendo y renovando el viejo patrimonio.
La
“ciudad verde” tiene un futuro, seguro. Pero uno no cesará nunca de
reinventarla.
IV
CONGRESO INTERNACIONAL IFPRA.-Febrero 1996
LOS
DESEOS DE LOS USUARIOS Y EL USO DEL ARBOL EN LOS PARQUES Y JARDINES DE PARIS
Guerin
J.C.
Director
de Parques y Jardines
y
Espacios Verdes
Ayuntamiento
de París
Los
parisinos, desde siempre, han vivido en estrecho contacto con sus árboles, así
como los del campo de los alrededores más próximos cuando los recintos
fortificados sucesivos de la antigüedad y de la edad media no dejaban mucho
espacio a la naturaleza.
Los
primeros árboles públicos “intramuros” han sido plantados a principios del
siglo XVII, los del Jardín del Rey, hoy Jardín de Plantas, seguidos en el siglo
siguiente por las plantaciones de las Tullerías, del Palacio Real, de
Luxemburgo...
Cien
años más tarde, Napoleón III realiza las importantes plantaciones de alineación
que el mundo aún envidia de París, hace el regalo no solamente de los grandes
parques hausmanianos y de numerosas plazas construidas en la misma época, sino
que él le añade los dos bosques llamados de Bologne y de Vicennes, donde los
árboles no se cuentan por unidades, sino por hectáreas de bosque.
En
el mismo tiempo, el paisaje se transforma bajo la presión de una población cada
vez más numerosa, hoy estabilizada a un nivel elevado, donde la mitad no sale
los fines de semana, ni conoce los bosques periurbanos de la Ile de France. La
decoración urbana actual, con el tejido construido muy denso, se encuentra
también plantada.
Esta
historia y esta evolución explican sin duda el efecto sorprendente que
consagran los parisinos a sus árboles. Ellos no ven mas que los que están en
los jardines, ignorando así las praderas, las flores, los arbustos, los árboles
pequeños, así mismo pues los quieren “omnipresentes” y grandes, a escala de la
ciudad.
Teniendo
en cuenta los pocos espacios frecuentemente disponibles para su desarrollo, un
primer tema de conflicto latente surge con los usuarios, que olvidan
frecuentemente que el árbol no es un simple mobiliario urbano inmóvil o
desplazable a voluntad.
Los
árboles son “seres vivos” que crecen, se ahogan frecuentemente con la falta de
espacio, padecen enfermedades y la polución, envejecen, en fin. Cuando la
senectud aparece, no es posible mantenerlos indefinidamente en su lugar sin
peligro, ni dejarlos morir de pié, como lo desean muchos de los ciudadanos.
Se
deben cultivar los árboles con la misma dignidad que cuidamos a los niños: más
que ellos sino no crecen solos, contrariamente a una idea aún profundamente
arraigada en nuestro subconsciente colectivo, que hace falta extirpar que el
amor de los usuarios se parece a la de los padres, frecuentemente ciegos.
Pero,
ya que es necesario “tratar” los árboles, dejemos de un lado los sentimientos,
para ver cómo nos introducimos.
Ellos
viven y se desarrollan por el suelo y el aire, dos elementos siempre limitados
en las ciudades, donde una concurrencia que necesita podarlos cada vez más
cuando su crecimiento es mayor y más rápido. Seleccionarlos también, ya que
todos no pueden sobrevivir y no sólo hay que tener en cuenta los árboles, sino
el conjunto del jardín.
Mientras,
predominantes por su desarrollo, ellos acaparan toda la luz y una gran parte
del suelo, que también tienen necesidades, los otros arbustos, céspedes,
flores, los hombres igualmente, con los equipamientos que le son necesarios
pues ¿cómo concebir un jardín público, sin frecuentación?
La
concurrencia entre las varias especies vivientes, conforme a las leyes de la
naturaleza, juegan plenamente en un jardín: porque entonces no dejamos
exprimirla dirán algunos.
Pero
lo más fuerte en un jardín, son los árboles, si el hombre no se implica, y en
medio de los árboles aquellos que su desarrollo es natural y más rápido. El
resultado entonces no se hace esperar, se puede constatar en muchos jardines
del siglo pasado que no han sido todavía renovados: los grandes árboles,
eliminan progresivamente los arbustos, flores, céspedes y juegos infantiles, y
los hombres en definitiva renuncian a frecuentar las frondas muy sombreadas,
sobre un suelo desnudo.
Como
se hace después de siglos, hace falta que el hombre intervenga para limitar la
naturaleza, el árbol en este caso.
Mientras,
otro factor contrario aún más este intervencionismo, pues el gestor no debe
estar sólo a resentir la necesidad y a soportar la responsabilidad. El árbol,
elemento fuerte del espacio verde urbano, nos apoyamos con razones objetivas,
es igualmente que, con el agua, no es principal sino el sólo elemento
estructurante vivo, lo no-vivo se expresa por los movimientos de tierras, las
circulaciones, los equipamientos, las construcciones... Es él quien facilita
las referencias de escala al entorno construido, el que desencadena en los
arquitectos, los urbanistas y los políticos que deciden la reflexión
intelectual clásica de darle un lugar importante y pensado, donde de quererlo,
inmutable en el tiempo y el espacio porque es el único elemento vivo que se
integra válidamente a su concepción volumétrica del espacio.
Su
punto de vista reúne también el de los usuarios en una conjunción temible para
el gestor que deberá exponer sin cesar las razones de su elección, convencer,
juntar el arte de hacer saber con el saber-hacer, misión exaltante, pero no
exenta de peligro.
Cara
a cara con éste árbol “invasor” en los jardines, pero también en el espíritu de
lo público, quien lo quiere siempre más, hace falta limitar bien cual es su
desarrollo, se deben aplicar los mismos métodos cual sea la naturaleza y el
tamaño de los espacios verdes.
Es
lo que vamos a examinar ahora, bien entendido que ensayando cada vez tener muy
en cuenta las reacciones conocidas o supuestas del público.
Una
“observación previa” se impone mientras: no es indiferente limitar los árboles
sea en número, sea en volumen.
-
En
el primer caso se trata de cortar puramente y simplemente los árboles
excedentes, que molestan: es un trabajo clásico del técnico gestor, que
necesita solamente cosas eventuales que pueden ser de carácter técnico o
estético, lugar de emplazamiento, la especie... Pero el público rehúsa escuchar
las razones de esta tala, aunque se les haya hecho saber, con más razón si el
árbol no está enfermo. Frecuentemente es el gestor al que acude el que tiene
que decidir, llamado a cortar, duro perjuicio, a pesar del riesgo de revenir a
la solución fácil de no saber cortar un árbol que no esté previamente muerto en
pié, más si éste ha contribuido en el pasado a hacer preocupante el estado
actual de los jardines parisinos.
-
En
el segundo caso se trata de disminuir árboles con demasiada estrechez o
perjudiciales sin disminuir su número. Técnicamente la poda, sobretodo si ella
es radical y el árbol adulto, no es siempre posible y algunas especies no lo
soportan. Esto representa siempre un traumatismo, una puerta abierta a enfermedades,
una vía de debilitamiento y de la reducción de la vida del árbol. Por ello es
por lo que el gestor la repugna y prefiere guardar el árbol a su porte natural
y no utilizar de forma ilimitada a sabiendas.
Por
el lado público y los usuarios, la situación es más matizada. Renunciará a
hablar de “masacres de motosierras” pero al mismo tiempo exigirá la plantación
de grandes árboles donde ellos no tienen sitio para desarrollarse naturalmente
y no desearán solicitar la tala radical de este u otro árbol que tapa la vista,
la luz o simplemente una sepultura.
Para
resumir, en el primer caso para operaciones indispensables, el gestor se
encuentra expuesto a una sospecha generalizada, en el segundo caso para
operaciones discutibles, deberá tener en cuenta opiniones totalmente
divergentes. Afortunadamente, si él dispone de fe, o más seguro de
discernimiento y de razón, para continuar plantando árboles. De todas maneras
y, a pesar de esta contradicción, los jardines deberán ser mantenidos y
conservados en buen estado, y para hacerlo, es indispensable plantar, pero
también cortar árboles, como de renovar los macizos de arbustos y de flores,
los céspedes...
1º- Los bosques o grandes parques intra o periurbanos
Los
ejemplos están en París, los Bosques de Boulogne (846 has.) y el de Vicennes
(995 has.) pero este tipo de espacios verdes es enormemente difundido en
numerosas grandes ciudades del mundo que disponen de más espacio que París.
Su
acceso, en general, es libre de día y de noche para todos los usuarios, lo que
conduce a tratarlos de forma extensiva: están constituidos de zonas naturales
forestales generalmente alejadas de los perímetros de frecuentación, éstos
últimos constituidos de praderas más o menos arboladas, entrecortadas por
estanques de agua. Para hacer olvidar el bosque etimológicamente y
ancestralmente “fuera”, siempre inquietante, las circulaciones y la animación
(juegos, deportes, espectáculos, restaurantes...) revisten una gran
importancia.
La
gestión del conjunto de las zonas más o menos emboscadas, que representan cerca
de un 50% de la superficie total, ha sido objeto para cada uno de los dos
bosques de un plan establecido en 1988 y aprobado por la “Comisión de Paisaje”
cuando se inició en 1889. Más que por todo, el árbol se encuentra omnipresente,
pero según los modos de tratamiento bien distintos.
En
las zonas forestales (35 a 40% de la superficie total del bosque) el árbol no
representa más que un elemento en medio de los otros, de una población donde
sólo importa el futuro: es plantado pequeño a una fuerte densidad (1.500 a
2.000 por has) sometido a una concurrencia muy acentuada donde las especies se
mezclan, seleccionadas después con los clareos sucesivos que se dirigen a no
dejar en pié, después de 50 años, 100 a 200 adultos; 90% de ellos han
desaparecido contribuyendo a la mejor formación de los que quedan.
Las
praderas arborizadas y los linderos (10 a 15% de la superficie total) que
comporta numerosos claros muy frecuentados, son mucho más paisajistas, con una
mezcla de especies forestales, frecuentemente agrupadas en bosquetes que
recuerdan la naturaleza del bosque y espacios hortícolas más plantadas que
aquellas. Cuando las renovaciones, el conjunto de las plantaciones se hace con
árboles ya desarrollados, raramente más de 100 por Ha.
Uno
no busca aquí como en los parques más pequeños o los jardines, un efecto de
“masa” inmediata: las podas y talas son limitadas por razones sanitarias, ya
que el asentamiento del suelo inducido por la intensa frecuentación de los
usuarios impide frecuentemente que los árboles lleguen a muy viejos.
Conocemos
bien el punto de vista de los usuarios concerniente a estos bosques a partir de
tres encuestas realizadas sucesivamente en el Bois de Boulogne durante el
verano de 1986, el invierno y la primavera de 1987: 93% de entre ellos
estimaban satisfactorio el bosque y por medio de un 59% que formulaban
sugestiones o iniciativas, sólo un 5% deseaban un bosque más natural donde el
2% solicitaban más plantaciones de árboles, el resto reclamaban menos instalaciones,
más flores, pájaros, senderos pedestres, puntos de agua... casi un consenso
total.
2º- Los parques urbanos
y los grandes parques polivalente
Su
tamaño más reducido (1 a 10 has.), cerrados frecuentemente por la noche, su
inscripción en un tejido urbano denso, con necesidad de que dispongan el máximo
de equipamientos polivalentes, pone ya el “problema de escala” entre este tipo
de espacios verdes y el árbol de “gran desarrollo” (plátano o castaño por citar
dos ejemplos bien conocidos por todos).
Según
como se considere el árbol, en el momento de la creación o de la renovación del
jardín, hay un máximo de 3 a 4 m. de altura y una cima de 3 ó 4 m2,
cuando ellos tengan 50 años en su desarrollo adulto, con 12 ó 15 m. de altura y
una cima cubriendo el suelo de 150 m2, si el porte de la especie es podado,
las reacciones a su encuentro aparecen muy diferentes.
En
el primer caso, la tendencia general es de considerarlo demasiado pequeño en un
jardín suficientemente relleno: puesto que hace falta aceptar su ritmo de
crecimiento, frecuentemente se reclama plantar otros que llenen el espacio.
En
el segundo caso, sobretodo si ésta última petición ha sido satisfecha: es fácil
constatar que toda marcha, sólo hace falta 50 árboles por Ha. Para impedir
subsistir en el suelo arbustos, praderas, flores y también los equipamientos
excesivamente sombreados.
Cada
uno puede glosar este desastre, proponer cosas para remediar esta “impericia”.
Pero si se ha prescindido al principio, como lo hacen mucho los urbanistas, de esta
proyección en el tiempo, son muy simples las cosas que hay que hacer: o hacer
desaparecer la mitad al menos de los árboles, pero será tarde para que los
supervivientes reencuentren un porte equilibrado y natural, o cortar ferozmente
todos los existentes para conseguir un efecto que durará a penas algunos años,
y repito, comprometerá irremediablemente su futuro, lo que es una solución para
poder partir rápidamente de cero.
Cual
ha sido la elección, será necesario enseguida rehacer el conjunto del jardín,
cuando ha sido fácil de velar sin dejar hacer sobre su buena evolución: a nivel
de las especies, conviene seleccionar su desarrollo y su porte. La utilización
de árboles piramidales permite frecuentemente crear un paisaje variado y
agradable y, al mismo tiempo, un vínculo más fácil con el entorno construido:
hace falta enseguida, proyectándose hacia el futuro, imaginando y reproduciendo
sobre maqueta el volumen del árbol adulto, no plantar muy junto, o si uno está
verdaderamente violento, aclarar enseguida y progresivamente la cubierta
excesiva para evitar que las talas demasiado importantes no atenten
intempestivamente al público que valdrá más sea informado previamente.
3º-
Los pequeños jardines de barrio o urbanización
Cuando
no se dispone más de 500 a 2.000 m2, generalmente enclavados entre
edificios, uno debe guardarse de actuar, al igual que en los parques citados, y
saber al mismo tiempo que cuando más pequeño es el espacio, más los ciudadanos
prefieren grandes árboles como pantalla lejos de sus ventanas, al mismo tiempo
que juegos al sol y sombra para los niños, bancos para las personas de edad...
todo lo contrario.
Está
claro por tanto que, en delicadas superficies ya parcialmente sombreadas, los
grandes árboles no son aconsejables. Hace falta concebir de otra forma, ya que
si todos los equipamientos no son posibles, será una pena prever uso alguno y
de crear sólo para los ojos un jardín decorativo.
La
concepción, la organización de que pequeño jardín, precisa pues cosas
difíciles: es parque, además de su paleta de pequeños árboles y vegetales
diversos, y su saber hacer técnicamente, el diseñador y el gestor tendrán
interés en consultar al ciudadano los usuarios potenciales, los políticos
locales, las asociaciones, para agruparlas enseguida alrededor de una mesa o la
iniciativa de los políticos y de presentar varios estudios de lo que podrán ser
según los diversos deseos que ellos han expresado, es el espacio verde.
Qué
concluir pues al término de este inventario y de esta búsqueda, ¿los más grandes
espacios verdes o los más pequeños?
No
hace falta olvidar que son los usuarios que deben obrar como diseñadores y
gestores, a fin de hacer bellos jardines, que responden al mismo tiempo al
máximo de sus deseos y por qué no, de sus fantasías.
No
se puede pues tener queja de su afecto por los árboles, algunas veces
intempestivo, se puede ayudar a su defensa no más que de su ignorancia de la
multitud de factores decisorios esbozados anteriormente, que guían los
“especialistas” en su gestión del “patrimonio” arborícola. Es a los
especialistas a quien corresponde instruir y saber así merecer su confianza.
Y
si uno ensaya mientras analiza las encuestas recientes ya evocadas, y
notablemente la última de 1988, hay que constatar que esta confianza existe y
bien: cuando el calendario cualitativo de conservación interrogaba
explícitamente sobre la “preponderancia de los árboles” este tema no es
absolutamente retocado en el análisis de las respuestas, por tanto la puesta en
marcha reciente de los dos primeros planos de renovación aprobados por la
“Comisión del Paisaje”, el de la avenida Foch y del Parque de Montsouris, ha
hecho caer numerosos árboles y prevé todavía otras eliminaciones con ciertas
replantaciones.
Bajo
pena de fallar en su misión, el gestor no debe aceptar que mañana, como ayer,
por temor fundado de los usuarios, un jardín se transforme progresivamente en
un bosque.
Las
realizaciones recientes (1985 a 1985) del Parque George Brassens muestran que
un espacio verde, para ser apreciado como tal, debe ser atendido desde joven,
debe ser plantado densamente en función del desarrollo de los árboles, para que
no sea posteriormente necesario y deseable su aclarado.
No
hay más que pasearse, cinco años después, para constatar desde este momento,
sobretodo en la parte sur, la más plantada, que todas las grandes perspectivas
se encuentran más o menos tapadas, las copas de los árboles prácticamente en
contacto, las praderas pronto amenazadas; es indispensable esclarecer una
primera vez en los primeros cinco años, seleccionando será muy fácil, los
árboles más bellos, de cortar también para esclarecer las vías de circulación.
Si
analizamos mientras todas las otras respuestas de la encuesta, particularmente
las que conciernen a la apertura de las praderas, ya en curso, que se ve
grandemente controvertida, está claro que los usuarios parisinos recusan el
modelo de espacio verde extensivo de tipo “anglosajón”, con vastas praderas más
o menos plantadas de árboles enteramente libres para el público, agua y
circulaciones rústicas. A partir de una imagen de fantasía natural, de verdura
y de campo, de calma y de expansión, ellos quieren también jardines cultivados,
con flores, que plazcan a los ojos al mismo tiempo estructurados para responder
a sus necesidades de seguridad, sede de numerosos equipamientos relativamente
sofisticados, en una palabra, jardines de calidad.
Es
esto lo que mañana debemos darles, con bellos árboles, pero también otros
elementos y en la más larga concertación.
IV CONGRESO INTERNACIONAL IFPRA.-Febrero 1996
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