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José Elías Bonells. -Ex adjunto a la Jefatura al Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla

sábado, 3 de septiembre de 2016

¿EXISTEN TODAVIA BOSQUES NATURALES?




HISTORIAS EN VERDE. -LOS ARBOLES EN LA CIUDAD
REFLEXION


 
Los bosques naturales llegan a ser raros. Todavía existen vastas junglas en Asia y Sur América, extensiones de coníferas en Canadá y Siberia, pero en climas templados los bosques que existen han sido creados por el hombre para producciones comerciales. El paisaje inglés fue originalmente de árboles caducos de hoja ancha. Lo mismo puede decirse de los bosques de las regiones templadas, sin embargo, en las áreas árticas, como Canadá y Escandinavia, la masa de árboles es de coníferas persistentes, hay pocos bosques naturales en Europa y Norte América.

Hablamos de los bosques primitivos con cierta nostalgia. No los podemos encontrar hoy en día a no ser que nos desplacemos a las junglas tropicales todavía no expoliadas. Si leemos la cantidad de exploradores que han penetrado en estas junglas, veremos que no era fácil introducirse. Los árboles se han engalanado con trepadoras. Cuando un árbol muere, tarda años en caerse y existen muchos troncos de árboles caídos por viejos o en ocasión de tormentas y vendavales. Un machete es necesario para poder introducirse, a veces es necesario también en los bosques de coníferas de las zonas árticas, ya que las bajas temperaturas los han hecho más espesos.

Los bosques sub-árticos están constituidos principalmente por coníferas (Picea abies, Tsuga spp.) Donde las temperaturas son más templadas, aparecen los árboles caducos de hojas anchas. En climas cálidos dominan los persistentes, hasta en las junglas tropicales; con temperatura y pluviosidad constante, allí es casi imposible decidir qué árbol es persistente o caduco. Sus hojas las tiran cuando han cumplido su misión, pero no por causa de ningún cambio de estaciones.

Existe otra importante diferencia entre los bosques tropicales y los templados. El bosque primitivo templado estaba compuesto principalmente de un tipo de árbol; robles en las zonas más fértiles y encinas cuando la fertilidad no existe, los sauces donde existe agua y humedad. Algunas otras especies podían aparecer, pero principalmente estaban constituidos por especies solitarias. Los bosques sin embargo contienen un gran número de árboles diferentes. En realidad, hay tantos que es difícil identificar muchos de ellos, ya que las hojas y las flores no están a nuestro alcance. Prácticamente ningún botánico que no dedique mucho tiempo en los bosques tropicales puede conseguir especies no descubiertas. Muchas de ellas pueden tener gran interés comercial o medicinal, pero ningún comerciante maderero no científico tiene interés en nuevos descubrimientos en los trópicos. Las junglas han sido taladas tan extensivamente que muchos géneros de plantas han desaparecido, o están en fase de extinción en su estado salvaje y sólo sobreviven en cultivo por su valor ornamental.


LA ECOLOGIA DE UN BOSQUE

En la época en que parecía inconcebible que las reservas arbóreas pudieran agotarse, la silvicultura consistía en escoger los mejores árboles, de más talla, abatirlos y aserrarlos.

Actualmente los métodos de trabajo son distintos con lo que se asegura la protección, la renovación y conservación de los bosques.

Se plantan árboles adecuados al suelo y el clima.

Los árboles juegan un papel importante en cualquier comunidad natural. Ellos tienen, con sus raíces, una fuerte relación con los hongos, de los que ambos se benefician.


En los trópicos hay muchos mamíferos que sus vidas dependen de los árboles. Por ejemplo, el oso perezoso es completamente incapaz de vivir en el suelo y no puede sobrevivir fuera de los árboles. En Europa, la ardilla es principalmente arbórea. En regiones templadas son principalmente los pájaros, entre los animales de sangre caliente, los que están asociados con los árboles. Estos pueden criar sus crías con mayor seguridad y esconderlos de los grandes predadores.


El número de pájaros que transporta un árbol es pequeño comparado con el número de animales vertebrados a los que place este anfitrión, generalmente de mala gana. Taladradores y otras larvas le hacen mucho daño destruyendo las hojas, mientras algunas larvas de escarabajo atacan la madera. Afortunadamente para el árbol los pájaros recíprocamente comen insectos y, algunos como las trepadoras se sirven de ellos para fisurar su corteza. Desgraciadamente algunas larvas son incomestibles y los pájaros las ignoran.

Una gran cantidad del reino animal depende de los árboles para su sostenimiento. Pero esta dependencia no es sólo confinada a los animales. Un sorprendente número de otras plantas viven también en los árboles. Hay algunas que son parásitas y toman su nutrición directa de la madera del árbol. El muérdago es un conocido parásito, aunque en realidad es semi-parásito. El muérdago utiliza el árbol como soporte y toma sus nutrientes de los tejidos conductores de savia del huésped. Sin embargo, produce algo de sus propios nutrientes debido a su capacidad de fotosintetizar en sus carnosas hojas. En Australia existen sorprendentes árboles parasitados no atacados en sus copas, sino en sus raíces. Este es el caso del árbol de Navidad australiano (Huytsia spp.), el parásito es el árbol y su huésped son pequeñas plantas gramíneas.

 
Las plantas parásitas son poco comunes en climas templados. Sin embargo, en los trópicos muchas plantas viven en los árboles, algunas como parásitos, pero otras los utilizan como perchas para encaramarse o vivir, como hacen los pájaros. Esto les facilita obtener la luz solar. El sotobosque de una selva es muy oscuro, por lo que muy pocas plantas pueden vivir en él, no existe suficiente luz para poder realizar la función clorofílica. Por lo tanto, un gran número de plantas se han adaptado a producir todos sus nutrientes necesarios sin necesidad del suelo. Estas plantas son conocidas como epífitas. Producen raíces para asegurar la planta en las ramas del árbol, a través de ellas consiguen alguna nutrición desde alguna fisura o ángulo de rama donde se fijan. 

Las epífitas más conocidas son las orquídeas tropicales, como la Cattleya y las Bromelias. Algunas de estas son muy populares como plantas de interior. Las orquídeas viven sobre las ramas de los árboles a 30 m. o mayor altura del suelo. Las Bromeliáceas como la Aechmea y la Neoregelia, también crecen en las ramas de los árboles y pueden obtener algunos nutrientes de los animales muertos o materia vegetal acumulada en su propio vaso de agua que ellas forman en su desarrollo. Este pequeño embalse las hace capaces de vivir en zonas más secas que las orquídeas, que predominan en las selvas húmedas. Sin embargo, muchas orquídeas también almacenan agua en los llamados "pseudobulbos" por lo que también pueden sobrevivir en áreas secas. Efectivamente muchos de los Dendrobium de Asia requieren prolongado calor, y un período seco antes que produzcan flores.
Los helechos, aunque son más antiguos que los árboles, se convierten en epifíticos en algunas ocasiones, el popular Nido de pájaro (Asplenium nidus) y el Cuerno de ciervo (Platycerium bifurcatum) se han adaptado y son epifíticos. En los bosques europeos, es posible observar el polipodio común- Polypodium vulgare- creciendo en los troncos y ramas de los árboles, aunque puede vivir igualmente en el suelo.


El suelo de un bosque tropical es muy oscuro, al igual que los bosques de persistentes en las regiones frías. Normalmente ninguna planta puede vivir en semejantes tinieblas. No obstante, unas pocas plantas han inventado caminos para superar esta dificultad, se las arreglan para sobrevivir en la gran cantidad de hojas que caen y con la total dispensa de la función clorofílica. Estas plantas son conocidas como saprófitas, y después de éstas, es la familia de las orquídeas quienes han utilizado más esta técnica. La orquídea nido de pájaro (Neottia nidus-avis) no es muy rara en Europa, en la zona mediterránea puede ser vista. La única orquídea azul, el limodoro- Limodorum abortiuum- es efectivamente espectacular, a pesar de que la mayoría de las saprófitas tienen colores muy monótonos.


Muchas plantas saprófitas florecen, pero la gran masa en los bosques son los hongos o setas que no obtienen sólo nutrientes de las hojas muertas, sino que las ayudan a convertirse en humus. Al igual que las plantas de flor, los hongos gastan mucho tiempo de su vida viviendo enterrados y sólo fructifican cuando aparecen al exterior. Estas son las partes que conocemos como setas, ignorando muchas veces la interminable maraña de micelios bajo tierra que se alimentan de las viejas hojas caídas. Del mismo modo, ignoramos que las plantas saprófitas están presentes hasta que aparecen las flores.



En los bosques de hoja caduca hay una época que la luz penetra a través de las ramas desnudas. Muchas plantas han tomado nota de ello y realizan su período de crecimiento en sólo pocos meses. Las prímulas, las anémonas son plantas, junto con otras herbáceas, que se comportan de este modo. 

Algunas plantas han adaptado su supervivencia con menos luz. Las más notables son los helechos y, cuando la sombra no es excesiva en los bosques de caducifolios, excepto bajo las hayas, son capaces de vivir en estos ambientes. Es quizás la misma luz que encuentran en muchas de nuestras casas por lo que se encuentran cultivadas como plantas de interior.

Los bosques son comunidades muy mutantes. En el suelo hay hongos y bacterias que transforman las hojas caídas en humus, también numerosas lombrices de tierra y otros muchos moradores de suelo. En la superficie existe gran cantidad de vegetación baja, especialmente adaptada para aventajar el período en que las hojas maduras de los árboles caigan y bloqueen sus posibilidades de luz, para vivir con poca luz o coger nutrientes de la vegetación descompuesta. Los árboles utilizan la luz para producir hidrocarbonatos, liberando el oxígeno y el vapor de agua a la atmósfera. Al mismo tiempo soportan una gran población de mamíferos, pájaros e insectos y, en el trópico, otras plantas huésped.
Un bosque generalmente parece pacífico, pero en realidad es un campo de batalla. Hay plantas trepadoras que se apoyan en los árboles para su desarrollo y para alcanzar la luz, árboles estrangulados por las plantas epífitas, que hacen necesario que éstos bajen las raíces al suelo y llegan a estrangular a su huésped. Estas plantas se encuentran principalmente en los trópicos y muchas de ellas pertenecen a la familia de los Ficus. La luz tiene un gran precio, y las plantas se alargan a grandes distancias para obtener esta condición esencial para su desarrollo. En el suelo, algunas semillas esperan que el árbol muera para obtener así la luz para poder germinar.

En Australia y el Este de Norteamérica, los incendios forestales son frecuentes. Es el intenso calor el que ocasiona que muchos árboles americanos y australianos germinen sus semillas. Para la germinación de las semillas muchos botánicos australianos han tenido que ponerlas en una sartén sobre una plancha hasta que explotan. Otras semillas se sumergen en agua previamente a la siembra. Las semillas de estas procedencias sembradas sin un tratamiento previo, tanto de calor como de agua, tardan mucho tiempo en germinar o no germinan, todo ello como consecuencia de sus habitats naturales.


                                      Sevilla julio 2016

Imágenes de la Red

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