HISTORIAS EN VERDE. -LOS ARBOLES DE LA CIUDAD
5ª REFLEXION
El clima es el factor crucial que determina qué
árbol ha de crecer en un lugar. Sus fluctuaciones a lo largo del tiempo han
regido la evolución de las especies arbóreas.
Tan pronto un árbol es trasplantado lejos de su zona
habitual, en clima distinto al de su hábitat natural, podemos afirmar que el
árbol está en peligro.
Las hojas, como se ha mencionado tantas veces,
transpiran en tiempo caluroso y liberan vapor de agua al aire. La cantidad de
agua liberada en la atmósfera en estas ocasiones es enorme. Se ha calculado que
durante tres meses veraniegos, 0,4 de hectárea de césped libera a la atmósfera
cerca de 492 toneladas de agua. Los árboles, con gran superficie de masa
foliar, pueden liberar mucho más, no siendo fácil estimar el efecto sobre el
total de vapor de agua en el tiempo. Es fácil entender lo que los bosques
influyen en el clima.
En los desiertos, el calor es retenido y no existe
aislamiento. Durante el día, llega a ser extremadamente caluroso, pero todo
este calor se pierde por la noche. Cuando está cubierto por plantas verdes, hay
una amortiguación entre este calor perdido en la noche y la cubierta vegetal,
que prevé que el suelo se sobrecaliente durante el día. La temperatura puede
fluctuar pero no violentamente. Cuando sea posible cultivar árboles en los
grandes desiertos, como el Sáhara, es seguro que el clima africano puede
cambiar y la sequía puede ser menos extendida. El problema es que es
comparativamente fácil crear un desierto y extremadamente difícil invertir el
proceso.
Esta es la razón para creer que hasta que no
existieron árboles en el desierto del Gobi en China no pudieron hacerse estas
comparaciones. Los comerciantes que desde China viajaban a través de la ruta de
la Seda, cortaban árboles como combustible y nunca realizaron ninguna reforestación.
Uno de los resultados de aclarar los bosques es la de que el suelo no se
sostiene y las torrenciales lluvias arrastran la capa superior del suelo,
dejando primero una estepa y después un desierto.
Desgraciadamente, el hombre parece incapaz de aprender
de esta experiencia. La bola de polvo de América Central ocurrió no hace muchos
años, ahora una similar está siendo creada en Brasil, cuando las selvas son
destruidas con una velocidad alarmante. Mucha gente, en realidad, piensa que la
destrucción de las selvas brasileñas puede causar un desastre climático masivo.
Una vez los bosques son destruidos es difícil restablecerlos. El Matto Grosso
de Brasil es una de las mayores masas de selva que es disminuida cada año en
325.755 has.
Los bosques de grandes coníferas en el Canadá son
destruidos para hacer papel, independientemente de otros usos comerciales. Son
replantados, es cierto, pero necesitan hacerlo con mayores inversiones. Cada
edición de un periódico es el resultante de la destrucción de 0,4 ha. de bosque
o quizás más. Está reconocido que una gran edición del New York Times consume
325 ha. de bosque. Dos o tres árboles han sido talados para cada copia de este
texto.
La destrucción de los bosques a gran escala ocasiona
cambios climáticos importantes, pero el clima puede verse afectado sólo con la
tala de un pequeño número de árboles. La enorme cantidad de agua que las hojas
dispersan a la atmósfera evidentemente influye en la cantidad de lluvia en sus
alrededores, pero uno no puede siempre enfatizar este aspecto. Más importante
puede ser la acción de las raíces en consolidar el suelo y prever que sea
erosionado por inundaciones o ser arrastrado durante las tormentas.
Además, los bosques son excelentes filtros de los
vientos huracanados, por lo que la presencia de árboles puede alterar los
microclimas más inmediatos.
Muchas plantas pueden tolerar más heladas que lo que
uno se pueda imaginar- si sólo son las bajas temperaturas con las que tienen
que competir- pero un grado o poco menos de helada si es acompañada de fuertes
vientos tiene peores resultados, ya que las plantas se deshidratan. En
invierno, generalmente se está más caliente dentro de un bosque que fuera. Los
árboles aislados están frecuentemente formalizados en formas curiosas por el
viento, pero un grupo de árboles juntos neutraliza el poder del viento, crecen
derechos y bien desarrollados.
Los árboles afectan el clima y el clima afecta a los
árboles. En el polo ártico y subártico la mayoría de los árboles son coníferas.
Del mismo modo, si uno recorre en cambio verticalmente y asciende a una
montaña, ocurre lo mismo. Muchos de los árboles cerca de la cima son coníferas,
mejor adaptadas a las bajas temperaturas y a largos períodos de oscuridad. El
árbol que crece más al norte es el (Larix
sibírica,) caduco entre las coníferas.
La temperatura no es sólo el factor limitante, la
lluvia lo es igualmente. Algunos árboles viven y se desarrollan bien sólo en
áreas donde la lluvia es importante, pero se desarrollan mal en regiones secas.
Un ejemplo evidente es nuestro Abies pinsapo. Las heladas invernales no les
afectan, sin embargo, las heladas primaverales pueden causar mayores daños,
esto sucede así mismo con muchas plantas exóticas.
Otro factor importante que afecta al crecimiento de
los árboles es la cantidad de calor en verano. Muchas plantas americanas crecen
y se desarrollan con dificultad en lugares como Centro-Europa. Simplemente
porque los veranos no son suficientemente calurosos para madurar los nuevos
brotes. De forma rara, en algunas ciudades de clima templado y en lugares
protegidos podemos ver alguna planta de clima más cálido. Las plantas son
propensas a iniciar sus crecimientos prematuramente y los brotes nuevos son
destruidos por las heladas primaverales. Muchas plantas pueden sobrevivir a una
experiencia y resistir un invierno, pero a la larga será mortal si se repiten
los fríos.
Los climas son sin embargo estáticos en varias
regiones, pero si los observamos vemos que esto no sucede así. Cuando hay
montañas, el clima es más frío a medida que vamos ascendiendo. Las plantas de
las estribaciones del Himalaya deben ser cultivadas en invernaderos en Europa,
mientras las de alturas más altas viven perfectamente en el exterior. Existen
plantas encontradas en el Ecuador, que viven en los Andes, que pueden
sobrevivir en temperadas condiciones del Norte de Europa.
Sevilla
julio 2016
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