Cuando
hablamos de especies, indicamos un grupo de plantas similares que se
desarrollan en la naturaleza y dan una descendencia de iguales características.
El género
formado por varias especies de características comunes difiere en algunos
detalles.
Estas dos
grandes categorías han sido reconocidas instintivamente desde tiempos muy
lejanos.
Aristóteles
fue el primero que pensó en un orden natural de relaciones, pero no encontró la
clave.
Tampoco
Linneo encontró este "orden natural".
Los
taxonomistas que han seguido han completado poco a poco su clasificación,
repartiéndolos en "familias".
Sin embargo,
fue Charles Darwin quien elaboró la teoría de que las plantas se parecen unas a
otras porque tienen antepasados comunes.
La mayor
ayuda para su clasificación se ha obtenido de la estructura de las flores.
Por otra
parte, existió una llamada al sentido común, si poseían un mismo fruto y todos
tenían ramas opuestas y las hojas eran semejantes, sería pedante intentar
dividirlas.
La especie
es la categoría fundamental de las plantas, pero dentro de ella hay muchas
variedades, a veces en forma de locales de adaptación ecológica.
Existe una
regla internacional de nomenclatura en la cual la primera persona que ha
descrito con detalles precisos las características de una especie y le ha dado
un nombre en latín, sea su "autor", que se coloca abreviado al final
del género y la especie.
El nombre de
las plantas es bastante simple, aunque para muchos parezca muy complejo. Es
mejor comprendido por analogía con las cosas diarias. Por ejemplo, si quieres
describir un cuchillo puedes hablar de una navaja, de un cuchillo de bolsillo,
de un cuchillo de mesa, de un trinchante y en todos los nombres genérico es
"cuchillo", que es calificado, según su uso o tamaño, por un
adjetivo. Esto que parece algo obvio es difícil de entender porque se produjo
una gran confusión a mediados de siglo XVIII cuando Linneo sugirió este sistema
para las plantas y animales. Antes de la introducción de este sistema binomial,
así llamado, una planta podía ser descrita de muchas formas y ninguna escrita
con un ejemplo específico, sin resultar excesivamente prolija. Desde Linneo,
las plantas poseen básicamente dos palabras para definirlas: la primera es el
nombre genérico, el género, como Rosa o Saxifraga; mientras que el segundo es
el epíteto específico. El latín es utilizado porque era una lengua científica
internacional. Cualquier botánico conoce qué significa (Fagus sylvática,) pero un
botánico inglés no reconoce el fresno y uno francés puede que no reconozca
"Faggio", como se conoce en Italia, y ni el italiano ni el francés
entienden "Beech", como se conoce en Inglaterra al fresno en su nombre
común.
Los nombres
ingleses son excelentes para los ingleses, pero pueden también tener dificultades.
Para un inglés, "hemlock" es una umbelífera venenosa, al atravesar el
Atlántico "hemlock" es una gran conífera.
Los nombres
latinos son más seguros, una vez son denominados. Todavía aquí existe un
problema, su nombre latín puede ser alterado. Hay muchas razones para ello. En
una convención de botánicos es publicada, el nombre permanece en principio,
aunque algunas veces se comprueba que no está bien especificado y se modifica.
El Crocus que crece en las montañas de Europa fue durante muchos años conocido
como (Crocus vernus.) Fue descubierto después que el nombre que tenía
al principio, era (Crocus purpúreus) y
uno más frecuente, (Crocus albus.) Bajo el punto de vista de la descripción, el
primer nombre, el crocus de primavera es mejor que otros crocus púrpura o
blancos, pero éste es el primer nombre que fue utilizado, a pesar de ello esto
puede llevarnos a conclusiones erróneas.
Algunas
veces hay mejores razones para el cambio. Cuando llegó a Europa el (Pyrus
japónica,) la pera japonesa, por ejemplo. En nuestros días Pyrus
incluye no sólo peras, sino serbales y manzanos. Cuando la gente conoce que
estos son todos diferentes es porque están separados en géneros distintos.
El (Pyrus
japónica) fue sin embargo una clase de membrillero, por ello la planta
cambió su nombre al de (Cydonia japónica). Un minucioso
examen nos muestra que la planta difiere del membrillero en muchos aspectos,
por ello tomó su propio género que es llamado Chaenomeles. El (Pyrus japónica) original había sido
nominado por Thunberg que había obtenido las especies en el Japón. Cuando estas
especies fueron reexaminadas se encontró con que no eran la planta que todo el
mundo estaba cultivando y nuestro (Pyrus japónica) ha quedado como (Chaenomeles
speciosa.) Hoy la denominación de (Chaenomeles
japónica) es correcta pero no es la planta que identificamos por P. japónica.
Cuando se
denomina una planta, los botánicos suelen conmemorar el botánico que la
descubrió, por lo que un número de plantas lleven los epítetos como fortunei,
wilsonii, forrestii, hookeri y otros muchos. O el descubrimiento sugiere el
nombre del país o el amigo al que quiere dedicársela la planta. Esto ocurre con
la (Prímula
florindae) conmemorando la mujer de Kindon-ward y el (Rododendron
clementinae) fue denominado a través de la mujer de Forrest,
Clementina; (Rododendron maddenii) fue denominada por el amigo de Hooker,
Major Madden, y así sucesivamente ocurre con muchas plantas.
Algunas
veces el género conmemora el botánico o el recolector que la descubrió. Linneo
denominó el Té de Suecia como así mismo, linnaea, Hemsley denominó el género
Sinowilsonia por Wilson. Los nombres latinos generalmente tienen un mensaje
para nosotros, pero no siempre es fácil de descubrir.
Resumiendo, podemos concretar los siguientes puntos básicos:
a) En botánica, como en otras disciplinas
científicas, la utilización del latín ha demostrado ser la base más idónea y
exacta de un lenguaje universal para la denominación de las plantas.
b) El sistema binomial que ahora se
utiliza se debe en gran parte a la influencia del famoso botánico sueco Carl
Von Linne (1.707-1.778), de nombre latino Linnaeus y conocido en España como
Linneo, el padre de la taxonomía.
c) Todas las nomenclaturas se rigen en la
actualidad por unas normas establecidas en el Código Internacional de
Nomenclatura de Plantas Cultivadas (1.980) y el Código Internacional de
Nomenclatura Botánica (1.988).
d) Una familia puede contener uno o muchos
géneros de plantas afines, así mismo un género puede contener una o varias
especies. Las especies suelen ser variables y pueden dividirse en tres
subdivisiones, la subespecie, la variedad y la forma.
e) Se denominan cultivares las plantas
seleccionadas a través de distintas semillas o debidas a mutaciones,
normalmente se designan con nombres vernáculos entre apóstrofes escritos con
letra distinta. Ej. Budleia davidii "Royal Red".
f) Los híbridos se deben a cruces entre
especies o géneros botánicamente distintos y se indican mediante un signo de
multiplicación. Ej.: Platanus x hispánica.
Sevilla
julio 2016.
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